Palabr(ar)ota | Israel, el arte de matar

19/06/2024.- La Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio, ratificada en la Organización de Naciones Unidas (ONU) por 153 países, reza literalmente:

En la presente Convención, se entiende por genocidio cualquiera de los actos mencionados a continuación, perpetrados con la intención de destruir, total o parcialmente, a un grupo nacional, étnico, racial o religioso, como tal:

a) Matanza de miembros del grupo;

b) Lesión grave a la integridad física o mental de los miembros del grupo;

c) Sometimiento intencional del grupo a condiciones de existencia que hayan de acarrear su destrucción física, total o parcial;

d) Medidas destinadas a impedir los nacimientos en el seno del grupo;

e) Traslado por fuerza de niños del grupo a otro grupo.

Y en Wikipedia se aclara: “Genocidio es el exterminio o eliminación sistemática y masiva de un grupo humano por motivo de raza, etnia, religión o nacionalidad”.

Como salta a la vista, no hay uno solo de esos apartados en los que Israel no haya incurrido en la matanza continuada que lleva a cabo contra el pueblo palestino. Tan difícil es hacerse el desentendido con respecto a este asunto que la propia ONU acaba de incluir a Israel en la así llamada “lista de la vergüenza”, por su violación sistemática de los derechos de los niños.

Por supuesto que el embajador de Israel ante la ONU, una vez conocida la noticia, replicó de inmediato “profundamente conmocionado y disgustado”, según sus propias palabras, puesto que, en su criterio, “el ejército israelí es el más moral del mundo”. Esto de la moral de su ejército sería más o menos como decir que si bien es verdad que matan, no es menos cierto que matan con cariño.

Que se está cometiendo un genocidio en Gaza es algo que ya muy pocos niegan. Al fin y al cabo, abundan las declaraciones más que explícitas de personeros del Gobierno israelí dejando establecido que el propósito de Israel no es otro que eliminar de Gaza hasta el último palestino, y lo de eliminar no es una figura retórica.

La excusa de la seguridad oculta un propósito mucho más pragmático y terrenal, y esto de terrenal tampoco es una figura retórica, puesto que se trata de apropiarse de los territorios a los que aún no han llegado los llamados colonos israelíes. De hecho, circula en internet un video en el que un rabino denuncia que en Canadá ya se han puesto a la venta parte de los territorios de los cuales han sido expulsados los palestinos durante los últimos meses.

De otra parte, el innegable carácter genocida de la agresión israelí ha motivado que cada vez más países se sumen a la demanda contra Israel, introducida por Sudáfrica ante la Corte Internacional de Justicia.

Por supuesto que ni la lista de la vergüenza, ni la acusación de genocidio, salida de boca del propio secretario general de la ONU, ni la demanda en la Corte Internacional de Justicia tienen efecto inmediato alguno. Habrá que esperar que la presión diplomática logre, de algún modo, detener el afán asesino del gobierno sionista.

Mientras eso sucede, es imposible no sorprenderse por la cantidad de individuos que aún hoy prefieren quedarse con la versión según la cual Israel solo ejerce su derecho a la defensa. El derecho a la defensa existe, lo que no existe, al menos en el ámbito legal, es un derecho a la defensa basado en el asesinato indiscriminado, en el desplazamiento forzoso de millares de civiles, en la muerte de un incontable número de infantes y en la sumisión por hambre de poblaciones enteras. Hechos, todos los anteriores, incluidos en los ítems que definen genocidio de acuerdo con la Convención de la ONU.

Pero el caso extremo en eso de apoyar a Israel, rayano en la estupidez, es el de quienes afirman que el sionismo está en su derecho de adelantar el exterminio contra los palestinos, puesto que Israel es el pueblo de Dios.

Parafraseando al Quijote: cosas oiredes, Sancho.

 

Cósimo Mandrillo

 

 

 


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