Hablemos de eso | Para comprender un poco más...
Gaza, para quienes conozcan Caracas y La Guaira
17/12/2023.- UNO
Gaza, Palestina, queda a unos 10 mil kilómetros de Caracas. Parece demasiado lejos para sentirla próxima, para sentir algo. La Franja de Gaza mide unos 40 kilómetros de Norte a Sur y está en la costa del Mediterráneo; esa es más o menos la distancia de Catia La Mar hasta La Sabana, patria chica de Ronald Acuña, reconocido como el jugador más valioso en las Grandes Ligas este año. El ancho de la Franja de Gaza es variable como cabe esperar, pero a grandes rasgos puede ser comparado con el ancho del estado La Guaira, que queda todo frente al Caribe. Solo que Gaza está rodeada por un muro que la separa de los territorios tomados por Israel, para entrar y salir se necesita autorización de las autoridades israelíes y superar sus controles militares.
Alrededor de Gaza, decía, Israel ha tomado territorios palestinos, expulsado de allí a las comunidades palestinas y las ha sustituido por colonias de ciudadanos israelíes. 50 kilómetros separan la Franja del siguiente territorio bajo la administración palestina, cerca de Hebrón. Es como si el siguiente territorio venezolano desde La Guaira quedara en los Valles del Tuy, en Santa Lucía, que queda aproximadamente a la misma distancia desde Maiquetía. Para los que conozcan (si quiere puede seguir la descripción en Google Maps), es como si Caracas y sus alrededores hubieran sido tomados por una fuerza extranjera que se hubiera constituido ahí, con su gente, expulsando u obligando a desplazarse a todas y todos los que se hubieran opuesto a la invasión, y a sus familias. En algunos lugares de Caracas quedan barrios venezolanos, pero con cualquier excusa, son demolidos, tomados por colonos extranjeros con el apoyo de fuerzas militares y los antiguos habitantes se ven obligados a seguirse desplazando. Por eso, la Franja de Gaza está llena de campos de refugiados, es ya, en su mayoría un gran campo de refugiados y, rodeada de muros, su descripción más próxima es la de un campo de concentración.
DOS
Tomo prestada la información de Wikipedia: “El gueto de Varsovia (Getto warszawskie, en polaco; Warschauer Ghetto, en alemán) fue el mayor gueto judío establecido en Europa por la Alemania nazi durante el holocausto, en el contexto de la Segunda Guerra Mundial. Fue implantado en el centro de la capital polaca en noviembre de 1940, cuando comenzó la construcción del muro y existió hasta su destrucción total en mayo de 1943, un mes después de iniciado el levantamiento armado judío, el primero en una ciudad europea en contra de la ocupación alemana. En el gueto fueron confinados sobre todo los judíos de Varsovia, así como también de otras regiones de Polonia bajo control alemán. También fueron internados los judíos deportados de Alemania y de los diferentes países ocupados por los nazis”.
¿“Levantamiento armado judío” se dice? Sí, y ¿cómo puede cuestionarse el derecho a la acción armada contra quiénes pretenden encerrar a nuestra gente y someterla a condiciones inhumanas, pretendiendo después eliminarnos?
El levantamiento fue preparado clandestinamente como es natural. Las condiciones de vida en el gueto lo facilitaron. Seguimos con la descripción de Wikipedia:
“Para el funcionamiento y el orden del gueto, en unos casos, y el sostenimiento y la ayuda mutua de las personas que allí vivían, en otros, existieron organizaciones e instituciones funcionando en el gueto. El Judenrat y movimientos juveniles, entre otros, intentaron paliar las inhumanas condiciones de vida. Los mayores problemas eran el sobrepoblamiento en los hogares, el hambre, la inactividad en unos y las malas condiciones de trabajo en otros.
En respuesta a esto, el Judenrat tomó la responsabilidad de llevar el promedio de alojamiento a siete personas por dormitorio. Otras organizaciones como Centos (financiada por el Comité Conjunto Judío-Estadounidense de Distribución, American-Jewish Joint Distribution Committee) organizaron cantinas donde se daban platos de sopa gratuitamente y otras soluciones para redistribución de los bienes y los alimentos disponibles a los desposeídos. Durante 1941, las cantinas de sopa llegaron a alimentar a dos tercios de la población del gueto”.
