Letra fría | Cuéntamelo todo: Nagoya
01/12/2023.- Para ir cerrando, lo más impresionante del viaje a Nagoya, aparte de los cultivos de ostras y anguilas en lagunas naturales y artificiales que se integran al mar —y que veíamos por los ventanales del tren a ambos lados de la carretera—, fue la fábrica de Toyota Motor Corporation, conocida como Toyota City, una verdadera ciudad dedicada a la fabricación de vehículos automotores. Lo más impresionante fue ver una inmensa bola de hierro convertida en la carrocería de los futuros autos, y cómo dos robots se encargaban de abrirle todos los orificios necesarios y crear todos los puntos de soldadura. Seguidamente, entraban en las líneas de ensamblaje, donde los obreros le agregaban todos los accesorios, hasta que, por último, salía el carro con las luces prendidas y tocando corneta, en una insólita producción en serie que arrojaba 2 mil vehículos diarios, la bicoca de 720 mil unidades al año.
Luego de un suculento almuerzo, volvimos al tren bala, para llegar al ANA Hotel de Kioto, otro paraíso de este país insular. No quiero ni contar la cena en un restaurante chino del hotel para que no se nos haga la boca agua. Al día siguiente comenzó el tour por el templo Kōryū-ji, fundado en el año 603, por el príncipe imperial Shōtoku Taishi. Es el templo más antiguo de Kioto. En realidad fueron cinco, pero veo que solo reseñé dos. El otro fue Sanjūsangen-dō, cuya deidad principal es Sahasrabhuja-arya-avalokiteśvara, conocida más comúnmente como la Kannon de los mil brazos, considerada un tesoro nacional de Japón. El templo data de 1164, pero sufrió un incendio en 1249 y fue reconstruido en 1266.
Ya en Nara, la primera incursión fue al templo budista Hōryū-ji, de exquisita arquitectura, construido en el siglo VII por el emperador Shōtoku, visible a lo lejos por una inmensa pagoda de cinco pisos. Luego al Tōdai-ji, un templo budista caracterizado por una estatua gigante del Buda Vairóchana, conocido como Daibutsu (Gran Buda), el más grande Buda en bronce del mundo, que pesa 452 toneladas y está en el templo más grande del planeta. Y, finalmente, un templo chino del siglo VIII, construido por Ganjin, un sacerdote chino de la dinastía Tang.
Por ahí quedó pendiente el viaje a Hiroshima, pero lo doloroso de esa visita, de imaginar el horror que vivió esa gente, me da licencia para dejarlo como materia vista.
Humberto Márquez