Letra fría | Mi querido barrio de San Martín
05/04/2024.- De mis pocas virtudes, la que más celebro es la de ser feliz, en cualquiera de mis circunstancias: he sido rico casi siempre, pero hasta ser pobre me luce, pero siempre feliz. Ahora mismo soy pobre, y viejo para rematar, pero rico siempre, la nevera está full gracias a mi yerno Carlos y mi hija Ligeia, y con el sueldito por escribir estas boberías compro ron y cigarros. En Tierra de Nadie era un pobre rico por unas panelas que me mandaba Dilcia por la línea La Responsable. El barrio no tiene que ver con la pobreza, en realidad es una circunstancia, pero hay que saber ser pobre y rico a la vez. Les cuento que no es fácil. San Martín tuvo sus bemoles, no siempre fue la magia del saqueo popular al supermercado, tocaba a veces, comprar jamón, mortadela y queso en la panadería del portugués, que seguramente se llamaba Joao, quien me recibía unos cheques posdatados, hasta que cobraba otra vez. Recuerdo que una vez estaba enculebrado con el portu, ya fruncía el ceño porque la cuenta estaba altísima, y me quedaban cien bolívares.
Yo andaba como ladillado y preocupado, pero viendo la Gaceta Hípica, veo que Bala Fría corría en la tercera válida, y le digo a Dilcia, ¡vámonos pal hipódromo ya, que tengo un pálpito!, y nos fuimos. Bala fría era un caballo moro, léase blanco, una yegua tal vez, me encantaba jugarla por eso, porque era una mancha blanca que nunca avanzaba, pero le tenía cariño. El cuento es que siempre corría con 60 kilos de peso y llegaba de último, pero esta vez me percato que llevaba 48 kilos en su distancia normal de los 2.000 metros, el propio batacazo pues. Aposté 70, 35 ganadores que costaban 2 bolívares, para guardar para las cervezas y el arroz chino. Cuando Aly Khan dijo: "Arrancan los competidores...", y relata el orden de salida de los caballos el último fue Bala Fría. Al ver esto, Dilcia dijo: “Se jodió esta vaina”… Tranquila que siempre es así, sale de último y llega igual, pero hoy no será así. Hoy va a ganar. Pero pasan la recta de enfrente y nada que avanzaba, pero la fe mueve montañas, y en el giro de la última curva, el jinete, segurito que era Irving Rosendo, se cuela por la baranda y comienza a atropellar a los favoritos, nunca olvidaré al Príncipe Aly Khan cuando sentenció: “Y ganó Bala Fría, duro golpe para el 5 y 6”…. ¡No joda, broder, se armó un limpio! Esa misma tarde pagué al portugués, recuperé mis cheques falsos y hasta compré jamón serrano recuerdo. Joao me dijo entre risa: “¿Se ganó la lotería, poeta?”. A lo que le respondí: "Algo así, portu, ganó Bala Fría".
Por ese entonces, escribía mi tesis de grado sobre Literatura guajira, pasé 10 años en eso, y bueno recuerdo también que había una licorería al lado del bar de putas de la avenida, y en la vitrina exhibían una botella de ron muy preciada, no recuerdo su nombre, pero el día del Caracazo pensé en ir a buscarla, pero no me atreví, a mí me gustaba robar en buena lid, no por la desgracia de otros, y desde entonces no robé más. ¡Vainas de conciencia! Jeje…
Un día, en un vuelo de Maracaibo me tocó al lado un señor simpatiquísimo, tanto que lo invité a mi casa, era un guerrillero que se había casado con una guajira para esconderse por allá, no voy a decir nombre para no rayarlo si es que vive, pero era una dinastía de bravíos, el primer apellido empezaba por B y el segundo por M (tin Marín que títere fue)… nos tomamos unos rones, y al día siguiente antes de irse me regaló un puño de un polvo blanco que mis amigos apreciarían después. ¡Y mi tesis también! Jajaja. Fueron días hermosos. Allí pasé los días de mi asesoría al ministro del Ambiente Orlando Castejón, eran los años 80, y un día lo botaron a él y a mí, por supuesto, a los 15 días, ya yo era director de prensa encargado, pero llegó la escoba y me tuve que ir. Esa tarde fui a llevar un texto a un concurso literario con mi ensayo Teresa de la Parra a través del espejo, era un trabajo de Ifigenia para mi querido profesor José Balza en la maestría de Literatua Latinoamericana de la Universidad Simón Bolívar. Y llegué cinco minutos tarde .Ese día decidí no participar nunca en un concurso literario.
Humberto Márquez