Chile de Allende: 50 años de un golpe de Estado que no se olvida
En 1973 una rebelión militar acabó con el Gobierno y la vida de Salvador Allende
10/9/23.- El 11 de septiembre de 1973 un golpe de Estado acabó con el Gobierno y la vida de Salvador Allende. Ese día, Chile perdió la esperanza de un camino de cambios que miraría a los más desposeídos, a los trabajadores, a todo un pueblo que, con votos, eligió a su líder.
Ha pasado el tiempo y este 11 de septiembre de 2023 se cumplen 50 años de ese día. El ministro de Defensa de Allende, Augusto Pinochet, aliado con Estados Unidos, derrocó con las Fuerzas Armadas al presidente y se hizo con el poder a partir de 1975.
El Gobierno de Allende fue el primero de izquierda que asumió la Presidencia sin hacer uso de las armas, pues se hizo del poder mediante las urnas electorales. Gobernó a partir del 4 de noviembre de 1970. Casi tres años después murió dentro del Palacio de La Moneda (casa presidencial), luego que la edificación fuera bombardeada por el Ejército chileno.
Allende fue médico cirujano, dirigente del Partido Socialista Popular. Su mirada hacia los trabajadores y los pobres y su plan de Gobierno socialista no fue del gusto de Estados Unidos, país que participaba en las dictaduras del Cono Sur y no toleraba a líderes de izquierda.
Antes del golpe, Allende enfrentó varios sabotajes durante su mandato: huelgas de transporte, desaparición de alimentos de los anaqueles, protestas, paros indefinidos.
En los primeros años de su gestión, desde Estados Unidos, a través de la CIA, en unión con los sectores empresariales de Chile, se activó un plan de desestabilización en ese país, el cual incluía la creación del caos económico y político, fomentar el descontento y profundizar el miedo al comunismo.
Al mismo tiempo había que bloquear las iniciativas legislativas de la izquierda, organizar manifestaciones, atentados explosivos y sabotajes de todo tipo. Esa era la fórmula para el caos, que requería también de muchos fondos, reseñó el portal Interferencia.
Las grandes fuerzas económicas y norteamericanas no querían a un socialista en el poder porque no deseaban perder el control de las riquezas de esa nación. Chile es un país rico en minas de cobre y otros minerales, y los grandes capitales no estaban dispuestos a permitir un gobierno de izquierda.
Por otro lado, estaba en pleno auge la Revolución Cubana, con Fidel Castro a la cabeza, y la consigna chilena que tomó fuerza en las protestas opositores era: “Chile sí, Cuba no”, todo impulsado por los más poderosos que pretendían seguir manejando el poder desde sus tronos. En definitiva, Salvador Allende no les convenía ni a los empresarios y ni al Gobierno estadounidense.
Aunque la justicia chilena afirmó en 2011 que Allende se habría suicidado dentro del palacio presidencial, por la forma como se halló su cuerpo, hay quienes afirman que no se quitó la vida, sino que, como él mismo dijo, murió en el lugar donde el pueblo lo puso.
“La autopsia que los médicos José Luis Vásquez y Tomás Tobar hicieron la misma noche del golpe de Estado había arrojado que el exlíder de la llamada Unidad Popular se había suicidado. Y esa era la versión oficial”, reseñó BBC en un artículo publicado el 19 de julio de 2011.
Sin embargo, un estudio realizado en 2008 por el tanatólogo Luis Ravanal, a través de análisis sobre las conclusiones de 1973, apuntaba a la presencia de un segundo disparo en el cuerpo de Allende, lo que abrió paso a las dudas, agregó el portal de noticias internacional.
Ese acontecimiento, la muerte de Allende y su derrocamiento, marcó para siempre a los chilenos, selló un antes y un después en la historia de esa nación, e incluso de la región.
Es inolvidable, especialmente por lo que Augusto Pinochet inició después de 1975: desapariciones forzadas, persecuciones a quienes apoyaban a Allende o pensaban distinto, asesinatos, en fin, una historia muy oscura para el país sudamericano que aún llora a sus muertos.
