Retina | El problema de los tres apellidos

27/05/2024.- Puede que se llame Leopoldo, María o Javier. La denominación poco importa. Lo sustantivo es que quieren irradiar su “superioridad”. Piensan que nada tienen que demostrar, se saben superiores, más inteligentes, con mayor profundidad y hasta con una presencia más bella.

Poco importa si su apellido es Milei, López o Machado, da lo mismo. Sufren al no entender por qué no son objeto de mayor atención y admiración, si es evidente que nacieron para cambiar el mundo. Sienten que la humanidad es un océano de estúpidos y estúpidas que no les permite respirar como su condición de genialidad demanda.

John Kennedy Toole escribió una gran novela sobre esta gente, La conjura de los necios, en la que nos cuenta la vida de Ignatius J. Reilly, un hombre, un ser reaccionario que se asume a sí mismo como genio, que vive aislado en la casa de su madre, que anhela la Edad Media europea como ideal de moral y vida. Se siente un incomprendido por la falta de inteligencia del resto del mundo.

La época de Ignatius era otra, no existían las redes sociales, no podía confrontar ni divulgar su desquicio ante audiencias masivas. Escribía constantemente en cuadernos que alguna vez ordenaría, para conformar la obra maestra que, sin que él lo dudara nunca, saldría de sus manos.

El personaje de J. K. Toole, así como Javier, Leopoldo o María, tienen severas dificultades para comprender o considerar sentimientos de otras personas. No les importa tales sentimientos, los consideran una muestra de mediocridad y un estorbo para sus propósitos. Lo único importante es el logro del objetivo narcisista histórico que se han propuesto.

Detrás de su fachada, de absoluta confianza propia, se esconde la violenta fragilidad que exhiben cuando no están públicamente expuestos y pueden reaccionar con libre virulencia ante cualquier crítica a sus métodos, objetivos y formas.

Para esta gente, llámese Machado, Milei o López, quien no acepte su visión es ignorante, estúpida o estúpido. “El socialismo es una fábrica de pobreza y quien no acepte esta verdad es un ignorante”, suelen decir con una mirada en que suponen ya han puesto un pie sobre la cabeza de quienes les adversan, sin pararse a considerar que el mundo está repleto de pobres que, en su gran mayoría, viven en países capitalistas, incluyendo a los propios Estados Unidos y que sus propuestas van dirigidas a multiplicar esa pobreza. Su táctica es que pase esa frase inicial, de condena al socialismo, y que el debate posterior se mida por quién tiene la mayor capacidad de insultar “inteligentemente”.

Este marco de trastorno de personalidad narcisista nos brinda algunas pistas para comprender una parte de la dinámica de la actual campaña electoral en Venezuela. María, Javier y López quieren aprovechar todo el sufrimiento que, junto a sus ídolos gringos, han causado al pueblo venezolano para dirigir esa carga contra el Gobierno que ha sabido protegerles y brindarles caminos de desarrollo y esperanza frente a la fuerza de despojo y entrega que proponen esos tres apellidos. En verdad, nos creen ignorantes.

 

Freddy Fernández

@filoyborde


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