Caraqueñidad | La lengua es castigo del cuerpo… y de las manos también
Como el pueblo es el que manda, nos apegamos a lo que dicta la memoria popular
Ni siquiera las fuerzas protectoras de su pipa encantada pudieron salvar al Presidente del terrible atentando, que aunque no cobró su vida, reforzó aún más aquel refrán popular que asegura que la lengua es castigo del cuerpo… y de las manos también.
Aún quedan defensores del casi extinto Acción Democrática y del líder principal de esa tolda política, Rómulo Betancourt. Ellos aseguran que él nunca pronunció la fatídica, premonitoria y tristemente célebre declaración pública: “Que se me quemen las manos si he tocado el erario nacional…”.
Muchos otros dicen lo contrario. Incluso, gran cantidad de portales dan por hecho que lo pronunció por radio y televisión, y por eso lo reseñó la prensa del momento. Lástima que en la década de los años 60 no existía la internet para registrar irrefutable e inmediatamente tan elocuente momento, que hoy sigue como tema de seguridad nacional, ya que, con pronóstico o no, el fallido atentado fue perpetrado en contra del líder político, escritor y miembro de la Generación del 28, quien logró salvar su vida pero no la integridad de sus manos ante los explosivos embates de aquellos 100 kilos de dinamita asesina.
Y como el pueblo es el que manda, nos apegamos a lo que dicta la memoria popular…
El lugar, Paseo Los Próceres. Caracas. Por allí desfilaría la caravana presidencial como parte de los actos conmemorativos del 24 de junio de 1960. Un moderno Oldsmobile aparcado en una orilla de la acera era un coche-bomba, al mismísimo estilo del Medio Oriente. Allí aguardaba a que el vehículo presidencial se aproximara lo suficiente como para activar la letal carga y de un solo clic volar por los aires al controversial mandatario.
Rómulo, nacido y criado en Guatire, aunque muy preparado en asuntos de política, historia, sociedad y cultura, quizás por crianza, tenía un inocultable debilidad por mitos, ritos y creencias. Para él, dicen, había un más allá y una corte de personajes que desde esos planos superiores le enviaban mensajes que siempre le guiaron en su accionar y ya le habían salvado de al menos dos atentados previos.
Según la leyenda urbana, halló en su inseparable pipa el amuleto protector, ya que por pura moda y por su cada vez más marcado hábito de fumar (o de cuidarse) nunca lo abandonaba.
Un reconocido brujo de Barlovento (tierra de comprobados encantos), que lo llamaba Romulito por puro cariño, le ensalmó la cachimba humeante con un delicado y sabio ritual para transformar aquel simple utensilio de fumar picadura en el eterno amuleto que le protegiera la vida al llamado padre de Acción Democrática. Tamaño compromiso reposaba sobre los hombros de tan peculiar hechicero, cuya identidad se ha mantenido en secreto porque es parte del sumario de este relato. Aunque ese negro es brujo, brujo es, mírale los ojos, color café…
Dicen que no se sabe con cuántos ramazos, ni con cuántas botellas de ron y aguardiente blanco más unos 10 tabacos Amazonas, fueron necesarios para conjurar la protección en esa fastuosa ceremonia con la que el curioso encantador garantizaba larga vida para Romulito, el maraco de María Teresa y Elena; hijos todos del migrante canario Luis Betancourt y doña Virginia Bello Milano.
La mañana de ese 24 de junio, se cree, Rómulo estaba muy alerta debido a su intuición extrasensorial. Según un viejo periodista guatireño, también en el anonimato por ser parte de la investigación, el proceder cabalísitico del entonces mandatario lo mantuvo muy atento. Se cumplían 139 años de la Batalla de Carabobo (donde las tropas de Bolívar les dieron una felpa a los españoles): la sumatoria de esa cifra (1+3+9=13) da como resultado 13, un signo del azar. "Zape gato ñaragato", decía el líder adeco. Si fue el 13 de febrero de un año antes en el que tomó posesión, esta vez este bendito 13 podría ser una inequívoca señal de que algo extraño podría ocurrirle…
Quizás no había dormido bien pensando en las cuentas pendientes con su conciencia denunciadora, ya que años atrás había emprendido una campaña internacional para buscar ante la OEA el desconocimiento del régimen del dictador dominicano Rafael Leonidas Trujillo, a quien no dudó de señalar como el autor intelectual del atentado que terminaría apenas quemando sus manos, las que mostró vendadas ante la nación entera para hacer el anuncio públicamente.
Lamentablemente en la explosión perdieron la vida el jefe de la Casa Militar, coronel Ramón Armas Pérez, un segundo oficial y el conductor de confianza presidencial.
Y aunque Rómulo contaba con su brujo y con su partido y sus adeptos, y sus espíritus y su pipa encantada, se le olvidó que este pueblo es sabio, paciente y no olvida.
La realidad es que el brujo y sus poderes protegieron al exmandatario adeco hasta que el 28 de septiembre de 1981, cuando víctima de un derrame cerebral, Betancourt pasó a otro plano en el Doctor’s Hospital de Nueva York a los 73 años.
PS: Un año más tarde de aquel atentado de Los Próceres, un lujoso Chevrolet, que hacía las veces de carro presidencial de República Dominicana, fue emboscado y su pasajero principal acribillado. Aún la historia no da con el nombre del autor del sonado magnicidio. Otro top secret de este cuento. Así como ha quedado en el olvido un texto famoso que pretendió desaparecer de la faz del planeta la cúpula de AD, llamado Aves de Rapiña sobre Venezuela…Dios nos agarre confesados!
Luis martín