24/05/2024.- Cambiar es lo más difícil que puedes hacer en la vida. Abandonar un mal hábito, modificar un comportamiento, no sucede de la noche a la mañana y requiere constancia, disciplina y práctica. Muchas veces, incluso teniendo la intención y las ganas, no lo logras, porque la fortaleza interior no se construye de la nada, y mucho menos cuando estás acostumbrado a dejarte llevar por tus impulsos.

El director colombiano Rodrigo García dirige a Glenn Close y Mila Kunis en una historia sobre lo complicado que es luchar contra uno mismo y sus debilidades.

Tu peor enemigo y tu mejor amigo no es otro que tu reflejo en el espejo, como dice la vieja canción interpretada por José José a finales de los noventa: "Uno mismo se hunde, uno mismo se eleva, uno mismo se odia, uno mismo se ama".

Margaret (Mila Kunis) necesita creer en ella misma porque nadie más lo hace. A pesar de que su madre (Glenn Close) está para ella e intenta acompañarla (y para el momento en que comienza la película ya lo ha hecho muchas veces), será su decisión cambiar de vida o seguir estancada en una existencia que no da para más.

Margaret ha perdido todo, sus hijos, su estabilidad económica y emocional, los posibles caminos que habría de tomar, sus ilusiones… Dejó de ser ella misma por un hábito que se convirtió en vicio. El tiempo ha pasado y cada vez parece más cuesta arriba hacer otra cosa con su tiempo.

Cuando estás en ese punto, en el foso, solo tienes dos alternativas: salir adelante o hundirte definitivamente.

No hay términos medios en una vida donde las malas decisiones han generado circunstancias desastrosas en todos los ámbitos.

Hay una imagen poderosa en la película que verás en los primeros quince minutos. Margaret tiene la dentadura destrozada. Sus años viviendo en la calle y sus adicciones se llevaron sus dientes. En apariencia, no puede caer más bajo, pero siempre se puede estar peor. Cuando se trata de perder la dignidad, el ser humano no tiene límites y es precisamente en ese aspecto en el que la película se enriquece.

Rodrigo García muestra el hundimiento de la protagonista desde el comienzo y sus ligeros avances, pero también sus retrocesos. Cuando quieres cambiar, es normal fluctuar entre lo que fuiste y quién quieres ser.

Cuatro días más reflexiona sobre la imposibilidad de cambiar tan rápido como muchas veces necesitas (y esperas), porque nada pasa en el momento en que lo requieres. Las situaciones complejas ameritan de mucho tiempo para ser modificadas. Pocos están dispuestos a perseverar, a tener paciencia, a continuar cuando en apariencias nada se está moviendo.

En el largometraje se muestra cómo el reto fundamental de cualquier ser humano nunca está relacionado con algo externo. Frecuentemente en la vida la pelea es contra ti mismo. Eres quien decide quién quieres ser, si un rey o un mendigo.

Luisa Ugueto Liendo

@cluisaugueto