Ad libitum | A mí me llaman "el loco"

09/06/2024.- Unos decían que estaba loco —clínicamente loco—; otros, que era un genio, un tipo fuera de lo común. Las grabaciones que permiten acercarnos a Germán Fernando nos hablan entre líneas de un artista totalmente emocional, histriónico y convincente en sus interpretaciones. Muchos aspectos de su vida son desconocidos y secretos. Se dice que vendía sus composiciones y que hoy en día algunas de ellas son éxitos mundiales. Pertenecía a una familia respetable y adinerada que lo envió a estudiar a los Estados Unidos. En Nueva York se hizo cantante y comenzó a trabajar en bares y radios. Las primeras noticias de su éxito aparecieron en la prensa venezolana. En el diario La Esfera, el 25 de marzo de 1957, se anunció su pronto debut en Radio Caracas Televisión: "En el Chateau Madrid, Germán Fernando ha sido el evito deslumbrante de toda una temporada; allí su voz ha tenido la guirnalda de los aplausos".

Todavía en el país no se hablaba de la nueva ola ni del twist cuando Germán llegó con su estilo. Su semana inicial de actuaciones en el programa estelar del canal de Bárcenas fue un suceso. Era un hombre muy atractivo y simpático, siempre con una anécdota o un chiste picante a flor de labios para hacer reír a quienes se le acercaban. En ocasiones, vestía de forma extravagante, con camisas de colores fuertes o de tonos que llamaban "chillones". Su desenfreno en escena llamó la atención del público y contó con aliados y detractores entre los mismos cantantes y críticos de farándula. En la época de sus primeros triunfos en Caracas, Marco Tulio Maristany, a las puertas de RCTV, le dijo: "Estuvo muy bien tu show, ¿pero cuándo vas a cantar?".

Su arte podía pasar de lo sublime al mal gusto —y ser acicateado por la prensa— cuando sometía a los televidentes a canciones extrañas, donde gritaba pidiendo auxilio y socorro; o ser elogiado por hermosas composiciones como Rueda el mundo, Mi último refugio y La casada infiel. Siempre que Germán estaba en Venezuela, Renny Ottolina y Aldemaro Romero lo contrataban para sus programas de televisión. Su voz registró en disco las primeras versiones de Doña Mentira y Carretera, clásicos del repertorio de Aldemaro. Tuvo una carrera interesante, pero no prosperó, quizás por su carácter, sus inconstancias y sus excesos. Sin embargo, la posteridad lo convirtió en artista de culto, de transición. Así como La Lupe y Francisco Fellove, Germán es un eslabón sin el cual no podríamos explicarnos el hecho artístico actual.

De su paradero, casi nada se sabe; incluso su familia desconoce dónde se encuentra. Sus allegados comentan que lo vieron hace algún tiempo en Puerto Rico, la Guaira o Miami. Desde Nueva York, el año pasado, llegó la noticia de su muerte, pero nadie puede precisar cuándo ocurrió ni en qué lugar está enterrado. Hasta el final, Germán Fernando sigue siendo impredecible.

 

Luis Ugueto


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