Palabr(ar)ota | Palestina y los "house niggers"
09/05/2024.- Lo de house nigger es uno de los conceptos más interesantes del mundo racista, viejo y nuevo, en Estados Unidos.
El propio Malcom X se encargó de aclarar cómo se reconoce a un house nigger. “Había dos clases de esclavos: los negros domésticos y los negros del campo. Los house niggers vivían en la casa con el amo, se vestían muy bien, comían bien, porque comían de sus sobras. Vivían en el ático o en el sótano, siempre cerca del amo; y amaban a su amo más de lo que su amo se amaba a sí mismo. Se apresurarían más que el amo para salvar su casa. Si el amo decía: ‘Tenemos una buena casa aquí’, el negro de la casa diría: ‘Sí, tenemos una buena casa aquí’. Cada vez que el amo decía nosotros, el negro de la casa repetía nosotros. Así es como se puede distinguir a un house nigger”.
La figura del house nigger está lejos de desaparecer en la política norteamericana. Para convencerse de ello basta con recordar a Barack Obama, quien “tiene la piel negra, pero el alma blanca”, como reza la viejísima fórmula racista. Esa alma blanca impulsó a este Premio Nobel de la Paz a continuar las guerras imperiales que encontró andando cuando llegó a la Casa Blanca y no tuvo empacho para comenzar otras. Esa misma alma blanca, por cierto, le sirvió para declarar a Venezuela amenaza inusual y extraordinaria, lo que abrió las puertas a las sanciones que tanto daño han hecho a los venezolanos.
Otra figura emblemática de este tipo de domesticidad es el magistrado de la Corte Suprema de Justicia Clarence Thomas; ultraconservador, mucho más que sus pares blancos, en un tribunal donde los conservadores llevan la mayoría absoluta. Además de estar involucrado en fehacientes actos de corrupción y tráfico de influencias, a Thomas no le tiembla el pulso para firmar las sentencias más retrógradas, muchas de las cuales afectan especialmente a la población negra, la más depauperada de los Estados Unidos. Todo sea por hacerle la tarea a la élite WASP, blanca, anglosajona y protestante.
Y ahora le tocó el turno a Eric Adams, alcalde de Nueva York. El hombre ha enviado a la policía para que acabe con el movimiento estudiantil de la Universidad de Columbia en apoyo a la población palestina de Gaza y en contra del genocidio que, a los ojos de todo el mundo, comete el gobierno sionista de Netanyahu.
La élite blanca está preocupada por la rapidez con la que se ha expandido el movimiento pro palestino a una gran parte del territorio de los Estados Unidos. La estrategia de acusar a los estudiantes de antisemitas no ha funcionado, entre otras cosas porque en las protestas participan centenares de estudiantes y profesores judíos que no concuerdan con el sionismo. No encontraron, pues, otra vía que no fuera la represión para tratar de cortar de cuajo la organización de los estudiantes, y allí estaba su house nigger para hacerles el mandado.
La población afrodescendiente de Estados Unidos suele ser mucho más abierta que su contraparte blanca, mejor dispuesta a socializar y a reconocer al otro, al distinto; al fin y al cabo, durante siglos, ellos han sido los distintos, los otros, en un país en el que una parte de la población blanca se niega, aún hoy, a reconocerlos como ciudadanos de pleno derecho.
Desafortunadamente subsisten los house niggers, siempre dispuestos a blanquear su alma y defender al amo a cambio del espejismo de la igualdad.
Cósimo Mandrillo