Derreflexión | La fe según Søren Kierkegaard: un salto en la oscuridad
03/02/2024.- La fe es un tema recurrente en la filosofía y la teología. A lo largo de la historia, numerosos pensadores han abordado este concepto desde diferentes perspectivas. Uno de los filósofos más influyentes en la reflexión sobre la fe es Søren Kierkegaard, un danés del siglo XIX cuyas obras han dejado una marca indeleble en la filosofía existencialista y en la teología cristiana.
Søren Kierkegaard nació en Copenhague en 1813 y vivió en una época en la que la fe religiosa estaba en declive en la sociedad europea. La Ilustración y el surgimiento de la ciencia habían provocado un escepticismo creciente en cuanto a las creencias religiosas tradicionales.
Kierkegaard, sin embargo, no se conformó con esta tendencia y se embarcó en una búsqueda personal de la verdad y la fe. Su obra más destacada, Temor y temblor, publicada en 1843, es un análisis profundo de la historia de Abraham y su disposición a sacrificar a su propio hijo Isaac, en un acto que va en contra de toda ética y razón humanas.
La fe no puede ser solo una creencia intelectual
En Temor y temblor, Kierkegaard presenta la idea de que la fe no puede ser entendida ni reducida a una mera creencia intelectual en una serie de doctrinas religiosas.
Más bien, la fe es un salto existencial que va más allá de la razón y la ética. Kierkegaard distingue entre dos tipos de conocimiento: el objetivo y el subjetivo. El conocimiento objetivo es el que se adquiere a través de la razón y la observación, mientras que el conocimiento subjetivo es el que se obtiene a través de la experiencia personal y la participación existencial.
Para Kierkegaard, la fe es un conocimiento subjetivo y no se puede alcanzar a través de la razón o la evidencia empírica.
En lugar de eso, la fe implica un acto de compromiso personal con lo divino, una entrega total de uno mismo a Dios.
Kierkegaard utiliza la historia de Abraham como un ejemplo paradigmático de la fe auténtica. El patriarca bíblico, según el filósofo, no actuó de acuerdo con la ética o la razón humanas al estar dispuesto a sacrificar a su hijo, sino que lo hizo en obediencia a la voluntad de Dios, en un acto de fe absoluta.
Este concepto de la fe como un salto existencial que va más allá de la razón y la ética es fundamental en la filosofía existencialista de Kierkegaard. Él argumenta que la fe auténtica implica un compromiso absoluto y una paradoja, ya que va en contra de la lógica y la moral humanas. Para Kierkegaard, la fe auténtica implica un temor y un temblor, una angustia existencial ante la infinitud de Dios y la responsabilidad de seguir su voluntad.
La fe, según él, supone una lucha constante entre la duda y la creencia, una tensión que lleva al individuo a cuestionar y examinar constantemente su relación con lo divino.
Kierkegaard también enfatiza la importancia de la subjetividad en la fe. Cada individuo experimenta la fe de manera única y personal, y no hay una fórmula universal para alcanzarla. La fe no puede imponerse desde fuera, sino que debe ser un compromiso libre y voluntario del individuo. Esto resalta la importancia de la responsabilidad personal en la búsqueda de la fe.
La fe no es simplemente una creencia intelectual en una serie de doctrinas religiosas, sino un compromiso existencial que va más allá de la razón y la ética humanas. Implica un salto en la oscuridad, una lucha constante entre la duda y la convicción, y una relación personal con lo divino.
Isbelia Farías