Al derecho y al revés | Elecciones limpias... en EE. UU.

06/09/2023.- Para una población que lleva lo que va de siglo recibiendo el inmenso lavado cerebral que termina haciéndole creer a los venezolanos que no hay otros matices, en materia política, como no sean los de la polarización, es difícil predicar contra tal situación, que considero el peor riesgo para la integridad de la nación.

La polarización, sin embargo, parte de un hecho natural que se puede constatar en competiciones atléticas, elecciones de reinas de belleza o entregas de premios literarios y de pintura infantil.

Por lo general, en esos eventos siempre hay un ganador y un segundo lugar, que se acerca a la victoria lo suficiente como para que sus hinchas ejerzan el derecho al pataleo con frases como "si la carrera durara cien metros más", "si no se le hubiera corrido el maquillaje a la nuestra" o "ese jurado fue comprado".

Hasta aquí, digamos que la naturaleza alimenta la polarización entre el ganador y un segundo, pero, aun en casos extremos, difícilmente se llega a odiar al adversario, desearle la muerte o pasar los días conspirando en su contra.

En la política, donde se juega el poder, por el contrario, ha habido casos históricos donde factores interesados avivan el fuego de la polarización. Antes lo hacían desde los púlpitos, luego fueron relevados en esa acción criminal por los medios y últimamente son las redes los espacios que alimentan el odio entre dos adversarios, ignorando la posibilidad de que existan otros factores en juego o tan simple como que los adversarios lleguen a acuerdos.

Históricamente, Venezuela sufrió la peor guerra civil de los países hispanohablantes cuando federales y centralistas se mataron entre sí para llegar a un pacto después de haber empobrecido y desangrado la nación, superando los daños y muertes de la independencia.

Pero no somos los únicos, porque a mediados del siglo XX los españoles vivieron una guerra civil que, según algunos historiadores, costó un millón de muertos y muchos más exiliados.

Esa guerra fue avivada por extremistas de ambos bandos que, a guisa de defender la democracia, querían instaurar una dictadura.

Esos extremistas son como los que hoy día, y desde que el comandante Chávez ganó su primera elección, avivan la polarización, aun cuando en España y en Venezuela eran y son una minoría vocinglera e irresponsable.

En España, las mayorías —tanto de los nacionales del bando que con Franco ganó la Guerra Civil como los republicanos que la perdieron— detestaban la monarquía y por eso factores de la izquierda como de la derecha votaron en contra de los Borbones en el plebiscito que acabó momentáneamente con reyes y príncipes.

Pero la mayoría que ganó la votación —no la guerra— le tuvo miedo a enfrentar a sus extremistas, a los que les dio por asaltar iglesias y robar bancos… y se cogieron el gobierno.

En el otro bando tampoco hubo un liderato personal o colectivo capaz de alertar lo que venía y frenar los enfrentamientos callejeros.

Como dato curioso, que la historia polarizada escamotea, el general Sanjurjo, que era el jefe de la rebelión militar que terminó encabezando Francisco Franco, era el mismo militar que se había negado a sacar la Guardia Civil por orden del rey Borbón para desconocer el triunfo de la República.

Para la historia, Sanjurjo murió en un accidente de aviación apenas comenzada la guerra y lo sucedió Franco. Hay quien dice que Sanjurjo, ya viejo, no habría ganado una lucha tan sangrienta, pero son especulaciones.

La polarización contra la que todo venezolano decente y patriota debe luchar acaba con el debate de ideas y lo sustituye por denostaciones de los unos contra los otros.

Peor, en un clima polarizado, los políticos bajan abismalmente la formación y en nuestro caso vemos que les basta con repetir mantras ante periodistas complacientes, incapaces de repreguntar la barbaridad que diga el invitado, porque en un clima de polarización no hay periodismo, sino conversas entre compinches.

La polarización también facilita que aventureros con mucho dinero financien politiquillos, esperando recuperar con creces el capital cuando el bandido llegue al poder.

Bien, está visto que la polarización acaba, como escribí, con el patriotismo y la prueba es que ningún político opositor entre los aspirantes a primarias ha reclamado a parlamentarios yanquis que exigen el mantenimiento de las sanciones hasta que Venezuela libere presos que han cometido delitos, habilite personajes que han asaltado los haberes públicos o han cometido actos de traición.

Esa metiche petición de parlamentarios gringos equivale a que yo me ponga a recoger firmas en Venezuela para exigirle al presidente Biden que deje en paz a Trump, que aprese a su hijo, que identifique la ciudadanía y que monte un sistema electoral más o menos decente.

Me provoca hacerlo y les pediría la firma a los candidatos a primarias, a ver si saltan o se encaraman y dejan la estúpida polarización.

 

Domingo Alberto Rangel


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