Micromentarios | Aperturar
23/01/2024.- Hace unos años, pregunté en un banco cuáles eran los requisitos para abrir una cuenta de ahorros. La joven que me atendió me miró como si viera a un protozoario parlante y, con tono de regaño, me increpó:
—Las cuentas no se abren, se aperturan.
—Disculpa —le dije, sarcástico—, pero en ningún diccionario figura el verbo aperturar, sino abrir.
—No, señor —soltó, desde una altura tan inexistente como su necio verbo—, se dice aperturar. No sé qué tipo de diccionario usa usted.
—El de la Real Academia de la Lengua Española.
—Ese ya no sirve —tuvo la desfachatez de responder.
—¿No sirve en este banco o en el país?
—En ninguna parte —sentenció—. ¿Qué es lo que quiere saber? ¿Lo que necesita para aperturar una cuenta de ahorros?
—No —asenté a mi vez, con toda la mala leche que soy capaz de segregar—. Como lo que quiero es abrir una cuenta y usted se empeña en que la aperture, mejor me voy, no vaya a ser que se me ocurra aperturarle la cabeza a unos cuantos, empezando por usted.
Y me retiré. Mientras lo hacía, observé que la joven mujer corría al cubículo adjunto al suyo a señalarme, supongo que como un trol que, aparte de no conocer el idioma español, era una amenaza ambulante.
Hace más de veinte años, algún administrador o un político utilizó el horrible aperturar y, desde entonces, funcionarios ministeriales y bancarios se aferraron a él como a un emblema patrio.
No me importa lucir anticuado, ni cerrado a los neologismos, pero es que, si existe abrir, ¿para qué quiero aperturar? El idioma siempre tiende a la economía y abrir es más breve que aperturar. ¿Como sinónimo? Ni siquiera. Ya existen suficientes para cada una de las acciones para las que se emplea abrir.
Si lo que se abren son piernas o ventanas, se emplea espernancar. Si abrimos un paquete, están desplegar, desenvolver e incluso extender. Si abrimos un negocio, contamos con inaugurar. Si abrimos nuestro corazón, usamos amar o querer.
El "inservible" diccionario de la RAE se opuso a aperturar hasta finales de 2021. Tal vez, afectados por la pandemia, tomados con las defensas bajas, los académicos le dieron luz verde, pese a haber declarado dos años antes que se trataba de un "neologismo innecesario por abrir".
No sé quién lo impuso, pero ya fue admitido, como seguramente aceptarán en el futuro próximo, como palabras, los balbuceos guturales de Bad Bunny.
Dos de los mejores lingüistas a los que he tenido acceso no lo toleraban. Ni Manuel Seco, en su maravilloso Diccionario de dudas y dificultades de la lengua española, ni el filólogo español Fernando Lázaro Carreter. Este apuntó, precisamente sobre este tema, lo siguiente: "Aperturado el camino, nada impide que lecturar sustituya a leer; baraturar, a abaratar, y licenciaturarse, a licenciarse".
Un último comentario: no hay que desesperar. El principio económico del idioma al que antes aludí terminará aniquilando a aperturar. Entre tanto, es cuestión de paciencia esperar su declive y su posterior ingreso al olvido, cuando este le aperture sus puertas.
Armando José Sequera