Ha sido curador de las muestras venezolanas en la Bienal de Venecia en 2015 y 2019; y esta vez lo hizo para su propuesta "Imagen, alma, tiempo" en la Galería de Arte Nacional, con la ayuda de Clemente Martínez, director ejecutivo de la Fundación Museos Nacionales.

-¿Por qué el título "Imagen, alma, tiempo"?

-"Imagen, alma  tiempo" son tres palabras gigantes. Son tres conceptos abarcadores que dan la posibilidad de maniobrar, de trabajar, de construir, de crear e imaginar a partir de la imagen, que es el centro de trabajo de todo el arte gráfico, visual, plástico.

 

El alma es el motor de uno para trabajar. Desde nosotros construimos eso y es nuestra relación con el universo; y el tiempo es el elemento que transcurre, el riel sobre el cual nos montamos a vivir. Traté de utilizar unos conceptos amplios que permitan jugar, trabajar, asociar, imaginar en la creación visual artística, que son unas plataformas de discurso, de trabajo.

-¿Es una retrospectiva?
-Esta es una exposición contiene obras de la última época. No es una retrospectiva. Hay obras de los últimos tiempos.

 

Hay varias series que he venido trabajando desde hace algunos años como las antiflores, como la gramática de la calle y un trabajo que no es exactamente figurativo, aunque hay figuras en la exposición.

-¿De qué trata cada obra?
-He estado haciendo un trabajo de absoluto disfrute con los elementos básicos de la plástica, como el color, la textura, los planos. De alguna manera hay una geometría y un orden que busca siempre la emocionalidad.

 

A pesar de que el orden está asociado a lo racional, hay un orden también de la

emocionalidad, que es desde que uno trabaja la relación con la ciudad, con los

conceptos; inclusive la relación con la palabra, que está presente también allí.

 

Tengo una carrera de más de 32 años de trabajo, que termina llegando, hace una orilla en esta exposición, justo en este momento muy particular de mi vida.

 

Toda obra creadora, en este sentido, es biográfica. Está cargada de mis emociones, de mis tristezas, de mis alegrías, de mis llantos, de mis risas.

Con todos estos avatares y movimientos sociales que hay en Venezuela, lo que hemos vivido y todas las militancias que hemos tenido; todos los amores y desamores, pues éste es el resultado.

-¿Cuál es el concepto?
-Es una obra para los sentidos, para la experiencia plena, agradable, que llama a reflexión, no a través de la anécdota ni de la retórica de la imagen, sino a través de las calidades plásticas y las calidades gráficas que allí se despliegan.

 

Hay mucho juego, grafismo acaso infantil; mucha improvisación, mucho de accidente, de manchón, de rayón, de obra que se va construyendo con una acción y danza básica de relación con lo material. Entonces está este resultado visual que se convierte en una experiencia hermosa para el que la visita se engancha, es atrapado por esta reflexión .

-¿Qué materiales utilizó?
-El visitante se dejará permear y afectar por esa emocionalidad que pongo en estos trozos de tela, de papel, de madera, que de manera "reveroniana" son construidos. Son materiales cotidianos, básicos, sencillos. No uso artilugio ni magia técnica. Utilizo los materiales más sencillos: acrílico, tinta, bases de caucho, bases de mate sintético sobre tela, papel, madera. Objetos muy básicos que son encontrados, de reuso; que comienzan a convertirse en objetos más sagrados a través de esa alquimia del artista creador.

-¿Cómo fue la curaduría?
-La hicimos entre Clemente Martínez y yo.

 

Yo fui construyendo y mostrando la obra y con él fuimos organizándola porque hay mucha obra fragmentaria.

 

Aquí hay obra del ultimo año y hago énfasis en los últimos meses. Es un trabajo especialmente para esta exposición. Hay 14 obras desplegadas en este espacio que con amor, honor, orgullo y emoción mostramos.