Al derecho y al revés | Batiburrillo brasilero y yanqui

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Si algo evidencia el estancamiento de Iberoamérica y el Caribe quizás sean las elecciones en el Brasil.

Apartando el papelón de las encuestadoras que la víspera anunciaban a Lula da Silva ganador en la primera vuelta, porque presuntamente tenía el expresidente más de 15 puntos sobre el incumbente Bolsonaro.

Apartando que esas encuestadoras son parte del poder mediático que en Brasil conspiraron para sacar del poder a Lula y a Dilma, la sucesora.

Apartando que el día de las elecciones esas mismas encuestadoras anunciaban a “boca de urna” el triunfo de Bolsonaro.

Y que sin siquiera mostrar síntomas de hipo pasaron los medios brasileños al anuncio del Tribunal Electoral sobre el triunfo de Lula. Apartando todo eso que de por sí es para causar alarma a cualquier persona decente, hay otros temas más importantes.

El mayor es el evidente desgaste de Lula, quien de ser el líder que enfrentó la dictadura militar, llegado al poder, pasó a ser el presidente que sacó de la pobreza a cantidad de gente, pero no creando nuevas riquezas,  sino repartiendo mejor las que había.

Y aupando una corrupción que traspasó las fronteras del Brasil, hasta tocar alcaldes y gobernadores yanquis, lo que de por sí podría parecer una proeza a quienes desconocen cómo se bate el cobre en los Estados Unidos.

Pero es que Bolsonaro también ha demostrado ser un  pillo sin marco teórico, a pesar de que se vistió como “derechista” y “liberal”, antes de llegar al poder para enriquecer  a amigotes -como cualquier populista iberoamericano-, mientras que el Brasil, aislado, perdía su puesto en el mundo.

El populismo de los partidarios de Lula difícilmente puede tener lugar en el mundo actual, donde ya no sobrarán capitales para financiar grandes proyectos sociales, porque Occidente se ha empobrecido y sobre Lula pesa la sombra de Odebrech... Hay que buscar otras soluciones para ayudar a los más débiles.

Pero es que Bolsonaro terminó siendo una caricatura de lo que pretendió ser.

Bolsonaro, si sale del poder, terminará siendo una  derecha “mala”, que es racista contra sus propias mayorías, que confunde forma con fondo al pensar que ser de derecha no es proponer soluciones individualistas sobre el colectivismo de la izquierda, sino vestir de traje y corbata los hombres o de vestidito las mujeres como María Corina.

El momento actual es difícil porque el otrora principal motor de la región, es decir, los Estados Unidos de América, abandonó el continente que inicialmente lo hizo crecer, al que una vez estúpidamente llamó el liderato yanqui “patio trasero”.

Y por supuesto que en un mundo de muchos polos ingresan a la región Rusia y la China, también otros.

Y en esta coyuntura de los países grandes como el Brasil, México y Argentina, se espera asumir el liderazgo inmenso que pide la empresa de reconstruir nuestra América. Liderato que Venezuela no puede asumir.

Una esperanza que muy difícilmente podrá asumir Lula, y Bolsonaro menos.

Escrito esto paso rápidamente a felicitar la negociación que trajo a dos venezolanos a su patria a cambio de siete gringos.

Es de muy mala leche llamar “narcos” a unos malcriados que sin haber trasegado un kilo a USA dragonearon estar dispuestos a hacerlo, ante una celada montada por la CIA, y Haití, que es un país satélite de USA, los apresó y envió a Nueva York enseguida. ¡Qué su familia les ponga reparo!

El equivalente sería que los rusos apresaran a Hunter  Biden en Ucrania para acusarlo de soborno , y quizás en ese caso los rusos tendrían más razón que los yanquis con los Flores.

Soy pesimista respecto a las relaciones Venezuela-USA, pero no por ello dejo de ver como un paso adelante este intercambio de prisioneros. Ojalá la política de paz y tolerancia se imponga, en vez de los intereses de la América Profunda, y quizás se reabran las embajadas, y quizád el episodio vergonzoso del presunto “interino” sea cosa del pasado.

 

Domingo Alberto Rangel

 


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