Psicosoma | Autosaboteos

El amor es el regocijo por la mera existencia de aquello que amas. Es un deseo de plenitud del ser del otro.

Jacques Lacan

 

10/10/2023.- La vida no es en blanco y negro y la felicidad son momentos de plenitud al sentir y saber que no nos necesitan los hijos, el amante, los amigos o la familia. Sin nostalgias, caminamos hacia lo que nos tiene la vida, "lo que vendrá" (tango de Piazzolla que bailé mucho con mi papá).

Siempre en mi tránsito de vida, amo apasionadamente, y del mismo modo, vuelo sin apegos a recoger retazos de guerritas emocionales. Mi camino es reconstruirme en la serenidad, estar tranquila, presta con ganas a todo lo que venga, en el buen vivir, con sentido poético, consciente de amar cada instante ante la obra de arte que somos cada uno de nosotros y cada una de nosotras, con las potencialidades únicas e irrepetibles de cada individuo especial.

Somos una obra de arte maravillosa que escucha, ve, habla, llora, ama, mueve, come, teme, agrede y piensa. Ver y sentir los primeros pasitos de una hija o un hijo nos conmueve para toda la vida, e igual nos maravilla verlos vocalizar sus primeras palabras.

El mundo consumista en que vivimos ha masificado la adicción a la felicidad y manipula bajo la dictadura de las redes de comunicación, con sus leyes competitivas que han torcido las mentes de jóvenes y adultos, que necesitan de aceptación. Cada individuo se ajusta a recibir sus dosis de dopamina y oxitocina para tener estados de felicidad, porque casi nadie soporta los estados de insatisfacción.

La felicidad es la tranquilidad de hacer el bien, la serenidad que se experimenta al dar el último abrazo a los seres queridos que sientes que más nunca verás en este plano, y se llora y ríe de alegría al aceptar que la vida se nos agota. Es la plenitud por la que los chicos hacen el bien en sus nuevos espacios con sus familias.

La vida es una despedida eterna y si se conoce el amor en ese tránsito, la felicidad nos impregna el nuevo renacer serenamente, sin los saboteos que están a la orden en mentes confusas, narcisistas, rebeldes sin causa, seres sin estima, endiosados por la violencia y el odio, cuando en el fondo desean ser tomados en cuenta, sanarse y ser amados.

¡Cuánta responsabilidad amerita la psicoterapia! Lo sé por mi querida Magdalena Quiroga, quien recae en los síndromes de Pinocho y Peter Pan por el temor a compromisos con un nuevo romance. Su mitomanía ha aumentado desde hace tres meses. Ya no soporta la socialización e imagina pretendientes. La gota que derramó el vaso fue la cita con su cardiólogo. Según ella, este le tocó los senos y de paso la invitó a almorzar un fin de semana. Desde entonces, ella cree que puede ser abusada sexualmente. En sus sueños y pesadillas el médico la posee. Rechaza la psicoterapia mensual.

Ella se resiste a pasar a otros niveles de autoconocimiento, de "crecer", y se autosabotea. La psicoterapia radica en alumbrarle otras salidas, en decirle: "Eres otra y ya no la niña…". Cuando ella piensa que no puede más, "inventa" y considera que nadie la merece. Se siente sucia y se autodestruye con imágenes de mujeres violentadas a través de la historia y canta: "Clavo que saca otro clavo"...

Se resiste a vivir con ella misma, al autodescubrimiento de ser una obra de arte y alguien especial. Trabajamos con literatura y cine y la película La la land le hace reflexionar.

 

El amor es la primera decisión de hacer todo lo que yo pueda para que tú elijas lo que quieres hacer, aunque no me incluyas.

Jorge Bucay.

 

Rosa Anca


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