Micromentarios | Los críticos

He aprendido a no hacer caso a los comentarios de la mayoría de los críticos y lectores co

He aprendido a no hacer caso a los comentarios de la mayoría de los críticos y lectores comunes. Esta mayoría no se asoma a los libros con inocencia, sino con expectativas previas surgidas del título, del mucho o escaso conocimiento que tengan del autor y hasta de la cantidad de páginas que contenga la obra.

Lo malo de esto es que si la obra no se ajusta a la idea preconcebida que se han hecho de ella, la rechazan, le aplican múltiples epítetos descalificativos y la confinan al limbo de los libros repudiados. He notado esto por algunos comentarios negativos hechos a mis libros, bien a través de la prensa, en ponencias o cara a cara.

–Yo esperaba que su novela El derecho a la ternura hablara de las leyes del amor.

–Me asomé a La comedia urbana con la esperanza de leer un libro sobre la comedia de la vida en las ciudades y usted me ha salido con esa cosa que no tiene pies ni cabeza.

–¿Por qué no le puso otro nombre a su personaje Teresa? ¿Por qué no la llamó Margarita?

–Perdone, señor Sequera, pero cuando abrí su libro Evitarle malos pasos a la gente, esperaba algo de orientación para caminar por la vida. ¡Y qué decepción!, me encontré con unos cuenticos llenos de… Llamémosla poesía, para no entrar en detalles.

En todos esos casos y otros similares, he advertido que esperaban hallar algo en mi obra y, al no encontrarlo, se decepcionaron. Esto, por supuesto, es absurdo, pues el libro es el que es y no el que ellas y ellos suponen que sea.

En otra categoría ubico los críticos y los comentarios necios:

–Su cuento “Los dientes nuevos de la tía Nora” puede parecerles divertido a algunas personas, pero es una pura mentira de principio a fin. ¿Para qué lo escribió? ¿Usted ha leído La Biblia? Ahí está todo lo que se debe contar y, por si usted no lo sabe, contado por Dios mismo. Y no hacen falta más cuentos, y menos, si están llenos de mentiras como el suyo.

–¡Ay, perdóneme, yo no he leído su Teresa, porque una amiga me dijo que era igualita a Mafalda! ¡Y como yo me he leído el libro Toda Mafalda!

Por fortuna, hay otro tipo de lectores y algunos críticos serios. Sus comentarios, cuando los hacen –positivos, negativos o neutros–, los acepto con cariño, pues me ponen en contacto con quienes han leído de veras lo que yo he escrito, sin ideas preconcebidas, ni prejuicios.

Lamentablemente, estos no abundan, en tanto los otros parece que los regaran con abono semilíquido.

 

Armando José Sequera


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