Psicosoma | Al poeta Angel Malavé

Esperanza planetaria: Festival Grito de la Madre Tierra

Un tiempo sin fiesta es un tiempo sin esperanza.

Byung-Chul Han

 

11/06/2024.- La globalización facilita servidumbres y consumismos y, sin darnos cuenta, cultiva el inconsciente colectivo con miedos atávicos, amenazas y noticias apocalípticas para inmovilizarnos y someternos a su sistema consumista. Todo es al paso, un instante de "mundos líquidos" de pulseadores al mejor postor y masajistas intergalácticos. Incluso, envidian a los varoniles emprendedores machistas.

Cada quien "arrima al fuego sus sardinas" con discursos triunfalistas, al más puro supremacismo de Ken y Barbie. Sin desperdicio, con imágenes multiorgásmicas neoliberales en bisagra religiosa, repotencian culpas con una psicología predadora, positivista y egoica, que nos zurcen de culpas y autoflagelaciones al no hacer nada o "hacer lo que me da la perra gana".

Forrado por los cuatro costados, se nos vende que somos libres e independientes para elegir, y si la voluntad de pensar por nosotros mismos no cambia los pensamientos negativos en positivos, "soy culpable". Es una burda fatalidad, tanto de una Psicología de la liberación de Ignacio Martín-Baró como de la Teología de la Liberación.

Los artistas somos memorias. Hasta Platón expulsó a los poetas, ¿por qué sería?… "¡Oh, qué será, será, gitana, gitana!"… Ha muerto mi poeta hermano Ángel Malavé y me entran ganas de revolucionar. ¿Y los "bicharangos"? Bien, gracias…

Extraños mundos se entrecruzan. Entonces, qué mejor despedida que bailar bulerías a diestra y siniestra con la Parranda Cultural del Buen Vivir, Costa Rica, en San Francisco de Dos Ríos, en luna menguante, y amanecer en brazos de Tres Ríos, mirando el pleno goce de los cerros de La Carpintera.

Ya casi en un remake ascético de Santa Rosa de Lima, me niego al celular, sin saber de tu partida, poeta Ángel Custodio. Aquí, en San Francisco de Heredia, el cielo me trae tu rostro sonriente y no puedo evitar danzar con vos y Ninaro en medio de un llantén terribilis.

Me sentía en el Sur profundo con los poetas Edison Valverde, Alejandro Madriz, Ronald Báez, Ronulfo Morera, amistades que celebraban con ricos potajes y el nutritivo chicasquil, un picadillo que probé en Escazú. El sábado 8 de junio viviste en las voces de Gerardo Cascante y Alejandra Espinoza, del Dúo Contrapunto; Daniel Ruiz, de Desamparados; Oscar Espinoza, Alonso Ferreto de Naranjo y Charly Muñoz del Rosario, y en las lecturas poéticas de Marta Rojas, Alejandra Espinoza, Marlene Ramírez, Leda Cavallini y mi persona.

Las peñas culturales son bastiones de esperanza con luchas sostenidas, abiertas y provocativas para cambiar todo. Hoy se gesta el Festival El Grito de la Madre Tierra Pachamama, al recuerdo fresco de las batallas del Cono Sur y Centroamérica, guerras y dolores sin cicatrizar, por el saqueo y privatizaciones que jamás nos rendirán.

La esperanza nos mantiene alerta en todo momento, nos hace ser visionarias, proféticas y revolucionarias. Transgredir y secuestrar tiempos sin miedos, "sin hacer nada", porque la ensoñación nos despierta a mundos nuevos. Curiosear, estar en modo festivo nos alienta y no hay arma más poderosa que trascender con el arte.

Al dejar los egocentrismos, se siente la corporalidad, las prolongaciones integradas en el corpus abierto para ser nosotros y nosotras. Al sentir legados ancestrales con danzas y ritos, sembramos esperanzas, amando los surcos del cuerpo. ¿Qué somos ante el tiempo espacio? Un parpadeo, un tirón del "ogro y la bruja" que se aman al instante corpoestelar, en una extinción danzante. Esto no quiere decir que se viva al día, sin empatía ni sentido de la vida, sin esperanza, porque siempre nos proyectamos hacia el futuro con objetivos y metas funcionales. Sin embargo, existen tiempos paralelos, invisibles, olfateables, del devenir dislocado, impredecible. El devenir de los acontecimientos inesperados, de mundos posibles que no solo están en las cabezas y accionan deseos y pasión ante los derrumbamientos. "Escapamos con el arte", matando el tiempo, robando fuegos o haciendo otros tiempos, un plus del fuego sacro y solo quien espera, critica. La desesperación es la razón de la esperanza, de creación abierta a lo nuevo, a lo desconocido.

La esperanza cambia constantemente y tener una esperanza radical de amar la libertad y la justicia social nos saca del foso individual todopoderoso al reconstruir comunidad.

Compartamos en un solo cuerpo comunitario el ritual maravilloso de las fiestas del alma, de los espíritus inmortales, habitando mundos posibles que no viviremos, pero eso no importa, porque somos cuotas al darnos. Trascendemos con la pasión amorosa.

El miedo nos despedaza, nos carcome y se instala, imponiendo desesperanza. Nada se puede construir con resoluciones diarias, en modo de sobrevivencia a las amenazas, a las muertes por chantajes emocionales y al hambre. Soñamos devenires mientras las derechas se radicalizan e imponen agendas increíbles donde el yo todo lo puede y persevera con más consumismo, negando el disfrute del cuerpo, del tiempo sublime, del ocio, del canto guerrero e insumiso. Nos recreamos en alguna alineación con el cosmos y somos más fuertes. "La esperanza se orienta a lo que no es" y vamos hilando amores compartidos al sentirnos hijos e hijas de Pacha, danzando sin miedo en lluvias de caricias, sintiendo el tiempo nuestro a pesar de los reduccionismos.

 

Rosa Anca


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