Comentarios noticiables | Los problemas del mundo

No se resuelven con las armas, su ruido debe cesar a favor de la paz y la seguridad

23/12/2023.- Es bien sabido que para el Complejo Militar Industrial (CMI) de los Estados Unidos (EE. UU.) y su comunidad de intereses, no es ningún negocio resolver los problemas del mundo sin las armas. El valor económico que tiene el CMI para EE. UU., en lo relacionado con el volumen de la producción anual de armas y artículos bélicos, las utilidades, etc., no es todo un maldecir. Todo se representa en las importaciones y cómo estas influyen en la política exterior seguida por esa gran potencia.

Dentro del aspecto económico, EE. UU. destaca el fervor de las ganancias, que causa, en muchos casos, los fraudes, el despilfarro, la corrupción de los funcionarios, y, en definitiva, de los intereses particulares de un grupo de corporaciones, los cuales aumentan sus ingresos a costa de las reducciones presupuestarias de los servicios sociales, que padece el pueblo estadounidense. La exportación del material bélico a Ucrania sirve también como pretexto para desviar gran cantidad de armas a grupos terroristas dirigidos por EE. UU. en el Oriente Medio. 

Dadas las tensiones crecientes en el mundo, en lo que va del siglo XXI, y la personalidad guerrerista de los líderes en Washington, en Londres, en Berlín, en París, en Tel Aviv, y otros lugares más del hemisferio occidental, desde luego no faltan motivos para preocuparse, pero hay diferencias clave entre la Segunda Guerra Mundial y los actuales enfrentamientos bélicos. Anteriormente, las guerras exitosas contribuían a la prosperidad económica y al poder político del ganador. Ahora, en cambio, las guerras exitosas parecen ser una clase en extinción. Por ejemplo: EE. UU. malgastó billones de dólares en humillantes fracasos militares en Iraq y Afganistán, mientras que China, gran potencia mundial del siglo XXI, ha evitado con tesón todos los conflictos armados desde su fracasada invasión de Vietnam en 1979, y debe su ascenso económico rigurosamente aplicado con honestidad y capacidad.           

En Palestina, en el territorio de la Franja de Gaza y parte de Cisjordania, el ejército del Estado de Israel continúa prolongando un baño de sangre que ya sobrepasa los 20 mil palestinos muertos por ataques aéreos y bombardeos, en más de dos meses. A los que se suman más de 52 mil 600 heridos. El argumento esgrimido por Israel de legítima defensa, en respuesta al ataque de Hamás del 7 de octubre, se ha convertido en masacres a la población palestina, clasificadas estas, según el Derecho Internacional (DDII), como crímenes de guerra y de lesa humanidad, para los cuales no hay Organización de las Naciones Unidas (ONU) ni poder estatutario de la Corte Penal Internacional que exija parar esa locura del colérico y sanguinario Netanyahu, cabeza del régimen sionista de Israel. Eso, porque todas las resoluciones de la Asamblea General y del Consejo de Seguridad de la ONU, sobre cese de la masacre israelí en Palestina son vetadas por EE. UU. y por su ahijado Israel.       

Frenar la problemática bélica entre Israel y Palestina constituye una grave amenaza para la vida en el planeta, esas visibles intolerancias redefinen el impulso hacia una posible guerra nuclear en la que no se puede vencer y a la que hay que evitar librarla por todos los medios posibles. Lo vislumbró el comandante eterno, Fidel Castro: "El ruido de las armas, del lenguaje amenazante, de la prepotencia en la escena internacional debe cesar. Las bombas podrán matar a las personas, pero no pueden matar el hambre, las enfermedades, la ignorancia".  

En condiciones adversas y en terrenos inhóspitos la humanidad debe mirarse unida y hacia adelante para construir un provenir de paz y evitar el horror de la guerra que impulsa Occidente en Ucrania con la idea de meter en un atolladero económico y político a la Federación de Rusia.   
 

J.J. Álvarez

 

 


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