Horizonte de sucesos | Realidades envolventes III
Movimientos que parecen que, en vez de estar hechos de gente, estuvieran hechos de olas...
16/10/22.- Ya hemos dicho en otras oportunidades que hay realidades envolventes que determinan el espíritu del tiempo en que vivimos. Es difícil no ver el mundo con desánimo si fenómenos naturales nos azotan, hay amenaza de guerra nuclear o salió mal una tarea.
Entonces empezamos a ver el mundo un poco más gris de lo acostumbrado. Y uno sabe que es una percepción generalizada cuando se consigue a un conocido y transmite la misma pesadumbre, incluso sus cuentos son más desalentadores que los de uno.
Eso no quiere decir que nuestros dramas contemporáneos sean peores de los que ya pasaron, pero nadie nos quita el derecho a defenderlos. Tampoco vivimos los de otro tiempo como para asegurar que ahora tenemos la piel más blandita y ¡qué bolas esta gente de hoy en día!
Ciertamente hay un clima de desánimo generalizado, y no es porque los tres o cuatro conocidos anden en lo mismo.
Dice un filósofo mexicano que los ritmos son una realidad envolvente y ambiental en la que la sociedad también parece tener un alto grado de afectividad: las masas son fenómenos típicamente rítmicos, que se encogen y se expanden, como si palpitaran; que titilan, oscilan, se bambolean, traquetean, en sus avances y retrocesos; con porras, pasos, gritos, banderas que ondean, puños que se agitan cargados de indignación, de dignidad, de celebración o de lamento, que parece que en vez de estar hechos de gente, estuvieran hechos de olas, columpios, péndulos, bailes y tambores.
Pues dicho esto, es innegable que la sociedad se defina con movimientos. El oleaje es una forma precisa de definirla porque los sentimientos también son un ir y venir constante: hecho de exaltaciones, tristezas, alegrías y también de periodos planos en los que parece que no pasa mucho.
Es como si lográramos traspasar las propias barreras que usamos para definir a la sociedad y nos dejáramos arropar por una bruma que se desplaza como un río de tiempo, los que corren al ritmo de las alarmas y ambulancias.
Heatcliff Cedeño