No es la primera vez en la trágica historia de la humanidad, que una gente reinventa modos de recrear su cotidianidad y su sobrevivencia en las peores condiciones. Así hasta que empezó a desalojarse el gueto, para llevar a su población a campos de concentración. La resistencia armada comienza. “La fase final de la primera deportación masiva sucedió entre el 6 y el 11 de septiembre de 1942. Entre estas fechas, 35.886 judíos fueron deportados, 2.648 ejecutados en el lugar y 60 se suicidaron. Luego de esta primera etapa, aproximadamente 55.000 personas permanecieron en el gueto, más de 30.000 trabajando en las industrias alemanas y cerca de 20.000 viviendo escondidas, evitando las deportaciones y sin estatus legal”.
La “fase final” de la deportación comenzó el 19 de abril de 1943. “Ese día, los alemanes, comandados por Ferdinand von Sammern-Frankenegg, llegaron con 2.054 soldados, 36 oficiales del ejército, 821 comandos de las SS y 363 colaboracionistas polacos para sofocar la rebelión, confiados de que los judíos, al verlos en tal número, se sentirían incapaces y desistirían”. La resistencia pudo repeler el ataque y causar bajas a los alemanes con pistolas, fusiles y explosivos. Los alemanes tuvieron que retirarse, pero sus jefes se encargaron de la fase final del desalojo a Jürgen Stroop, “que tenía experiencia en el combate no formal de los partisanos. En los días que siguieron, Stroop, siguiendo las indicaciones de su superior de usar todos los medios necesarios, ordenó incendiar todos los edificios del gueto para obligar a los rebeldes a salir de sus escondites. El área se llenó de llamas y humo negro, a lo que aún los judíos resistieron yendo a los búnkeres, que pronto se mostrarían ineficientes por las malas condiciones para la conservación de la comida y el agua, además del aire viciado por el humo. Muchos judíos murieron gaseados por los nazis en los búnkeres, mientras que otros prefirieron suicidarse saltando de edificios en llamas”. El levantamiento fue definitivamente sofocado el 16 de mayo de 1943.
La misma Europa que persiguió, discriminó, expulsó y humilló durante siglos a la población judía, fue en buena parte autora, cómplice o tolerante frente a los crímenes de aquellos años. Tenía la experiencia de los crímenes cometidos en sus colonias, que desde América, África y Asia ha tenido y sigue teniendo millones de víctimas. Esa misma Europa, condenó a los sobrevivientes judíos a protagonizar de nuevo otra tragedia, esta vez en el papel de invasores y perseguidores del pueblo palestino. Los emigrantes europeos, que llegaban a Palestina al final de la Segunda Guerra Mundial, no tenían adónde regresar y contaban con una dirigencia con amplia experiencia militar. La entrega de un territorio que no era suyo, por parte de Europa y Estados Unidos, no solo intentaba “lavar su mala conciencia”, sino que constituía a las víctimas en vigilantes del ambicionado Oriente Medio, tierras árabes que los imperialismos no podían vigilar por sí mismos, pero que ambicionaban por su riqueza petrolera. Encargaron de la tarea tanto a civiles, que se convertirían en colonos, como a militares. Unos y otros participarían del desplazamiento del pueblo palestino y de la instauración de un enclave bajo la égida de “Occidente”.
TRES
Han pasado más de 75 años. Palestina es un conjunto de fragmentos de tierra bajo vigilancia del poder israelí. “Esta será una guerra larga, el precio será alto”, declaraba el actual ministro de Defensa israelí. Y lo ha sido. Claro, que él se refiere a esta fase iniciada el 7 de octubre, declaraba, celebrando la segunda visita de Anthony Blinken en una semana, “siempre hemos sabido que Estados Unidos es un gran aliado”, completaba. Y lo es: no solamente brinda apoyo militar a Israel para su operación de exterminio, sino que es el único país que bloquea cualquier iniciativa de cese al fuego en la ONU.
Para este 12 de diciembre la estimación de personas asesinadas en la Franja de Gaza es de 18.400, en su mayoría mujeres y menores de edad. La ONU estima que el 18% de las infraestructuras de Gaza han sido dañadas (hospitales, escuelas, residencias). Un millón novecientas mil personas (la casi totalidad de la población de la franja) se ha visto obligada a salir de sus casas sin destino cierto, “no hay ninguna zona segura en Gaza”, rodeada, atacada y sin acceso a suministros básicos. Las autoridades israelíes ven esta ofensiva como “fase final”, sin importar la opinión internacional. Están decididos a que la población de Gaza se vaya no importa adonde, pero fuera de allí.
La ofensiva israelí por tierra ha comenzado, pero la resistencia palestina les ha hecho frente. “Nueve soldados israelíes mueren en una emboscada en Gaza, señal de que la resistencia de Hamás es fuerte”, titula Los Ángeles Times el 13 de diciembre. Las Fuerzas de Defensa Israelíes anuncian que se inundarán los túneles cavados bajo la Franja.
Humberto González Silva