Estoy almado | La falsa defensora de la soberanía
18/11/2023.- Si fuera verdad que María Corina Machado protege la soberanía nacional —en especial ahora que Venezuela toda defiende nuestra Guayana Esequiba de la ExxonMobil—, no hubiera llamado en el 2019 a una intervención militar que, de haberse concretado, no solo hubiésemos perdido el poder legítimo de nuestro territorio, sino que también estarían muertos millones de venezolanos, sin distinción de su posición política. Esto no es especulación: si usted lo busca en Google, encontrará abundantes reportes de semejante petición fratricida.
En aquel entonces, Machado clamaba por una operación "moderna, quirúrgica, del siglo XXI", según decía, para derrocar a Maduro. Para cumplir su propuesta, recuerdo que el medio alemán DW ofreció un menú de "opciones" a través de un macabro reportaje. Todas las alternativas implicaban un baño de sangre y el posterior comienzo de una guerra civil. Obviamente, a ella ni la soberanía ni la vida de todo un pueblo le importa un carajo.
Machado también llamó a que una fuerza militar "de paz" acompañara la invasión por Cúcuta, promovida por Guaidó. Se trataba de aquella operación bautizada con el eufemismo de "ingreso de ayuda humanitaria". Fue público cuál era el deseo de ella: "Comunidad internacional, no basta con el apoyo de llevar la ayuda. Tienen que entrar (sic)", dijo.
En esos atroces intentos de invasión promovidos por el antichavismo, ella nunca mencionó la palabra soberanía. Ni mucho menos habló de defender el país ante el ultraje que significaba la entrada de un ejército invasor o de poderes fácticos transnacionales. De hecho, con esa postura sería contradictorio que hoy Machado repudiara públicamente que la ExxonMobil extraiga de forma ilegal petróleo en el campo petrolero de Payara, en aguas pendientes por delimitar. ¿Acaso alguien la ha visto rechazar las acciones de la ExxonMobil en el territorio en disputa?
En lo que sí la han visto es en su intento de alinearse con un sentimiento nacional que, por primera vez desde hace mucho tiempo, ha unido a sectores variopintos. Sin embargo, lo hace desde una impostura, pues lo que no se siente, siempre se nota, como el amor o la tos.
Su pasado antisoberanista la delata. Por más que intente mimetizarse, en el fondo ella no tendría reparo en entregar el Esequibo y el país al servicio de poderes foráneos. Cree en eso. Se le ven las costuras cuando, por ejemplo, jura y perjura en las redes que es casi una defensora innata de la soberanía del Esequibo. Sin embargo, al mismo tiempo se muestra en una fotografía, cuyo fondo tiene una bandera de siete estrellas, precisamente sin la octava que compone la Guayana Esequiba. El diablo está en los detalles...
Ahora, no se puede negar que el referendo por el Esequibo le ha generado problemas con su imagen de supuesta defensora de la soberanía. Por un lado, no le queda otra cosa que apoyar que el gobierno se defienda en cualquier instancia internacional. No hacerlo es rayar en el antivenezolanismo extremo, aunque en ella, la verdad, no sería algo extraño... Si en este momento no lo hace es porque se arriesgaría a perder apoyo de ciertos sectores opositores nacionalistas.
Por otro lado, desestimula abiertamente el llamado a votar en el referendo cuando lanza el nuevo "mantra cazabobo" del antichavismo extremista: "La soberanía se ejerce, no se consulta".
La frase sugiere que el Estado no debería hacer un referendo consultivo en defensa del Esequibo. Y se alinea con su postura "no electoral" en descrédito hacia el CNE. Además, cuando dice que la "soberanía se ejerce", deja entrever que el gobierno es blandengue, desidioso y permisivo, que no defiende el país con fuerza y no asume un escenario de guerra declarada contra Guyana, como ella supuestamente sí lo haría porque, según la prensa europea, es la nueva "Mujer de Hierro", después de Margaret Thatcher.
Es sabido que cuando Machado repite: "La soberanía se ejerce, no se consulta" intenta quedar bien con el país, en la defensa del Esequibo, pero sin dejar de atacar discursivamente al gobierno, como lo exige su base de seguidores extremistas. No vaya a ser que su pose falsa y momentánea de defensora del Esequibo se entienda como un apoyo al chavismo. O peor: que sea vista en los círculos antichavistas como la nueva "colaboracionista del régimen".
El problema de las imposturas es que no duran mucho tiempo. La de ella se vendría abajo mañana mismo si solo tuviera una oportunidad para mostrarse como en verdad es. Porque andar siendo lo que no eres, pesa y desgasta. Para liberarse solo le bastaría que, por ejemplo, el presidente de Guyana dijera que toda la barbaridad que comete con el Esequibo es para tumbar a Maduro. Ahí sí abandonaría su papel de falsa defensora de la soberanía.
Manuel Palma