Punto y seguimos | Segundas vueltas
Marx decía que la historia se repite como tragedia o farsa
Las noticias del mundo son tan abrumadoramente absurdas que uno no sabe si está en un circo o en la antesala de una obra de terror, ya bien decía Marx que la historia se repite, una vez como tragedia y otra como farsa. Los extremismos de derecha están retomando bríos, ya pasó el tiempo de reclusión y disimulo de la posguerra, y es como si intentaran decirnos que su momento estelar de resurrección ha llegado, a pesar de que nunca se fueron. No hay más máscaras. En Europa y América los partidos más reaccionarios se pavonean por las calles y en los medios, haciendo apología de ideologías que se creían superadas, logrando que buena parte de la población les aplauda y vote por ellos. Los discursos nacionalistas, xenófobos, religiosos y antiderechos parecen encontrar cada vez más adeptos y la "opinión pública" parece centrar sus esperanzas en las viejas manos duras que nos "salvarán" del terror comunista y socialista, aunque jamás en su vida lo hayan conocido o sepan qué es.
Para muestra un botón: en Brasil, Jair Bolsonaro va a segunda vuelta y sus partidarios ganan la mayoría parlamentaria. En ltalia -la cuna del fascismo, sí- peligen como primera ministra a la ultraderechista Georgia Meloni, mientras que en Francia un personaje siniestro como Marine Le Pen pasó de obtener el 17,9 % de los votos en las elecciones presidenciales de 2012 a un sólido segundo lugar y 41,4% de la votación en el 2022. Y la lista de candidatos de partidos conservadores, liberales o extremistas que logran posiciones en los poderes ejecutivos, legislativos y gobiernos locales en Occidente pica y se extiende. No hay región en la que no tengan alcaldes, o diputados, o líderes de algún tipo, especialmente en asociaciones e instituciones "comunitarias", donde trabajan con la juventud, apelando a valores de tradición, familia y propiedad.
Atendemos al espectáculo de una Europa que parece haber olvidado las consecuencias del delirio nazi o el fascismo; una Europa que pone todos sus recursos en cazar un conflicto con Rusia, instigado por los EE. UU., sin preocuparse siquiera del costo que esto supone a sus propios ciudadanos; una Europa demasiado preocupada por expulsar inmigrantes mientras les vuelan los gasoductos en los que han invertido millones de euros; una Europa que acepta plácidamente que sus líderes les pidan recortar la calefacción a cambio de nada, mientras la inflación les come los salarios y se va a pique su tan querido estado de bienestar. Esto lo miramos por TV pensando que pasa allá lejos, como si no pudiera tocarnos, obviando por completo lo que nos costaría a todos la entrada en una guerra entre potencias nucleares, liderada por neofascistas.
Y si Europa nos parece lejana, podemos mirar aquí mismo. América Latina y sus pocos liderazgos de izquierda o centro, pareciera que patinan, derivan o peligran. La Argentina de Alberto Fernández sucumbe ante el lawfare y la tibieza, mientras la derecha se rearma y sube el tono de los discursos y los actos; Chile va a una histórica constituyente y luego rechaza la propuesta de Constitución; Petro, en Colombia, se enfrenta al mismo guion de Venezuela de principios de los 2000 con marchas, paros, obstáculos y campaña a favor de "la libertad"; la presidencia de Castillo en Perú es tan débil que no puede ni consolidar su propio gabinete y el Congreso lo agarra por el cuello; López Obrador no irá a la reelección en México, y ahora la esperanza de la vuelta de Lula en Brasil no se ve tan clara, con el arrase parlamentario de Bolsonaro y la necesidad de medirse en balotage con un Bolsonaro fortalecido, a pesar de haber perdido la primera vuelta.
Quizá estamos dormidos, obnubilados, andando automáticamente, haciendo cada día las mismas cosas, levantándonos, trabajando y tratando de llevar la existencia sin preocuparnos mucho por el globo, pues para dificultades ya tenemos nuestras propias vidas. Quizá estamos masivamente deprimidos. Quizá hayamos rebajado los sueños de una sociedad mejor a sueños de sobrevivir en este desastre de mundo que tenemos. Quizá nos cansamos. Quizá evadir, o ponerse del lado de los que aprovechan el caos sea más fácil. Quizás, pero lo que si es seguro es que estamos atendiendo a una de esas repeticiones/vueltas de la historia, sin saber si será tragedia o comedia, y que en cualquiera de los casos, seremos cómplices, por acción u omisión.
Mariel Carrillo García