Letra fría | Un día con Armando Lozada

02/03/2024.- Lo que más resentí de mi reciente viaje a Bogotá fue no haber visto a mi buen amigo Armando Lozada, gran actor venezolano con mucho éxito en Colombia, ni haber conversado a tiempo con él. Me habría enterado de que administra el Café del Teatro experimental La Mama, y hasta hubiera podido dar una conferencia o el taller frustrado de boleros. No obstante, por mi conversación tardía, pude saber también que me perdí lo que hace veinte o treinta años se hacía mucho, y daba para este titular: "Un día con Armando Lozada", reconstruido a partir de varios audios con el personaje.

Por un mensaje de voz de mi amigo, me enteré de que me perdí de haberlo acompañado al Círculo Colombiano de Artistas. Ahí trabaja "con un grupo de diez personas con discapacidad, músicos, actores y artistas plásticos con los que estoy montando desde hace tres años el Taller de Teatro Incluyente, que es el espacio de formación allí en el Círculo Colombiano de Artistas". De seguro hubiera sido una experiencia increíble el solo hecho de estar como oyente, y un buen material para esta nota.

Luego vino el ensayo de la obra Show business, bajo su dirección, y que se estrenará el 2 de marzo en el teatro Bernardo Romero Lozano del Círculo Colombiano de Artistas, una comedia negra que los hará reflexionar sobre las diferencias entre los seres humanos. Más tarde, en su apretada agenda, estuvo La Mama, el histórico grupo experimental de teatro que fungió de filial de La Mama de Nueva York, y una videollamada con directivos que estaban fuera de Bogotá, con respecto a un espacio de microteatro, del cual es coordinador técnico, director y productor. Se llama Teatro en 15. Lo dirige desde hace un par de años y ya va por su sexta temporada. Son obras breves de quince minutos para veinte personas, en espacios no convencionales dentro de La Mama, en su sede de Chapinero.

Esa comunicación virtual fue precisamente ultimando esos detalles con la señora Francis, que es una de las que queda allí, de las más jóvenes de la época de Eddy Armando, el primer director, a quien seguramente conocí en mi época juvenil cuando estudiaba en la Javeriana. En mis nebulosas llegan ráfagas de algún montaje de Ionesco, pero no lo puedo afirmar; esa fue una época de locuras consecutivas y queda muy poco en la memoria. Lo que sí recuerdo es cierta vinculación con el M-19 y el Partido Comunista.

También administro el Café, donde tengo una galería, una exposición de fotografías de amigos cineastas. Tengo una tarima pequeña con micrófono abierto. Ando en varias cosas y, ya por último —pues ese día estaba en todas esas vueltas—, en la noche, tuvimos un taller en La Mama, de una escuela diferente que funciona allí, y me quedé atendiéndolos. Ahí, tú sabes, trabajando, hermano, trabajando.

Una nota biográfica de Armando dice:

Cuando el director dice "acción", Armando Lozada deja de ser una persona con su propia vida y se convierte en su personaje. Consigue que el espectador olvide que lo que nos cuenta no es realmente su experiencia e incluso, cuando lo vemos fuera de la gran pantalla, cuesta diferenciar cuál es su vida de verdad. Esto se consigue gracias a la entrega y dedicación.

Dejemos que lo diga Armando:

Ahorita estoy construyendo un personaje para una película, mi primera acá en Colombia, ya largometraje, cine. En eso ando, trabajando en ese personaje, dejándome crecer el cabello, un poco más consciente de las decisiones tomadas en el día. Es una tarea de contemplación que me ayuda mucho a construir los personajes… Entonces en eso estoy, hermanito, esperando que la providencia nos tope nuevamente.

Cierro este lamento, eso que llaman ahora procrastinación en esencia, la procrastinación ocurre cuando aplazamos o postergamos la realización de una tarea a un momento futuro, pero que en Maracaibo llamamos "ahuevonamiento", o sea, no decirle al pana: "Dime, ¿dónde estás?", e ir para allá, sino haber dejado para el penúltimo día pedir el número de Armando a Idaís y a Benito.

¡Continuará!

 

Humberto Márquez


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