Vitrina de nimiedades | Fantasía generacional
13/01/2024.- "Me informan que los Gen Z consideran los stickers de WhatsApp como 'cosa de señoras', y yo sintiéndome el más moderno. Un abrazo a todas las tías-manda-Piolines. Estamos juntos". Este es un post en X de @tavombardeur.
Una cosa es hacerse mayor y otra, volver ese proceso un sentimiento. Lo último cuesta mucho: canas, arrugas y rodillas fuera de combate no le restan ganas a ese joven de veinticinco años que creemos ser a medida que nos hacemos "viejos". No es un lugar común sentir que nuestro espíritu ignora qué es la vejez, con un dejo de "a mí no me pasa eso". Ese instinto de supervivencia solo decae ante los incesantes cambios del mundo digital, donde podemos ser dinosaurios en segundos.
Volverse jurásico sí es mucho más sencillo en esa "realidad", en especial por aquellos preconceptos dirigidos a calificar a la juventud como sinónimo de avance. Nuevos jóvenes hoy son nativos digitales y lo valoramos tanto porque a muchos las computadoras, los smart TV y los teléfonos inteligentes les resultan esquivos. ¿No sabe cómo actualizar una aplicación? ¿A quién llama para salir de ese asunto? Al más joven de la familia, ese que usa tablet prácticamente desde su llegada al mundo.
Aunque es moneda corriente este tipo de escenas familiares, entre quienes nacieron antes de la generación Z (Gen Z) hay una casta que no acepta la derrota y se propone conocer cada herramienta que exista, para no sentirse decrépito. Unos van perdiendo el miedo con las videollamadas para poder ver a su familia, otros van descubriendo un mundo de posibilidades y los más osados quieren seguir vigentes en un mundo multiplataforma.
En ese grupo, están los millennials. Considerados el objeto del deseo del marketing en la última década, son una suerte de bisagra entre nativos e inmigrantes digitales. Pasaron sin problema del VHS a Netflix, del cassette a las plataformas de streaming y de las Polaroid a los teléfonos inteligentes. Según estimaciones generales, este grupo representa entre el 24% y el 30% de la población global, y junto a los Gen Z se consideran la mitad de los pobladores de este planeta.
Estas cifras, sin embargo, no revelan las sutiles diferencias generacionales que existen entre estos grupos, detectables a través del uso de los emojis, stickers y GIFS. Esa carita amarilla que un ser de cuarenta años considera una cara de angustia puede resultar un insulto para otro de veinte. Ni hablar del uso de los corazones en distintos colores: salvo el rojo, no está claro para todos qué significa el corazón verde o marrón.
Y si el punto son los stickers, es aún más confuso el asunto. En la web están quienes afirman que los miembros de la generación Z prefieren usarlos antes que un emoji, mientras otros aseguran que son un recurso de gente mayor. Y nosotros tontamente pensando que con solo ver los stickers de una persona podíamos saber si hablábamos con un adolescente o un abuelo.
Hoy, las líneas de expresión o los gustos musicales ya no delatan la edad. A lo mejor ese mensaje que está por enviar deje caer su cédula de identidad para quedar al descubierto en esta fantasía generacional.
Rosa E. Pellegrino