Nace en Chile la denominada Operación Condor en noviembre de 1975, cuando Manuel Contreras, jefe de la DINA (Dirección de Inteligencia Nacional), convocó a una reunión en Santiago a jefes de inteligencia de otras dictaduras sudamericanas.
Mientras tanto, se formó un gobierno de extrema derecha y genocida que duró desde 1973 hasta el 11 de marzo de 1990, dejando un saldo de 28 mil 459 víctimas de tortura y 3 mil 227 personas ejecutadas o desaparecidas (2 mil 125 muertos y 1 mil 102 desaparecidos), de acuerdo con cifras de la Comisión de la Verdad y Reconciliación.
Ahora bien, justo el día del golpe, ya alertado de un levantamiento militar desde horas de la mañana, Allende se dirigió a los chilenos con estas palabras: “Trabajadores de mi patria: tengo fe en Chile y su destino. Otros hombres superarán este momento gris, y amargo donde pretende imponerse la traición. Sigan ustedes sabiendo que, mucho más temprano que tarde, se abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre para construir una sociedad mejor”, dijo en lo que fue su último discurso.
Luego de eso Chile se sumió en el túnel de un gobierno de facto derechista y con un modelo económico liberal, hasta 1990, luego de un referéndum en el cual la mayoría de los chilenos votó por la salida del dictador. A través de la llamada Concertación, movimiento de partidos de distintas ideologías, esa nación austral volvió a la democracia, pero una “democracia” muy impregnada de las mismas reglas de la dictadura y bajo la pinochetista Constitución de 1980, a la cual la población comenzó a rechazar a inicios del siglo XXI.
Boric, ¿La esperanza?
En marzo de 2023, Gabriel Boric cumplió un año en la Presidencia de Chile. Llegó al Gobierno, junto al Frente Amplio, generando esperanzas de cambio en el pueblo por su liderazgo estudiantil, por su deseo de promover la educación gratuita en Chile (siempre ha sido privada y muy costosa) y por no pertenecer a ninguno de los partidos tradicionales. Boric es parte de la alianza de izquierda política Unidad para Chile y eso, en un sector de la población, generó la sensación de empezar un camino justo en Chile.
Boric comenzó a ser visto, incluso, como la llama del progresismo en la región, la llegada de una nueva izquierda. El presidente actual de Chile ganó las elecciones en 2021 con el 55,9% (4.618.480) del total de los votos.
Sin embargo, el encanto de los electores y del pueblo en general no duró mucho, más bien lo que ha aumentado son las críticas a su forma de gobernar, especialmente porque ha promovido las divisiones políticas en el país, por la reforma tributaria en el Parlamento, por haberse presentado como un gobierno comunista y acusado de sabotear el proceso constituyente que él prometió en campaña, que busca discutir y aprobar una nueva constitución que termine de una vez con los resquicios de la dictadura.
De acuerdo con la encuestadora chilena Criteria, “Gabriel Boric es el presidente que más ha aumentado la división política desde el retorno a la democracia”.
Así lo revela el estudio de esta empresa publicado este miércoles 6 de septiembre, donde la aprobación a la gestión Boric es la más baja desde que asumió el mandato en marzo del año pasado.
Criteria indica que su aprobación bajó al 26% (-5 puntos), mientras que su rechazo subió al 65% (+5 puntos), la cifra más alta desde que asumió el poder.
En la red social X (antigua red del pajarito azul), distintos usuarios califican la gestión del mandatario como una farsa, incluso criticado por sectores de izquierda que lo apoyaban.
A 50 años del golpe de Estado, Chile enfrenta a un gobierno que no aclara sus políticas, que está más vinculado con fuerzas de derecha que con los ciudadanos.
Corrupción y discriminación son algunos de los calificativos que en este momento enturbian el Gobierno de Gabriel Boric, pese a los esfuerzos que este ha hecho para mantener su imagen de progresismo. A 50 años del golpe contra Allende, la incertidumbre gobierna en Chile.
NARKYS BLANCO / CIUDAD CCS