Caracas y su ocupación territorial

La apetencia por obtener un pedazo de tierra siempre estuvo presente

15-09-2022.- El esplendoroso valle de los toromaymas

Quien observe hoy el valle de Caracas tendrá la visión de un espacio apretujado, con soluciones habitacionales y comerciales, que con el correr del tiempo han visto multiplicarse; generando el malestar consecuente en la prestación de servicios, particularmente agua y electricidad. Sin embargo, Caracas mantiene su belleza propia, su vegetación natural y la imponente vigilancia del Guarairarepano.

Desde los lejanos tiempos de sus inicios fundacionales, pasando por los siglos XVII y XVIII, de lenta y precaria formación institucional y humana, y transitar el turbulento siglo XIX signado por la guerra, ruina económica e inestabilidad política, Caracas vio cómo se repartían las feraces tierras que constituyeron el bello valle surcado oeste-este por el río Guaire, otrora navegable y de límpidas aguas, en cuyas playas refrescaron sus cuerpos las caraqueñas y los caraqueños de antaño, pero eso sí, separados.

Terrofagia y latifundio

El latifundio fue el signo preponderante que sostuvo el hecho económico colonial. Vastas extensiones de tierras fueron entregadas, por vía de mercedes y composiciones, a los que ya eran propietarios, integrantes del mantuanaje criollo de apellidos encumbrados, y de esa manera ampliaban sus posesiones preexistentes. El valle de Caracas, en la fase inicial de la conquista-colonización española, no escapó a esta realidad y grandes porciones de terrenos, de los mejores, se repartieron a los que luego Herrera Luque llamaría los Amos del Valle.

Grandes porciones de terrenos se repartieron a los "Amos de El Valle"

El apetito voraz del invasor español por el oro, movió todas sus empresas de conquista. Diego de Losada, venido desde El Tocuyo en enero de 1567, comandando una hueste depredadora, de muerte y de rapiña, estuvo atraído hacia el valle de Caracas por un oro que nunca consiguió, pero sí consiguieron a muchos indios que matar, con todo y la enconada resistencia que estos presentaron a las armas invasoras. Además de tierras, Losada repartió indios en encomienda a sus capitanes y soldados, y así se aseguraba una mano obra de indígena compelida a un trabajo de sol a sol, sin descanso. En la traza o dibujo de un plano que acompañaba la Relación del gobernador Juan de Pimentel en 1578, se observan las primeras veinticuatro manzanas de la planta inicial caraqueña. Allí se establecieron, particularmente en las más céntricas parcelas, los acompañantes de Losada, que además recibieron tierras para el cultivo y cuido de animales en los espacios inmediatos. Para los menesterosos, los más pobres, solo quedaron terrenos en declive, hacia las orillas de las quebradas y ríos.

Lo que continuó en el tiempo

En el Archivo Histórico Municipal de Caracas, quedaron registradas las distintas entregas de lotes de terrenos, particularmente para la construcción de viviendas. Una cuadra, un solar o un cuarto de solar, medidas en varas (una vara equivale a 80 centímetros actuales) fueron entregadas, con el compromiso del pago de una pensión anual al Concejo Municipal, así a los más poderosos como a la gente pobre, necesitada, que no tenía dónde vivir.

Entre 1664 y 1668, por ejemplo, se cursaron 43 solicitudes ante el ayuntamiento, y en algunos casos se trataba de despojos que alguien pretendía hacer de un solar ajeno. Así, el 21 de enero de 1664 José García reclamaba como suyo un solar…”en el barrio de Caruata”… del cual pretendió despojarlo José Romero. Para el 20 de octubre de ese mismo año, Beatriz de Requena, viuda, había recibido medio solar como herencia, pero siendo su condición de…”pobre de solemnidad”… acudió a la instancia municipal para que no se le cobrase la pensión correspondiente, solicitud a la cual no respondió positivamente el ayuntamiento.

Ejemplos como los anteriores fueron muchos en el tiempo, y así vemos como 150 años después, en 1806, Pedro de Vega pide un solar…”situado en esta ciudad y que servía de juego de pelota, en la calle de este nombre”… lo que hoy se denomina esquina de La Pelota. En otra solicitud, Juan García de Miranda pidió un solar de 18 varas de frente por 75 de fondo en El Calvario…”valorizado en sesenta y tres pesos”… Poco a poco se fue ocupando el espacio de Caracas, y se fueron consolidando las grandes propiedades por distintas vías: compra-venta, herencia o entrega por vía institucional. Hacia el este de la ciudad, hasta Chacao y más allá, se formaron grandes estancias como Blandín (hoy Country Club) Hacienda Ibarra (hoy U.C.V.) El Rosal, La Carlota y Las Mercedes. Otro tanto ocurrió hacia el Sur de Caracas, pero ya a inicios del siglo XX, cuando las familias poderosas (Zuloaga, Boulton, Phelps) construyeron grandes quintas en El Paraíso. Luego debido al crecimiento urbano, migraron hacia el este, remontando cerros a los cuales dieron los nombras de terrazas o lomas, y levantaron grandes urbanizaciones.

Esquina La Pelota en la Caracas de ayer.

El menesteroso que no tenía dónde vivir o el campesino que se vino a la ciudad deslumbrado por un mejor vivir, también fueron a los cerros, a los cuales no cambiaron de nombre, a resguardar su humanidad con endebles viviendas de zinc y cartón piedra. Esto, que representó un crecimiento demográfico desmesurado, también puso de bulto la incapacidad de gobiernos que no supieron dar respuestas contundentes a esta problemática.

La Revolución Bolivariana sí dio respuestas oportunas a esta situación, y a través de la entrega de certificados de tierras urbanas en conjunto con la Misión Vivienda, ha tratado de adecentar esta crítica situación, que poco ha dotado a las comunidades de sus títulos de propiedad de tierras, así como ha invertido mucho en la solución de la crisis habitacional.

ANTONIO JOSÉ GONZÁLEZ ANTÍAS: CRONISTA DE CARACAS / CIUDAD CCS


Noticias Relacionadas