Vitrina de nimiedades | Maternidad en clave digital
11/05/2024.- Discutir el significado de ser madre no es nuevo ni deja de ser apasionante. Canciones, libros, películas, programas de TV, obras de arte: no hay forma simbólica que no haya sido tocada por lo materno. El tema, lejos de agotarse, se renueva a la par de nuestros “avances” como especie humana en su concepción y, lógicamente, en su narrativa. La mamá que nos presentaban en los medios tradicionales no es la misma que aquella que postea en redes, habla de la crianza de sus hijos y comparte consejos. Hay un imaginario en transformación anclado en lo digital.
Este panorama es de especial interés para los investigadores de las ciencias sociales y de la comunicación. Un vistazo en revistas académicas permite reconocer la relevancia de las conexiones que construyen las mujeres desde los llamados “social media”. ¿Qué dicen sobre el rol frente a sus hijos? ¿El mundo online les da el apoyo que añoran en la presencialidad? ¿Ese concepto de “tribu” lista para la crianza se construye a través de podcasts y videos? ¿Qué impacto tiene esto sobre la imagen idealizada de la madre? Las respuestas a estas preguntas aún no son concluyentes, pero arrojan algunas luces sobre el cambio vivido.
Entre las cosas que se transforman está la paulatina caída del muro que impedía compartir lo difícil que es criar a otro humano. Hoy, es más fácil conseguir historias de cansancio, agotamiento y estrés emocional, presentadas sin la carga de culpa impuesta socialmente. ¿El qué dirán? Bueno, de eso se encargan en los comentarios, convertidos en una suerte de campo de batalla entre quienes miran la maternidad desde el pedestal conservador y aquellos que reconocen el derecho a decir: “¡Qué fuerte es esto!” sin que eso signifique ser un alma desnaturalizada.
Mención especial tienen otros procesos como el amantamiento, la educación alimenticia, la estimulación temprana y otras prácticas dirigidas a lograr niños sanos y equilibrados, la gran meta de cualquier familia que procura “hacerlo bien”, un concepto bastante amplio, por cierto. Testimonios, consejos de expertos, terapias alternativas y hasta datos de dudosa veracidad se van cruzando en entornos como Instagram o WhatsApp para recomendar cómo hacerle frente a ese pequeño humano que apenas comienza su tránsito por la vida. Lo digital y rápido no está libre de riesgos.
A la par de las complejidades de la maternidad, se resignifican ritos. Momentos tan personales como hacerse una prueba de embarazo en casa, anunciarle a la familia que viene una persona en camino y la primera ecografía, se están convirtiendo en los nuevos íconos de ese proceso. Incluso, las fiesta de revelación de sexo, una práctica más reciente, se están transformando en un ritual de ciertos estratos sociales. Mucho hemos caminado desde las abuelas que adivinaban el sexo de la criatura según la forma de la barriga de la madre hasta las fiestas con papelillos azules o rosados.
Todas estas cosas tienen su relato virtual, al igual que otras situaciones como las maternidades no alcanzadas, que exigen valentía para revelarlas al mundo; los hijos que partieron antes que sus madres y las mujeres que tomamos otros destinos distintos al de aventurarse a traer otra vida. No está claro hasta dónde es beneficioso ventilar todas esas realidades en un espacio tan público y difícil de controlar, pero ya es un paso poder hablar sobre ellas, a pesar de los estigmas y prejuicios que siguen arraigados. Maternar, aún en tiempos de redes, sigue siendo un desafío por deconstruir.
Rosa E. Pellegrino