De cuando Sifontes puso a correr a los ingleses
“Sifontes salvó la fachada atlántica venezolana y recuperó las bocas del Orinoco”, dijo el presidente de la Asamblea Nacional, Jorge Rodríguez.
18/01/24.- "Domingo Antonio Sifontes nació en Cantaura, actual estado Anzoátegui, pero vivió siempre en Tumeremo, Bolívar, allí, en Guayana, ocupó un lugar protagónico en unos acontecimientos muy heroicos que, sin embargo, casi no se conocen", dice el abogado Juan Martorano, quien desde hace varios años se ha empeñado en reivindicar la figura de este general patriota.
Llamado "el Llanero intelectual", por ser oriundo de la referida población de la Mesa de Guanipa, así como por su exigente formación y muchas lecturas, Sifontes fue encargado de cuidar una extensa e intrincada zona que se encontraba bajo constante asedio de los terrófagos británicos. Para ello se le puso a cargo de la Comisaría Nacional del Cuyuní y sus Afluentes. En varios incidentes los expulsó del territorio venezolano, algunas veces por las buenas y otras a tiro limpio. De allí que su otro apodo haya sido "el Terror de los ingleses".
Fundó el pueblo de El Dorado, que sirvió de emplazamiento para una estratégica instalación militar de resguardo fronterizo.
En enero de 1895, tropas inglesas tomaron posesión de un puesto militar venezolano que se encontraba fuera de servicio, ubicado en las riberas del río Cuyuní. Por órdenes y bajo planes de Sifontes, el capitán Andrés Avelino Domínguez desalojó a los invasores y detuvo a varios de ellos. Fueron conducidos a Ciudad Bolívar, donde se les liberó por instrucciones expresas del Gobierno nacional, que encabezaba Joaquín Crespo.
Tal vez por interpretar ese gesto como señal de debilidad, los británicos enviaron más tropas a retomar el puesto y esta vez fueron repelidos a balazos por las fuerzas dirigidas por Sifontes.
Los historiadores estiman que el Incidente del Cuyuní —como se le conoce— nos puso al borde de una guerra con la primera potencia militar y naval del mundo de ese tiempo, pero frenó el avance de los ingleses sobre territorio venezolano e hizo que optaran por las negociaciones diplomáticas. Estas, tristemente, condujeron al despojo que se materializó en el írrito Laudo Arbitral de 1899, pero ya eso escapó a la decisión de guerreros de la estirpe de Sifontes.
"La lucha incansable de Sifontes, lo llevó a ser un ilustre defensor de la soberanía nacional, pues selló el límite inviolable de la Guayana Esequiba, que encarnó con una clara demostración de patriotismo, ejemplarizante temple de soldado e irreductible condición de ciudadano venezolano", dijo el ministro de la Defensa, Vladímir Padrino López, durante el acto fúnebre que se llevó a cabo en la Academia Militar, previo al traslado de los restos de Sifontes al Panteón Nacional.
Las contribuciones de Sifontes a la integridad territorial reciben así el máximo reconocimiento nacional. Antes había sido sujeto de varios honores, entre ellos, el de asignarle su nombre al municipio bolivarense cuya capital es Tumeremo. Ese cuerpo edilicio lo declaró como "héroe municipal y defensor de la soberanía nacional".
Según algunas fuentes, el general Marcos Pérez Jiménez le había dado el nombre de Operación Sifontes a una planificada acción militar destinada a rescatar el territorio de la Guayana Esequiba de las manos de Gran Bretaña, potencia colonial de la Guayana Británica, que luego obtendría la independencia para convertirse en la República Cooperativa de Guyana.
En 2009, el Comandante Hugo Chávez ordenó que los restos de Domingo Antonio Sifontes fueran llevados desde el cementerio de El Dorado hasta el mausoleo que se le erigió en la población de Tumeremo.
En días recientes, la gracia del general Sifontes también se le asignó al operativo militar desplegado en respuesta a la presencia en aguas sin delimitar en la fachada atlántica venezolana de un buque militar del Reino Unido, en abierta contravención, por parte de Guyana, a los acuerdos de San Vicente y Las Granadinas, en los que los presidentes Nicolás Maduro e Irfaan Ali se comprometieron a no ejecutar acciones que puedan escalar el conflicto.
Como si el espíritu de "el Terror de los ingleses" hubiese retornado a sus andanzas, luego de las primeras movilizaciones militares venezolanas signadas por el nombre de Sifontes, la nave británica se devolvió por donde vino.
El presidente de la Asamblea Nacional, Jorge Rodríguez, comparó lo ocurrido en aquellos años postreros del siglo XIX con la actualidad. “Sifontes fue el general que salvó la fachada atlántica venezolana y recuperó la boca del Orinoco. Esa siempre fue la intención del imperio británico y ha sido la de su heredero, el imperio norteamericano y sus empresas. En este caso concreto, la ExxonMobil. La intención siempre ha sido arrebatarnos la fachada atlántica y ocupar el Delta del Orinoco para tratar de picar el sagrado territorio de la República Bolivariana de Venezuela”, advirtió.
Subrayó que es la misma lucha, es el mismo imperio o, en todo caso, sus herederos, tratando de arrebatarnos esta región estratégica. “Son los mismos lacayos, porque si a Venezuela le costó dos tercios en su población la libertad y la independencia, hay dirigentes de naciones que se arrodillan, y por eso, graciosamente, les regalan la independencia a transnacionales”.
Valoró el aporte de Sifontes, señalando que fue un militar formado en el Ejército y, a la vez, un hombre de letras, por lo que Mario Briceño Iragorry lo llamó “el Quijote de la nacionalidad”.
Destacó que si Domingo Antonio Sifontes no se hubiera plantado como se plantó en 1895 “quizás los británicos no hubieran necesitado esa aberración llamada Laudo Arbitral de París de 1899. Han inventado mapas, inventaron un tribunal de ladrones, un tribunal de felones, un tribunal que no permitió ni siquiera el legítimo derecho a la representación de la República de Venezuela”.
Barbella Ramos siguió el ejemplo
Cuando se habla de acciones de rescate de la soberanía territorial, resalta lo hecho por el entonces teniente José Pilar Barbella Ramos, de la Guardia Nacional, que dirigió una operación de desalojo de fuerzas guyanesas en la isla de Anacoco.
Ocurrió en octubre de 1966, cuando militares guyaneses habían tomado posesión de la isla fluvial, ubicada en la confluencia de los ríos Cuyuní y Veniamo.
El comando militar de Tumeremo, a cargo del joven oficial, obligó a los guyaneses a retirarse y arrió la bandera del país vecino. El Gobierno de Forbes Burnham emitió una dura nota de protesta, alegando que la mitad de esa isla es guyanesa. El canciller Ignacio Iribarren Borges respondió, también de manera enérgica, que toda Anacoco es venezolana.
El incidente, igual que ocurrió con Sifontes en 1895, estuvo a punto de detonar un conflicto armado.
Guyana ofreció una recompensa de 15 mil dólares por entregar vivo o muerto a Barbella Ramos.
En el seno de las Fuerzas Armadas de entonces no cayó bien la audaz acción del oficial, tal vez porque dejó en evidencia la actitud blanda de mandos más altos. Por eso se le negó el reconocimiento que merecía y se retrasó su carrera militar, al punto de que sólo alcanzó el grado de coronel.
Barbella Ramos estudió Derecho luego de retirarse e incursionó en la política. En 1993 fue electo alcalde del Municipio Francisco de Miranda, de su natal Calabozo. Falleció en 1999, a los 59 años.
CLODOVALDO HERNÁNDEZ / CIUDAD CCS