Integración estratégica vs. “diplomacia” militar

Objetivo: preservar el equilibrio ecológico en conexión con el ser humano

 

Poblado a orillas del río Mazaruní.

01/12/23-. Guayana Esequiba o Tierra de las Aguas como la llaman los originarios, ha sido por siglos un territorio de inmensas reservas ecológicas como parte del macizo Guayanés y de la Amazonía. Sobre esa región transitan no menos de diez pueblos originarios con identidad propia, con una cosmogonía que trasciende la comprensión limitada del pensamiento occidental reduccionista que se le trató de imponer a los aborígenes desde los primeros invasores europeos en el siglo XVII. 

La otra realidad demográfica impuesta por los colonizadores fue el traslado forzoso de miles de esclavizados o colonizados de la India y África para trabajar en las plantaciones de caña y en las aventuras por la búsqueda de oro, después de la segunda mitad del siglo XIX.

Colonización y dependencia

El actual poblamiento del Esequibo con grupos humanos diferenciados de los pueblos originarios, ha sido producto de una larga y sostenida política de colonización, pensada bajo el criterio de dependencia, dominio territorial y cultural, primero del Imperio británico y luego mantenido en la misma lógica colonialista por parte de las autoridades guyanesas sobre la Guayana Esequiba, fundamentados en la doctrina extractivista desde 1966.

Esa lógica que privilegia el poderío de la metrópolis sobre la periferia y hace uso irrestricto e irracional de los recursos ubicados en la región, para el privilegio de élites propietarias nacionales o extranjeros, que incluye a comisionistas especuladores, grupos financistas o transnacionales dedicadas a la explotación de minerales asentados en el territorio de la Guayana Esequiba; empresas transnacionales comercializadoras de oro canadienses o australianas, las estadounidense Hess Corporatión (Chevron), las petroleras ExxonMobil, entre otras, para explotar los yacimientos de hidrocarburos en territorios marítimos en disputa de manera ilícita.
Esa lógica corporativa extractivista se asocia a la indiferencia de las gestiones de gobierno en políticas sociales para la asistencia de los sistemas de atención ciudadana, salud, educación, servicios, infraestructura de comunicación y telecomunicaciones, que inciden en las condiciones apropiadas para el bienestar de la población. Por el lado de Venezuela, la situación no ha sido diferente, se repite la lógica centro-periferia en el siglo XX desde los años sesenta hasta la primera década del siglo XXI, es decir, la incertidumbre legal de un territorio en litigio, que le dio la espalda diplomática a esa frontera y fue limitada a la mínima o casi nula atención social productiva.

Preservación del equilibrio ecológico

Los desafíos de una transformación del actual sistema de relaciones sociales y productivas negativas en Guayana Esequiba plantea pensar en políticas públicas de aliento prospectivo, más que en un poblamiento compulsivo como lo hicieron los colonizadores; es preservar el delicado equilibrio ecológico basado en la racionalidad ser humano-naturaleza, fomentar las condiciones de vida digna de los pobladores originarios, consolidar la diversidad lingüística y no la imposición de una sola lengua como lo hicieron los británicos, generando medios en los que se restrinja y minimice la cultura extractivista y se fomente la cultura productiva autogestionaria bajo la doctrina de la mayor suma de felicidad y seguridad social posibles, que instituya un Estado comunal para fomentar estructuralmente los principios del buen vivir en el orden social.
Pero sobre todo y ante la coyuntura de la conflictividad política debemos empinar la mirada hacia una integración estratégica latinoamericana y caribeña que neutralice las pretensiones de la “diplomacia” militarguerrerista del Gobierno de Estados Unidos y la Unión Europea sobre ese inmenso territorio de paz.

CIUDAD CCS


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