Xin chào | La paz es el camino

Algún día América tendrá una voz de continente, una voz de pueblo unido

Los actuales acontecimientos en el extremo este de la vieja Europa, en la mismísima nariz de la Federación de Rusia, ratifican que las potencias capitalistas, lideradas por Estados Unidos más OTAN, siguen creyendo, más que nunca, en el poder de las armas como camino expedito de cara a la imposición de un nuevo orden mundial.

Se alientan en Sun Tzu, Clausewitz o el príncipe Maquiavelo, entre otros estrategas que consideran la guerra como una variante política. Si miramos, por ejemplo, lo que ocurrió durante la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), a partir de la cual Estados Unidos de Franklin Roosevelt se hizo de su Big Stick en el mundo capitalista para consolidarse hasta hoy como punta de lanza, apoyado por su patio trasero europeo.

Pero es que los gringos han asumido la balacera hasta para solventar asuntos domésticos, como en la época de los cowboys, según los registros semanales de la prensa internacional, que acaba de destacar el llamado de las autoridades, instando a las familias sobre el uso obligatorio de chalecos antibalas para proteger a los escolares, otro negocio gordo que seguramente maneja la poderosa Asociación Nacional del Rifle (National Rifle Association of America), creada en 1871, tan querida y defendida por los congresistas gringos, sobre todo el neoyorquino Marco Rubio, alias “Narco” Rubio.   

Ergo, el norte no parece ser la quimera o camino para el disfrute de la vida tranquila, sin aspavientos, como sí se está vislumbrando al otro lado del Río Bravo, territorios considerados patios traseros,

aunque los incidentes de Buenos Aires han producido un ruido, con la aparición de grupos neonazis al estilo Zelenski, como Nación de Despojados o Revolución Federal, que hace pocos días intentaron asesinar a la vicepresidenta argentina, Cristina de Kirchner.

Se trata de un evento cargado de simbología, donde un “rambo” nacido en Brasil accionó una pistola Bersa 32mm, que, a pesar del fallo técnico, constituyó un impactante suceso que conmocionó a la tierra de Perón, que al siguiente día respondió con una multitudinaria manifestación contra el terrorismo que intenta cerrarle el paso a la expresidenta en las próximas elecciones, anunciadas para el próximo año 2023.

Ya el ambiente se mostraba enrarecido con la retención del avión venezolano 747 de carga, ante la mirada escondida del Gobierno argentino y una endemoniada derecha que insisten en atacar a la Revolución bolivariana, frente a la actitud de un presidente timorato como Alberto Fernández, de singular parecido con el pibe de Punta de Arenas, quien recién tomó el relevo en Chile, sin anunciar medidas urgentes a favor de un pueblo como el chileno, agobiado por el neoliberalismo.

Dice mucho que precisamente cuando se cumplían 49 años del golpe de Estado y asesinato del presidente Salvador Allende, con una multitud rindiendo honor a las víctimas de la dictadura pinochetista, los carabineros actuaron con la misma furia mostrada durante el régimen piñerista.

El resultado del plebiscito del domingo 4 de septiembre pasado, ante un Boric blandito, arrojó el resultado esperado, pero que de ninguna manera podrá borrar la rebeldía mostrada por la juventud chilena durante los alzamientos del 2019, una gigante protesta que puso en jaque al gobierno pinochetista.

Esos hechos, que partieron de las protestas por el alza del trasporte, revelaron que el pueblo había dado pasos importantes hacia otro Chile posible.

Ese llamado plebiscito chileno de convención constitucional distó mucho de la experiencia venezolana del 1999, con motivo de la difusión y luego aprobación de la Constitución Bolivariana de Venezuela, que constituyó una verdadera fiesta nacional, llena de entusiasmo y colorido, animada desde una pujante Comisión de Participación Ciudadana, comandada por Nicolás Maduro, para entonces diputado a la Asamblea Nacional Constituyente.

Mientras la confusión reina en el extremo sur de Abya Yala, que ahora espera por las elecciones de Brasil, donde Lula da Silva lidera las encuestas, los acontecimientos, en la cabecera de la región (Venezuela y Colombia) se muestran como aliciente, entrelazado por el Orinoco y el Magdalena, como lo expresa el canto de Alí Primera.

El mismo domingo 8 del pasado mes de agosto, desde la Plaza de Bolívar, Gustavo Petro dio un contundente mensaje, que ni los venezolanos esperábamos, al ordenar a los militares, en plena toma de posesión, trasladar al acto la espada de Bolívar, agregando, ante la sorpresa del rey de España, que la bella daga seguirá desenvainada, al menos que regrese la paz a la Gran Colombia, como lo soñó el Libertador Simón Bolívar.

Lo que vislumbraba un futuro incierto en la hermosa tierra de lo que fuera la Colombia de Bolívar, en pocos días se transformó en un rayo esperanzador de luz, que ilumina la ruta de paz en la convulsionada costa caribeña, tras la designación del diplomático Armando Benedetti como embajador de Colombia en Caracas, mientras que el presidente Nicolás Maduro respondía con el anuncio del excanciller venezolano, Félix Plasencia, como nuestro embajador en Bogotá.

El Aeropuerto Internacional Simón Bolívar está presto para recibir aviones provenientes de Bogotá e igualmente Conviasa podrán aterrizar sobre la pista de El Dorado, de la capital colombiana. Y este martes llegó la buena nueva del presidente Petro, quien solicitó a su par venezolano, la integración de la patria de Bolívar y Chávez como garante de los diálogos de paz con el ELN, a lo cual el jefe de Estado venezolano respondió positivamente. “El que entendió, entendió”, como dice Diosdado Cabello.

“Algún día América tendrá una voz de continente, una voz de pueblo unido. Una voz que será respetada y oída, porque será la voz de pueblos dueños de su propio destino” (Salvador Allende).

 

Ángel Miguel Bastidas G.

 


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