Memorias de un escuálido en decadencia | Citgo

21/06/2024.- ¡Es mejor que sigamos, que sigamos robando! Nadie puede negar lo Verga de Triana que somos nosotros robando. Creamos un gobierno ficticio (bueno, apoyados por el compañero Trump. ¡Es verdad que también le toca!), y a partir de allí comenzamos el saqueo, y la vaina nos está quedando del carajo, de Oscar en Hollywood. Nos quedamos con Citgo, con el oro en Inglaterra, con Monómeros, que se salvó por la llegada del comunista Petro, y otro montón de vainas que tenemos protegidas por allí para que no se las robe la dictadura, porque es mucho mejor que nos las robemos nosotros que fuimos tan sinceros. Y con todo y eso, que es público y notorio, hay gente que nos apoya, porque por lo visto pareciera que ladrones somos todos. Esa consigna nos queda a nosotros de pinga, que era la palabra preferida del Libertador. Pero hay que nombrar a los héroes nuestros, para que los conozca el pueblo por el que tanto luchamos. Ellos, los que están al frente de ese robo, son, primero que nadie, el compañero interino Juan Guaidó, y Leopoldo —Poeta— López, y Julio —Asesino de Niños— Borges, y el que jurídicamente se echó ese robo al hombro, José Ignacio Hernández. A ese carajo hay que hacerle una estatua allí cerca del Palacio de Justicia, para que sepan todos quién puso el derecho internacional a favor de nosotros, es decir, de la oposición radical de este país. Y el otro que hay que nombrar es al compañero Carlos —Dólares— Vecchio. Lo llamamos el embajador nuclear, porque se robó más de seis millones de dólares.

Ahora tienen un peo con la venta de Citgo y piden que la hagan más tarde para que no interfiera con las elecciones, porque entonces se van a dar cuenta de que somos nosotros los que cometimos ese barbarazo, y eso le puede dar más votos al dictador. Pero aquí entre nos, con ese peo que tenemos con la candidatura del compañero "Edmudo", donde nadie se puede ver, por lo visto no vamos a llegar muy lejos, por eso estamos haciendo una campaña para el exterior, para que allá se crean que estamos ganando, y entonces podamos declarar fraude el 29 de julio, o el 28 en la noche, y contar, como siempre, con el apoyo de esa gente. De paso, Espoleta Allup nos dijo que a él no lo llamen para cantar fraude, porque ya él se rayó con aquella declaración cuando salió a buscar las pruebas y todavía no sabe dónde están. "Que pongan a otro bolsa", dijo.

Una vaina que nos dejó locos de bola fue la salida del compañero filósofo Manuel Rosales. Apareció corriendo con un gentío atrás y parecía que lo estaba persiguiendo la justicia, y que estaba huyendo, pero no, dicen que eran sus partidarios los que lo estaban siguiendo. Esa vaina nos asustó porque pensamos que ese le estaba enviando un mensaje al compañero "Edmudo", diciéndole: "Así es que se corre en una campaña, y así es como se hacen las vainas, no esperando que sea una mujer quien haga las vainas por uno. Hay que dar la cara, carajo". Fueron muchos los mensajes que nos envió el Filósofo, porque es verdad que todavía está arrecho por la paliza que le dimos en X, o Twitter, para que respete, cuando se inscribió como candidato cuando faltaban cinco para las doce. Ahora ese carajo no consulta y no dice para dónde va. Allí el hombre del garrote lo denunció y dijo que al Zulia parece que no lo gobierna nadie, porque el gobernador, cuando no está en Miami, está en Panamá, o en Barinas, practicando maratón. Todavía estamos leyendo, entre líneas, la cantidad de mensajes que nos dejó el Filósofo Rosales con esa corrida en Barinas.

El papá de Margot estaba pegado a la computadora y dijo: "Esta vaina se jodió. Tenemos que reconocerlo, nos robamos Citgo, dizque para protegerlo. ¡Qué bolas! 'Zamuro cuidando carne', como diría el difunto Luis Herrera. Y además, tenemos una Asamblea Nacional en el exilio, y nos hacemos los güebones. Y tenemos también un Banco Central, y un Tribunal Supremo. Carajo, si así como somos buenos para robar, fuéramos buenos para ganar elecciones, no habría para nadie". Y se fue al cuarto y agarró la puerta y le metió ese coñazo tan duro que la vecina gritó: "Basta, muérgano. Ya me tienes arrecha".

—Cómo se pasa la vida, cómo se viene la muerte, tan callando… —me declama Margot.

 

Roberto Malaver


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