Caraqueñidad | Cion Trinita…

26/02/2024.- Cómo será la rutina ahora sin Trinita? ¿Quién se tomará el Nestum mañanero, con canela y azuquita? ¿Qué pasará con las dos arepitas, flaquitas y tostadas y el jugo de guanábana o de patilla? ¿Quién sintonizará TV Familia en cada horario de eucaristía y de programas turísticos? ¿Quién brindará su generosidad diaria con sus respectivas bendiciones? ¿Quién enviará sus mensajes de gratitud permanente por vivir un día más? ¿Quién dará sus clases magistrales de biología ante cada situación que la vida le permitía? ¿Quién saludará a sus amigas, vecinas y familiares, con esa sonrisa que derrochaba puro amor? ¿Con quién discutiré ahora los temas de mis crónicas semanales, con quién corroboro las historias allí contadas acerca de costumbres, tradiciones, lugares y sucesos de impacto e interés para investigar, ampliar y publicar? Su viaje soñado a Europa se quedó en eso… un sueño, porque su salario de docente media no daba para eso, y porque nosotros no pudimos reunir lo suficiente. Ni siquiera pude llevársela recientemente a Vallita según la exigencia de esa última promesa ante la bonita virgen margariteña, a quien mi mamá calificó como la coordinadora del grupo celestial, encargada de velar por su ya mancillada salud debido a la agresiva infección que a la postre nos la arrebató. Pero debemos estar tranquilos, todos, como equipo, porque se hizo todo y más. Pero, además, porque de ella quedó huella indeleble de su gratitud perenne; esa que nos conlleva a agradecerle a la vida y a Dios por haberla tenido por casi 82 años... faltó poquito. Ese tiempo divino, con sus días y sus noches, fueron de enseñanzas, de aprendizajes, de compartir saberes adquiridos en el trayecto vivido, de su bonhomía y hasta de sus momentos de inocencia con inocultables temores y de su hipocondríaca vulnerabilidad… (quizás el estar muy actualizada desde el conocimiento científico, lejos de ayudar, afectó).

Ella sabía que se estaba yendo. Con suficiente antelación detectó al enemigo contra el que se armó y batalló incesantemente. Reconoció en su fe a Jesús como su único salvador, por eso hace más de cinco meses se confesó con el cura de la capilla de El Carmen y me dijo esa tarde que ya estaba lista para lo que dispusiera el Creador. Ella sentía y presentía, pero siguió su batalla y parecía que vencía. Sabía que sus magistrales clases de biología estaban expirando, que su relación con la vida se extinguía; el enemigo se había posado en su sangre causando daños irreversibles. Aun así, no se doblegó. Lejos de lo que uno pensaba, fue muy fuerte contrincante, toda una guerrera, un real ejemplo de “prohibido rendirse”. Una madre que en momentos jugó con determinación y autosuficiencia ambos papeles en la crianza de sus dos retoños, de los cuales siempre se mostró orgullosa por demás.

Trinita supo ganarse el cariño, afecto y amor de amigos, vecinos, familiares y un montón de hijos y nietos postizos. Fuente de excelsa reciprocidad sentimental. En su ADN llevaba esa química del respeto por la otredad y la aceptación. Un don desarrollado por seres humanos especiales, buenos, que, a pesar de sus errores y sus lógicos e incuestionables pecados humanos, supo valorar y siempre anteponer el bien común antes que el propio. Por eso su balance quedó en azul en materia de interrelaciones personales con democratización del conocimiento y de su gigante corazón.

Sus máximas preocupaciones, sin dudas, confirmado por su absoluto estado de consciencia, fueron hasta el último día, el presente y sobre todo el futuro de sus nietos Luisro, Luisk y Luisana, y de su bisnieto Aquiles, a quien mandó a llamar para bendecirlo como su último deseo. Cuando lo vio en su lecho de despedida lo bendijo y su conciencia se fue apagando. El tiempo de Dios, dicen por ahí, es exacto. Entonces hubo que trasladarla en busca de una ayuda final.

… Y seguimos aprendiendo a partir de ella. Sucede que Aquiles, en su inocencia, propia de la edad, la dibujó y la talló en plastilina, en su cama, viendo TV y a la vez la imaginó alada, volando hacia el planeta Amor, impulsada por corazones de propulsión que manaban de sus manos; corazones repletos de cariño que recibió y que entregó siempre desinteresadamente, sin mezquindades.

Esa Luz, que es universal y de la Trinidad, esa incandescencia propia de su radiante presencia, ahora Aquiles, por cuenta propia, la ubica en el Cielo. Él, de noche se asoma y busca la estrella más brillante y asegura que ese resplandor es su abuelita Trina iluminando caminos, echando bendiciones y cuidándonos a todos.

Su imagen final, deteriorada por el cansancio de su cuerpo ante los protocolos de los exigentes tratamientos, queda borrada. Prefiero buscarla en el Cielo, como Aquiles, y ubicarla en la estrella que más brille cada noche. Invito a recordarla bonita, sana, rozagante, impartiendo sus clases, orando, criando, consintiendo. Alcemos la vista y allí, en el firmamento la hallaremos. Ahí donde cada astro ilumina ahí está y estará siempre.

Su fuerza corporal se rindió y mutó en energía pura; esa que no permite que jamás se apague su llama. Sencillamente, desde el pasado 1 de febrero de 2024, con casi 82 añitos bien vividos, empezó su transformación por el cambio de plano, su mudanza espiritual. Ahora, energía pura, es mamá, abuela, y bisabuela eterna. Jamás será olvidada. Imposible. Prohibido olvidarla, tal como nos enseñó con respecto a quienes le antecedieron en su trascendencia: sus viejos Luis Mariano y Lourdes, sus hermanos Juancho, Fernando, Miguel, Baudilia, Edecio y William. Se unieron por fin para velar por nosotros.

Para nosotros sigues ahí… en el Cielo, en las estrellas, en donde haya humanidad, en donde haya que ayudar, en donde haya que compartir, donde haya que interceder ante alguna injusticia. Ahí estarás siempre bella Trinita. Bendición. Gracias, por tanto.

PD: Mil gracias a amigos, allegados, familiares, donantes, médicos, técnicos, enfermeras y todos quienes formaron parte de este incansable equipo que siempre apostó a más. Dios les bendiga y multiplique con plena salud y calidad de vida.

Por cierto, 2012, año bisiesto y se murió mi papá, y 2024, año bisiesto y se fue Trinita...

Luis "Carlucho" Martín 


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