Tinte polisémico | Filosofía y administración
16/12/2023.- En el ámbito de lo privado, suele utilizarse la expresión "filosofía empresarial", para referirse al conjunto de creencias con las que los integrantes de una compañía se guían para realizar sus actividades.
Esa denominada filosofía es el conjunto de elementos de la estrategia empresarial que definen las metodologías y técnicas que utiliza un negocio para el logro de sus objetivos comerciales, y que ayuda a crear las relaciones con los empleados y con los clientes. Incluye las prácticas con las que se identifica la organización para la toma de decisiones.
Sirve también la filosofía empresarial para afianzar la lealtad a una marca, empresa o negocio. Es la manera de llevar a cabo sus procesos internos y la definición del estilo que la distingue de la competencia. Es la creación de la identidad corporativa, la base del branding (gestión de la marca) para alcanzar los objetivos del marketing.
Podríamos sintetizar, empresarialmente hablando, a esa filosofía corporativa como una combinación de las actitudes, convicciones y conceptos que orientan e inducen a un individuo o a un grupo respecto de la administración.
Se consideran, en los enunciados de las filosofías internas de las compañías, como orientaciones para la conducción: los objetivos expresados en términos de logros y metas cualitativas; toma en cuenta del contexto para adaptarse con flexibilidad; el estilo de concisión y claridad para difundirla; permitir integrar comunicacionalmente a clientes, proveedores, inversionistas, directores y empleados, con viabilidad de alcance a todos los canales de difusión y la adaptabilidad a los cambios tecnológicos.
En general, los elementos que integran, en el mundo privado, la expresión formalizada de una filosofía corporativa son los siguientes: la definición de la misión, es decir, la naturaleza del negocio, en qué consisten los productos o servicios a ofertar; la visión, consistente, de cuál será la posición o situación que se deberá alcanzar en el mediano y largo plazo en el respectivo mercado donde participa; los valores como preceptos y principios éticos y morales que guiarán la actuación organizacional; y, por último, la conjugación de todos los anteriores, en un código comportamental.
Sin embargo, todo lo antes expresado se circunscribe al plano de lo privado y expresa, de forma explícita, un fin eminentemente pragmático y particular. Por otro lado, el universo de las organizaciones, como campo de estudio de lo administrativo, también incorpora el dominio de lo público, lo cual trasciende, por sus efectos e impactos, a la sociedad en general. Por lo cual podemos inferir que una disciplina que propenda a la creación de una teoría, que proponga un "mejor estado de las cosas" —lo que deben ser los arquetipos, modelos, artefactos, constructos para las organizaciones, para la sociedad; y, por ello, otra forma del discurso administrativo—, es, en consecuencia, hacer una filosofía administrativa con carácter más inclusivo y trascendente.
Conocemos del poder y el despliegue de las firmas trasnacionales, multinacionales, de las consecuencias planetarias de su accionar y de sus desempeños, ajustados a sus filosofías corporativas.
Por lo tanto, cabe preguntarse:
¿Son, acaso, congruentes los intereses básicos de las corporaciones globales a nuestra existencia y a nuestra identidad como humanidad? ¿Propugnan los modelos de vida y valores fundamentales que deben inspirar nuestras acciones y a la sociedad, ceñidos a los ideales de libertad, justicia e igualdad?
Podemos concluir que se precisa, por parte de los gerentes, conectar realmente la gestión con la filosofía, en un mundo hiperconectado y tecnificado, en el cual es necesario encontrar tiempo para la introspección, para abordar los temas trascendentales de la agenda del futuro del hombre y la mujer como especie. La reflexión y la acción no pueden estar separadas de nuestras vidas, son ambas caras de una moneda, nuestra visión del mundo. Por lo tanto, debe estar asociada a nuestra capacidad para la toma de decisiones.
Héctor E. Aponte Díaz