27/11/2023.- A lo largo de todo el mundo, las mujeres dedicaron el 25 de noviembre, día de lucha contra las violencias machistas, a mostrar su solidaridad con las mujeres palestinas. Venezuela no fue la excepción.

Muchas actividades se dieron el pasado sábado en Sabana Grande: caminatas, encendido de antorchas, demostraciones de arte feminista, pinta de murales y el acto de solidaridad con Palestina, país ocupado desde hace 75 años por el sionismo internacional.

Tampoco podemos dejar de mencionar que, según el monitor de feminicidios Utopix, entre enero y octubre, 169 mujeres, niñas y adolescentes han sido asesinadas por ser mujeres y por seguir viviendo en una cultura cómplice, sea por el silencio o la disculpa de la violencia machista.

La Marcha Mundial de las Mujeres (MMM) dedicó sus movilizaciones alrededor del mundo a denunciar el genocidio en Gaza. En su comunicado, dice:

Como afirma Silvia Federici, sabemos que la historia del capitalismo y del imperialismo es la historia de los genocidios y que estos se alimentan de sangre humana, violencia, guerra y explotación. Y mientras las facetas más explotadoras, patriarcales, extractivistas y coloniales del capitalismo van mostrando sus rostros cada vez más, hoy, en el Día Internacional de la Lucha por la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, declaramos una vez más que apoyamos la lucha justa del pueblo palestino y que el gobierno ocupante israelí debe establecer inmediatamente un alto el fuego, poner fin a la guerra y reconocer la autonomía de Palestina.

La marcha identifica la agresión en Palestina como una demostración más de cómo el sistema capitalista, machista, colonialista y racista se expresa:

Porque sabemos que los responsables de robarnos día a día a nuestras hermanas en todo el mundo, quienes cometen el genocidio en Palestina y apoyan este crimen, son expresiones de la misma estrategia capitalista, patriarcal, racista y colonialista. Como dijo una vez nuestra querida hermana Nalu Faria: "Luchar contra la violencia hacia las mujeres consiste en desafiar el sistema patriarcal, ya que está imbricado con el capitalismo, el racismo, el colonialismo y la fobia LGBT+".

Para las mujeres que nos agrupamos en la MMM no basta con denunciar la violencia: hay que develar las estructuras que la ejercen y su funcionamiento para el sistema. La violencia machista es una herramienta más del disciplinamiento de los cuerpos y los territorios, para expropiar el trabajo y las riquezas.

La militarización de territorios y las guerras son también formas en las el sistema capitalista y colonialista afronta sus crisis cíclicas. Es por esto que en el día de lucha contra la violencia hacia las mujeres recordamos que no solo Palestina está siendo víctima de la ocupación. Los territorios del pueblo saharaui, también. Además, el pueblo de Sudan y el Congo padecen la guerra y son víctimas de genocidio.

Otra de las manifestaciones que se dio el sábado 25N fue el comunicado de Araña feminista, denunciando las agresiones simbólicas que sufren mujeres venezolanas en el Perú:

Consideramos tales comentarios y actitudes violentas, sexistas y machistas como actos perlocutorios que tienen consecuencias reales en las vidas de las mujeres, sobre todo en aquellas en situación de alta vulnerabilidad, como es el caso de las migrantes, ya que la violencia motivada por la misoginia se entrecruza con la violencia xenófoba, que pone en peligro la vida de las venezolanas en el territorio peruano. Tales expresiones deshumanizan a las mujeres y las convierten en objetos, cuerpos para la apropiación, que pueden ser mercantilizados y aniquilados impunemente, promoviendo la violencia basada en género (…) Nos solidarizamos con todas nuestras hermanas, hijas, amigas, sobrinas, tías, mujeres venezolanas que viven en la República de Perú y exigimos para ellas justicia. Estos comentarios no son espontáneos, son parte de un continuum, de una narrativa que se ha instalado para denigrar y discriminar a las venezolanas en el extranjero, convirtiendo a nuestras compatriotas en objetivo de una violencia sexual propia en la cultura de la violación.

Alejandra Laprea