Cívicamente | El problema de la basura

02/05/2024.- Siempre me ha llamado la atención que el tema de la basura sea un problema de todos cuando quienes la generan son las industrias, especialmente las de alimentos, medicina y cosméticas, refiriéndome específicamente a todo el material no biodegradable que le sirven a estas para la venta de sus productos.

Ciertamente es un problema para la humanidad, nos compete a todos, la cantidad de basura que termina depositada en nuestros océanos y espacios naturales, que va en contra de todas las especies que habitamos en la Tierra, pero más que culpables pudiera afirmar que somos víctimas de ese flagelo ambiental del que llevan décadas acusándonos de producir por ser meros consumidores; sencillamente, nos han obligado a comprar todo empacado y envasado en la forma en que la propia industria lo ha dispuesto y no conforme con eso nos obligan también a pagar por esos empaques y luego nos responsabilizan porque los botamos.

Entonces, somos nosotros, los consumidores, los culpables porque no los reutilizamos –como si hubiera tanta caraota que guardar en esos potes de margarinas–, culpables porque no reciclamos y no andamos haciendo manualidades con tapas plásticas; y es que ya, desde nuestras posibilidades, no sabemos qué hacer, hemos sembrado matas en cuanta lata queda, envasado el jugo de guayaba en la botellita plástica y la arepa en la bolsa de la harina a la escuela y el trabajo...

Por el contrario, las industrias, además de seguir fabricando basura, deberían diseñar estrategias para que esta vuelva a sus industrias en forma de materia prima, de manera directa o indirecta, a través del propio consumidor, permitiendo que podamos reutilizar sus empaques, botellas y envases a la hora de volver a adquirir el producto.

Se trata entonces de poner la solución del problema de la basura en quien verdaderamente lo genera.

Otro que aparece como culpable es el Estado, al que responsabilizamos por no gestionar de manera eficiente la recolección de la basura y al que la industria traslada su gran y única responsabilidad a cambio de impuestos o tarifas, seguro insuficientes; pero el tema va más allá, no es solo recogerla de manera eficiente, sino también elegir ¿adónde va la basura? Recogerla con diligencia y llevarla con eficiencia a lugares donde se deciden por creer que allí la gente no merece tener su hábitat limpio, no es una solución estructural.

La basura nace de relaciones económicas y bajo esa óptica debe gestionarse. Las leyes en este ámbito no pueden ser para imponer cargas a los ciudadanos y a los estados para su recolección, la ley debe procurar mecanismos obligatorios para que las industrias, ante la producción de sus mercancías, resuelvan el destino de sus desecho, tanto en su elaboración como en su comercialización, incluyendo la fase posterior al consumo.

De la misma manera que nos obligan a comprar sus productos y a pagar por sus empaques, endosados en el costo total de la mercancía, entonces que generen alternativas donde estos sean retornables, o unas bolsas diseñadas para recargar los granos, cereales y otros productos que se empaquetan por gramos, o botellas especiales para los que se venden por litros, por ejemplos.

Aunque he dicho que el problema lo generan unos, igualmente afirmo que la solución pasa por todos: industrias, Estado y sociedad.

 

Carlos Manrrique 

 

 

 

 

 

 


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