Cívicamente | Una carrera así...
Pensar que estudiar en la universidad es para hacerse millonario es ilusorio
28/09/2023.- "Yo quiero que mi hijo sea ingeniero o una carrera así, que le dé bastante plata…". Fue esa la expresión que oí decir a una señora. Como la conversación no era conmigo, y solo escuché esa parte de manera fortuita, no pude intervenir, pero sí me hizo reflexionar en cuanto a la valoración que se le da hoy día al hecho universitario como instrumento de lucro personal y no como herramienta para la construcción social, donde el bienestar y la prosperidad terminen siendo colectivos y de beneficio común.
Aquí necesariamente debe exponerse la visión de la madre, que ilustra este caso, y la del Estado, en su papel de regente de la educación como derecho constitucional fundamental para el desarrollo de sus fines.
Antes cabe resaltar que en la actualidad en Venezuela no existen las limitaciones para el ingreso universitario que había en la década de los noventa. Las grandes transformaciones sociales y políticas posteriores a la llegada al poder del comandante Hugo Chávez Frías hicieron que hoy día aspirar a la educación universitaria pública y gratuita no sea un tema de suerte o "palanca", sino de planificación y políticas de Estado orientadas a ese fin.
Sin embargo, pese a todo este panorama positivo, hay un tema vocacional y de pertinencia que aún no está resuelto.
Los jóvenes recién egresados de la educación media diversificada, ante las oportunidades académicas, aspiran, más por la influencia del entorno que por vocación real, a las carreras que la sociedad de consumo y del capital imponen. Estas son promocionadas en los grandes medios de comunicación y son el ideal del éxito. En la ficción, las desempeñan los cotizados galanes de telenovelas y películas, millonarios todos, de donde seguro parte el deseo de la señora, que arriba menciono, de que su hijo "sea ingeniero o una carrera así…".
Si bien todas las profesiones son importantes y necesarias para la sociedad, la función del Estado, además de garantizar la educación —en este caso en el nivel universitario— en procura de desarrollar el potencial creativo de cada ser humano y el pleno ejercicio de su personalidad, debe también velar por la valoración ética del trabajo y la participación activa, consciente y solidaria en los procesos de transformación social. Es allí donde cabe resaltar la pertinencia.
Así pues, en esa función indeclinable y de máximo interés que tiene el Estado no solo debe limitarse a procurar estudios universitarios para satisfacer preferencias personales; debe también procurarlos como instrumentos del conocimiento científico, humanístico y tecnológico al servicio de la sociedad.
No se trata de que se obligue a alguien a iniciar una carrera universitaria que no le guste, pero sí de promover y estimular otras áreas del conocimiento, quizás no tan populares para la sociedad de consumo, pero que sí responden a las necesidades del Estado y le pueden permitir al egresado insertarse en el campo laboral con un plan concreto, que le traerá crecimiento profesional en la medida que tributa al desarrollo del país.
Entonces, "una carrera así…", entendida como la que genere dinero a montón, no existe, salvo excepciones donde seguro otras condiciones cuentan, pero en la generalidad no es así. Pensar que estudiar en la universidad es para hacerse millonario es ilusorio; convencernos de que es para forjar país y construir patria es necesario.
Carlos Manrrique