Estoy almado | Los mismos lobos

04/05/2024.- Sin gobernar, se asignaron sueldos de un millón de dólares, provenientes del desfalco a la estatal Monómeros, en Colombia. También entregaron Citgo, en EE. UU. con tanta ligereza como quien regala un vaso de agua. Sin ejercer ningún poder legítimo ni real, vivieron una vida de lujo y derroches. Dormían y celebraban en lujosas casonas y penthouses en el exterior, con dinero perteneciente a la República, con el fin de, supuestamente, "liberar" a los de a pie; a los que comen menos de tres veces al día y a quienes se rebuscan a diario en la informalidad laboral.

Cuando medio gobernaron algunas alcaldías, no lo hicieron para la gente. Su mayor obra recordada son las guarimbas, que dejaron heridos y muertos, incluyendo el abominable acto de incendiar a una persona solo por su color de piel y por aparentemente pensar distinto a ellos.

Esa violencia callejera, justificada desde los municipios que dirigían, dejó además pequeños negocios saqueados y quemados, cuyos dueños nunca recibieron siquiera una disculpa. Después del desastre, huyeron al norte y se autoexiliaron con dinero de origen desconocido.

Desde afuera, promovieron el germen de la abstención. Incluso, en sectores de su electorado, lograron una disociación psicótica que tilda de "alacranes" y "colaboracionistas" a otras microoposiciones que ganaron en buena lid las alcaldías abandonadas por ellos.

Sin gobernar, en 2019, organizaron una invasión al país disfrazada de "ayuda humanitaria" desde Colombia, donde se gastaron a manos llenas el dinero recaudado en todo el mundo, y a la vista de todos quemaron uno de los camiones con los supuestos insumos para la población. El resto de la mercancía se pudrió en contenedores olvidados en Cúcuta.

No eran gobierno, y sin contemplación metieron al país en una espiral de inestabilidad y caos, mediante la creación de un falso poder interino, contando embajadas, oficinas y cargos ficticios que propiciaron en el extranjero la dualidad de autoridades y, con ello, el bloqueo de transacciones legítimas para el normal desenvolvimiento de la dinámica económica del país.

Sin gobernar, contribuyeron a la parálisis económica nacional, diciéndoles a todos afuera que no invirtieran en el país, ni enviaran insumos, productos, materias primas, ni nada que nos ayudara a paliar la crisis, porque supuestamente eso "oxigenaba" al gobierno.

Hacían ese lobby maligno contra nuestra nación en su condición imaginaria de "perseguidos políticos". Hoy, sin embargo, circulan por nuestras calles sin pena ni culpa, haciendo libremente campaña para el 28 de julio.

Es muy probable que tengan a la ONU, la Unión Europea y el Centro Carter observando el venidero proceso electoral, que otras veces han ganado con el mismo CNE de ahorita, e incluso con las mismas auditorías y garantías del voto.

Sin embargo, nunca dejan de señalar de fraudulento al ente comicial, por si acaso se estrellan por enésima vez con la derrota legítima, que por fortuna siempre los acompaña.

Ellos, "los apellidos" —como los llama el Presidente—, con las caras lavadas, hablan y prometen en medios, redes y paredes. Dicen que si ganan las elecciones y llegan al poder, entonces se arreglará el país, al que tanto jodieron durante los últimos años, desde afuera y desde adentro, sin nada que lamentar.

Es el regreso de los mismos victimarios desalmados de otrora, pidiéndole al pueblo, víctima de las sanciones que ellos solicitaron, que ahora los elija para arreglar el daño provocado. Se agradece que hayan vuelto al carril electoral, o que hagan creer que es así; pero, sinceramente, deberían quedarse como regresaron, sin gobernar. Son los mismos lobos disfrazados de ovejas.

 

Manuel Palma


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