13/10/22.- No es la primera vez que la población de Las Tejerías sufre estas agonías.

Su historia es larga en reconstrucciones por asaltos de la naturaleza, y sus alrededores sufren parecidas circunstancias.

Este zarpazo ha sido, sin embargo, de los peores, si no el peor.

El número de desaparecidos aún no es confiable, y los habitantes del lugar lloran a sus coterráneos, aún inseguros de que todo terminará.

La debacle ha sido tan espeluznante que consideran difícil el poder reconstruir el pueblo como tal. Las pérdidas cuantiosas en bienes terrenales, casas de habitación, espacios de siembra, lugares…, terminan por no ser nada al lado de personas desaparecidas y de lo que aún se considera sin evaluar.

En medio de este tétrico paisaje, nos llama la atención y llena de asombro la presencia de dos canes, dos perros adiestrados para el rescate de personas, que han sido sumado en convivencia con los equipos humanos de rescate.

Los  animalitos espigados y ágiles, husmean todo y se mueven inmediatamente reuniendo pistas para determinar la presencia de personas, en agonía o fallecidas, dispersas por el lugar.

Nos ha llamado enormemente la atención esas presencias entrenadas para la tarea a la que se dedican con el mayor afán, poniéndose en peligro ellos mismos de ser llevados por la corriente de las aguas de curso inesperado.

Verles en imágenes fotográficas y en visión televisiva nos ha despertado una enorme ternura por los animalitos, tan bien adiestrados,que se ponen en peligro ellos mismos en ese afán de rescatar a otros.

Conmueve indudablemente su tarea, y nos pone a pensar en contraste agobiante cómo el ser humano es capaz de apropiarse, en cambio, de animalitos como los gallos que adiestran para las peleas hasta verlos morir, y otras circunstancias parecidas con otras especies. Por suerte o por la acción de humanos con conciencia, ya las corridas de toro y hasta las peleas de gallos pasan a ser censuradas con los tiempos, al menos en un buen número de países.

Esos perros de la tragedia de Las Tejerías merecen ser premiados.

Laura Antillano