Comentarios noticiables | Asesinatos de jefes de Estados
Obra insigne de la CIA
20/01/2024.- En los viejos informes —y en los actuales— de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), dos aspectos aún siguen siendo dignos de relatar. Uno es el relativo a la situación interior de Estados Unidos y el otro está relacionado con sus actividades en el extranjero y los planes para asesinar a dirigentes de otras naciones. Dicha entidad liquida jefes de Estados que lideran procesos revolucionarios que hacen de su política interna y exterior un ejemplo de realismo por la soberanía e independencia de sus patrias. Los asesinatos también se hacen realidad contra jefes de Estados defensores de los intereses del sistema estadounidense, pero que desobedecen órdenes de CIA, en lo que respecta a socavar la economía y la política de sus gobernados países.
Algunos jefes de Estados asesinados por la CIA fueron los siguientes:
Patrice Émery Lumumba, líder anticolonialista y antiimperialista, primer ministro de la República Democrática del Congo entre junio y septiembre de 1960, tras haber alcanzado el país ese mismo año la independencia del régimen colonial de Bélgica.
Rafael Leónidas Trujillo Molina, militar, político y dictador de la República Dominicana desde 1930 hasta 1961. Al volverse renegado, cayó en desgracia ante Estados Unidos.
Jean-Baptiste Ngô Đình Diệm, político vietnamita, presidente de Vietnam del Sur en el período del 26 de octubre de 1955 hasta el 2 noviembre de 1963. Era un títere de la Casa Blanca.
John Fitzgerald Kennedy, político, diplomático, trigésimo quinto presidente de EE. UU. desde el 3 de enero de 1961 hasta su asesinato el 22 de noviembre de 1963.
Para llevar a cabo esos objetivos, el país del norte se valió —y todavía se vale— de la complicidad de los opositores políticos apátridas, de militares traidores y de los codiciosos, chulos, burócratas, indiferentes, etc.
Patrice Émery Lumumba fue asesinado en Lubumbashi por agentes de la Gestapo yanqui el 17 de enero de 1961, luego de ser derrocado con el plan elaborado por ese antro de asesinos que es la CIA. Lumumba, por hacer hincapié en lo social con medidas profilácticas que se desarrollaban en la construcción de un nuevo Estado, fue impunemente derrocado mediante un plan de la CIA y después torturado hasta morir.
Rafael Leónidas Trujillo Molina, cansado de ser marioneta y declararse renegado ante Washington, fue derrocado y luego acribillado, con siete balazos, el 30 de mayo de 1961, en el kilómetro 9 de la carretera de Santo Domingo a San Cristóbal, en la República Dominicana.
Jean-Baptiste Ngô Đình Diệm, títere proyanqui sudvietnamita, por ser incapaz de frenar el avance de las fuerzas militares de Vietnam del Norte —del venerable líder Ho Chi Minh y dirigidas por el generalísimo camarada Võ Nguyên Giáp—, situación que irritó a la CIA, decidió darle muerte el 2 de noviembre de 1963.
John Fitzgerald Kennedy, presidente de EE. UU., por cuestionar y tratar de visibilizar las acciones terroristas de la CIA, que actuaba como un Estado dentro del Estado y desobedecía órdenes, perdió la vida al recibir cuatro disparos de francotiradores en Dallas, Texas, el 22 de noviembre de 1963. Ese acto criminal se debió a un plan de la CIA elaborado para causar la muerte de Kennedy. Así se confirmó después en documentos secretos hechos públicos por la prensa estadounidense e internacional.
II
En Venezuela, el pasado 15 de enero de 2024, el presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Nicolás Maduro Moros, en la sede de la Asamblea Nacional, en ocasión de presentar el mensaje anual a la nación de la Memoria y Cuenta del ejercicio del año 2023, reveló con claridad y precisión datos de cuatro conspiraciones que consideraban un posible magnicidio contra su persona y otras autoridades del poder público.
Todo se determinó a través de las declaraciones de civiles y militares locales y extranjeros implicados en la intentona golpista planeada para el 1 de enero de este año, en las cuales quedaron convictos y confesos. Sin lugar a dudas, la idea malvada de la CIA revalidó ese intento de golpe que presuntamente desencadenaría el asesinato del presidente Maduro. Washington asegura que con la desaparición de Maduro es posible destruir la Revolución Bolivariana.
El descubrimiento de este hecho malévolo contó con la eficacia de los órganos de seguridad del Estado venezolano que, articulados con el pueblo organizado, su sabiduría y talento, supieron dar al traste con tan reprochable felonía y destruir intentos tras intentos de poner en peligro la vida del presidente Maduro.
J. J. Álvarez