Araña feminista | Julieta seguirá pedaleando
15/01/2024.- Ya pasadas las fiestas y las semanas donde hacemos una pausa de fin de año, sin mucho esperar, nos echan en cara la realidad que vivimos las mujeres. El femicidio de Julieta Hernández nos conmueve por su brutalidad y sinsentido.
El reporte de inicio de año de la Marcha Mundial de las Mujeres (MMM) resalta que las primeras movilizaciones del 2024 son para visibilizar y protestar contra los femicidios. Desde Quebec hasta nuestra Venezuela, mientras escribo estas líneas, hay organizaciones movilizadas, rindiendo homenajes en el funeral de una mujer que fue asesinada y posiblemente antes violada. La MMM en su análisis apunta que las diferentes violencias a las que son sometidas todas las mujeres, a lo largo de sus vidas, son formas de disciplinamiento social funcionales para un sistema de opresiones múltiples. El capitalismo, el colonialismo y el patriarcado no actúan solos o desarticulados; todo lo contrario.
Estas líneas, necesarias, para Julieta me cuesta mucho escribirlas. Cómo escribir sobre el femicidio de una payasa, artista circense, veterinaria, organizadora de movimientos, fundadora de la Red Venezolana de Payasas. Cómo escribir, en las mismas líneas, que Julieta hacía teatro de calle y le gustaba ir a los pueblos pequeños con su espectáculo de una persona. Sí, los pueblos pequeños, esos donde les chiques salen a la calle sin camisas y descalzos, y las y los adultos ríen como chiquilines porque YouTube no les ha robado la capacidad de asombro. Cómo escribir que Julieta venía para su tierra y alguien decidió violarla, robarla y asfixiarla.
Yo no conocí a Julieta personalmente, pero pude haberlo hecho. O quizá sí la vi y no me acuerdo, quizá nos encontramos en el mercado, es posible, pues era vecina de mi mamá en Puerto Ordaz. A pesar de no saber si reí o no con Julieta, siento una profunda tristeza y una gran arrech… rabia.
Tengo que confesar que cuando vi los llamados por información pensé: "Esa de seguro se retrasó con unos amigos nuevos o perdió el teléfono". Juro que hasta el final pensé que iba a aparecer con un cuento loco. Igual, hice contacto con la MMM de Brasil para que se sumaran a la búsqueda. Lamentablemente, desde allá me informaron que a Julieta y a su bicicleta ya las habían encontrado destrozadas.
Mi amiga Yralí, artista guayanesa, sí la conoció y me contó entre lágrimas y risas cómo era Julieta y cómo estaban su mamá y hermana. Tengo que volver a confesar algo: mientras me lo contaba, sentí envidia de la libertad de Julieta. Envidia de las aventuras, los paisajes que ha debido disfrutar, les amigues que ha debido tener. Envidia, porque Julieta, si tuvo miedos, los venció y viajó sola. Se hizo payasa y siguió lo que su cuerpo, corazón y mente le señalaron como válido y posible. Seguro están pensando: "Pero mira lo que le pasó"… Sí, pero también sé que le pudo haber pasado en cualquier lado, regresando del mercado o de la misa. También sé que, con todo y mis precauciones, con mis 54 años recién cumplidos, en cualquier momento me puede pasar a mí. Hasta noviembre del año pasado, Utopix —comunidad de trabajo colaborativo para la producción y difusión de una comunicación alternativa— contabilizó 186 femicidios reportados por medios de comunicación digital en Venezuela. En esta cuenta no están los crímenes en grado de frustración o los que no captaron el interés de un medio de comunicación. Cada 48 horas hay un femicidio y estadísticas como esta se repiten en cualquier parte del mundo. Nuestro continente es una de las regiones más peligrosas del mundo para ser mujer, así que, bien por Julieta Hernández. Ella se rebeló.
El 12 de enero finalmente llegó a Ciudad Guayana Julieta Hernández, aunque no llegó pedaleando como su familia y amigues esperaban. Desde Amazonas a Puerto Ordaz ningún niñe o adulto disfrutó de su cuatro y de Miss Jujuba. Toda la semana pasada, desde Puerto Ordaz hasta la Patagonia, se le ha rendido homenaje a Julieta. Sin duda creo que el mejor homenaje para ella es recordar que se puede ser mujer libre, como Julieta, y luchar para que esto no le cueste la vida a ninguna.
Alejandra Laprea