Derreflexión | Aprender a relativizar los problemas
Ayuda a restar la carga de angustia que suponen
09/09/2023.- Cuando sobrevienen los problemas es normal sentirnos abrumados, sin embargo, muchas veces se recomienda relativizarlos para poder tener un equilibrio que nos permita gestionar mejor nuestras emociones y encontrar una solución adecuada.
No obstante, relativizar los problemas no significa olvidarse de ellos o ignorarlos, sino darles otro tipo de relevancia en nuestras vidas, pues, en ciertas ocasiones, les damos más trascendencia a las dificultades de la que en realidad tienen.
No siempre podemos diferenciar entre lo que urge y lo que importa, así como tampoco distinguimos entre lo banal o lo que es ciertamente grave.
Pensando con calma
Si lo pensamos con calma, nos daremos cuenta de que no todas las situaciones que atravesamos son en verdad problemáticas. Algunas veces, solo se trata de circunstancias que se deben afrontar y solucionar.
Sin embargo, aun si se considera que dichas situaciones son importantes o no, siempre es recomendable relativizarlas un poco, tomando algo de distancia para observar mejor el panorama y resolver de forma exitosa.
Si se trata de un hecho que se repite muchas veces, entonces es aconsejable, además del autoanálisis, buscar ayuda profesional para analizar el porqué de esas repeticiones.
Un poco de concentración, reflexión y, si es preciso, asistencia especializada pueden ayudarnos en la tarea de quitarles la "máscara" a muchas circunstancias que llamamos problemas, para verlas de una manera diferente o evitar que se repitan, rompiendo el hilo conductor entre esos nudos.
Ejercicio reflexivo
Una clave para aprender a relativizar las crisis es calmar la marea de pensamientos por un instante, respirar de forma lenta y hacer un análisis de lo que nos está pasando, para darnos cuenta de si de verdad es relevante o qué soluciones se pueden encontrar.
Un ejercicio consiste en imaginar que ya han transcurrido diez años y preguntarnos: ¿cómo solucioné esa circunstancia? ¿Fue realmente grave para afectar mi presente? ¿Qué aprendí de ese entonces?
Ahora, recordemos otras situaciones que ya hemos resuelto con anterioridad y preguntémonos: ¿soy capaz ahora? ¿Qué es lo peor que podría ocurrir?
Analicemos con detenimiento: nada es más valioso que nuestra propia existencia. Entonces, busquemos la reconciliación con nosotros mismos y, en otras ocasiones, simplemente dejemos ir, porque muchas veces es nuestra mente la que crea escenarios que no tienen posibilidad de ocurrir.
Desconectarnos por un momento y considerar que, si mañana dejásemos de existir, lo más preciado en nuestras vidas de seguro no sería esa circunstancia que hoy nos ocupa. Así nos distanciaremos y realmente disfrutaremos de lo que sí es de verdad sustancial.
Isbelia Farías