Un alucinante Teatro Negro de Praga estuvo en Venezuela
La ilusión se apoderó de la sala Ríos Reyna del Teatro Teresa Carreño
16/10/22.- Decían que era el mejor espectáculo del mundo y no se equivocaron.
El Teatro Negro de Praga demostró en su propuesta de ocho escenas, divididas en dos actos, que puede deslumbrar con sus efectos, su magia y su encanto.
Por algo, ha recorrido las capitales más importantes del mundo, incluyendo a Caracas; esta vez en la Sala Ríos Reyna del Teatro Teresa Carreño.
Con recursos impresionantes, como un escenario completamente negro, objetos fosforescentes y representaciones mudas, además de bailes, mimos y danza, lograron que los espectadores se sumergieran en el mundo de la ilusión, pues hacían que esas cosas elementales tuvieran vida propia.
"La lavandera" fue la primera escena, en la que una chica tiende la ropa lavada y luego se pone a tejer. Al retirarse, pantalones y calzones toman movimiento. Dos pantalones pelean con las agujas que ella dejó, pues se convierten en espadas. Cuando ella regresa, ve que la ropa no está tendida, se sienta a llorar y esta vuelve al tendedero.
"Las maletas" fue la segunda obra en la que un chico, a través de risas y mimos, interactuaba con el público e hizo que formara parte del show. Seis minutos después aparece otro muchacho con quien hace una competencia. ¿Quién tiene la maleta más grande? Situaciones divertidas suceden a través de esta pugna que hace reír a los presentes.
Luego vino “Los faroles” en la que ella lo deja a él por borracho. Él trata de recuperarla, pero más puede el alcohol.
Ahí muestra su lucha en medio de una calle, en una noche oscura y dos faroles que lo acompañan en su aventura de querer volar.
“El violinista” hizo reír hasta al más serio. Su torpeza impide que toque el violín: siempre se le cae el pañuelo o el arco. Se frustra porque no puede mantener esos tres implementos a la vez para poder tocar hasta que el pañuelo cobra vida cual fantasma y se burla de él. Cuando logra aplacarlo, toma vida el violín. Luego aparecen una gallina, un perro y un pato que lo hacen sumergirse en otra pelea, hasta que finalmente logra tocar su instrumento.
“El mago” sigue siendo la pieza insigne del Teatro Negro de Praga. Aquí una chica vestida de blanco hace sus malabares. Su sombrero es su gran acompañante para interactuar con todos los objetos que se mueven a su antojo. Luego aparece un chico con quien danza hasta que otro sombrero grande se la lleva.
Luego de un intermedio, apareció el telón blanco con un corazón, que siempre le daba la bienvenida a cada escena. Ahí comenzó el sketch de “El fotógrafo”, en el que una pareja (un soldado y una joven) entra a un estudio a retratarse. Allí aparecen pajaritos y situaciones divertidas que están inspiradas en la época del cine mudo de Charles Chaplin y Buster Keaton.
No menos asombrosa fue la escena “El pescado”, en la que un taxista sube a un pasajero con un pescado y esto hizo que su imaginación volara e incluso apareciera una sirena... Hasta que el despertador sonó.
Y “El caballo” fue el mejor final, pues muestra a un mesonero enamorado y a un caballo travieso para hacer la parodia de un western americano.
Para los del Teatro Negro de Praga lo importante es ver el espectáculo con ojos de niños. Así fue y resultó ser una gran experiencia. Esperamos que vuelva pronto.
ROCÍO CAZAL rociocazal@gmail.com / FOTOGRAFÍA: NATHAN RAMÍREZ / CIUDAD CCS