Hablemos de eso | Colonialismo atávico

23/06/2024.- Al capitalismo no se le agota su esencia colonialista. Sobre el colonialismo, especialmente en nuestra América, edifica su nacimiento, que se esparce por el mundo. Si algunos se dedican a la vieja artimaña de echarnos tierra en los ojos para que no veamos cómo perdura, baste ver la masacre en Palestina para evidenciar lo vivo que está ese colonialismo. Repítase la escena en Haití, el Congo o Nueva Caledonia y ahí lo consigue. Un analista decía que ese cruel proceso de Gaza era "similar" al colonialismo clásico de ocupación. Nosotros no le vemos la diferencia, es la misma escena de colonialistas de origen europeo arrastrando fuera de su territorio a los "sobrantes", los "inferiores", los que no debían estar allí, porque el territorio se les ocurre suyo y necesario, otorgado por el Papa Alejandro VI o por la ONU, es igual. Al final, van decidiendo las cosas por la fuerza de las armas, de las que la ideología es apenas un carro de cola (indispensable, pero no decisivo). El genocidio es parte sustancial e inseparable de esa pretensión de superioridad.

Vladímir Putin, después de la reunión en que las "potencias" de Estados Unidos y Europa Occidental se les ocurriera usar las ganancias del capital ruso retenido ilegalmente para convertirlas en armas contra ellos, los acusó de un atavismo colonial que no se les quita. Y atavismo es un "comportamiento que hace pervivir ideas o formas de vida propias de los antepasados", como lo define la Real Academia Española, que sabe de eso por sus propios atavismos colonialistas.

¿Qué diremos nosotros, las venezolanas y los venezolanos, a quienes se nos obliga hoy a presenciar el espectáculo del desmembramiento y remate de Citgo? Para quienes nos visitan y para algunos compatriotas desprevenidos, diré que Citgo es una empresa petrolera que cuenta con ocho refinerías y tiene 14 mil 885 estaciones de servicio en Estados Unidos. Sus ingresos anuales giraban en torno a los 30 mil millones de dólares y su valor fue estimado por un juez estadounidense en 40 mil millones de dólares. El Estado venezolano adquirió el 50% de la empresa en 1986 y en 1990 el otro 50%. En el año 2019, el gobierno de aquel país, unilateralmente, entregó la administración de la empresa al gobierno títere de Juan Guaidó. Desde la liquidación de ese seudogobierno, la administración de la compañía está a cargo de una comisión de esa Asamblea Nacional cuyo período venció en enero de 2021. El legítimo gobierno de la República Bolivariana de Venezuela no puede ni siquiera ejercer acciones judiciales para defender sus derechos. Estados Unidos no lo permite y ahora anuncia el remate de la compañía, que ya está en proceso.

La grotesca expropiación realizada contra todas y todos nosotros solo es posible por el colonialismo, que está vivo y coleando, aunque no goce de buena salud.

Como sabemos, el imperialismo tiene instrumentos poderosos para imponerse; si no, vean ustedes la lista de más de treinta países ilegalmente "sancionados" o consideren la lista interminable de intervenciones militares directas e indirectas. Para mantener su dominio, sin embargo, necesita de una clase renegada en los países dominados, una que a través de múltiples lazos se constituya en sucursal y garantice su subordinación. A esa clase pertenecen los saqueadores de Citgo. Como clase, tienen historia: en 1862, prominentes integrantes de la oligarquía venezolana ofrecían al imperio dominante de entonces, el Reino Unido de la Gran Bretaña, personificado en su reina, casi la mitad del territorio venezolano, todo aquel ubicado al sur y al este del Orinoco, y solo pedían a cambio la "normalización" del país:

Es un deber que tienen las naciones civilizadas de Europa tender la vista a estos países e intervenir de una manera directa, cuya intervención no podrá menos que producir los mejores resultados (…) Ninguna de las naciones puede con más ventaja poseer a Venezuela como la Gran Bretaña, y creemos que sea más ventajosa esta posesión que la que tiene en la India Oriental.

Lo anterior lo escribía entonces un "grupo" de latifundistas de los Valles de Aragua.

Necesitan socios subordinados y también ingenuos que se crean su propio discurso. No sé si de unos o de otros, pero más probablemente por una combinación de los dos. En 1895, el gobierno venezolano pide el apoyo de los Estados Unidos para frenar los intentos de Gran Bretaña para arrebatar por la fuerza el este de su territorio, en lo que hoy llamamos Guayana Esequiba. Bajo el Convenio de Washington, Estados Unidos asumió la representación de Venezuela en la discusión territorial con Gran Bretaña. No vale la pena explicar demasiado: se acompañaron la potencia naciente y la potencia envejecida para entregar a Gran Bretaña la casi totalidad de sus aspiraciones arbitrarias. Eso se concretó en el llamado Laudo de París, con la confabulación de los representantes estadounidenses y británicos, bajo la mediación de un venal y probritánico juez ruso. Venezuela protestó entonces, pero sin la fuerza necesaria para que se escuchara su voz ante la arbitrariedad. Pasaron los años y apareció el testimonio de uno de los abogados participantes que desnudaba con detalles la iniquidad y la asociación de los integrantes del tribunal arbitral para despojar a nuestro país. Pudo entonces Venezuela hacer visible la trampa y logramos que, poco antes de la independencia de Guyana, tanto el Reino Unido como la vocería de la naciente república guyanesa, y Venezuela, por supuesto, reconocieran que había una disputa y establecieran el diálogo como mecanismo para tratar el diferendo. Ese es el Acuerdo de Ginebra.

Más allá de otros incidentes, las negociaciones siguieron desde entonces por la vía diplomática. Justo hasta que la compañía estadounidense ExxonMobil anunció hallazgos de yacimientos petroleros de dimensión histórica, fundamentalmente en las costas del territorio de la Guayana Esequiba, reclamado por Venezuela, y que se extienden hasta los mares frente a las costas de Delta Amacuro, ya en el territorio reconocido como venezolano por todas las partes. No era poco petróleo y se descubrían los yacimientos justo en la época en que estaba clara la insuficiencia de las reservas petroleras de los Estados Unidos. En la peor tradición colonialista, se suscribieron los contratos, sin hacer caso de los derechos venezolanos, y se inició la explotación, acompañada, por supuesto, por una creciente presencia de fuerzas militares estadounidenses. En este contexto, Guyana recurrió unilateralmente a la Corte Internacional de Justicia, instancia que Venezuela no reconoce como competente en materia limítrofe o de controversias territoriales.

Los ejercicios militares con el Comando Sur, la presencia del portaviones USS Washington, las bases militares estadounidenses construidas furtivamente en territorio de la Guayana Esequiba, conforman uno de los focos de agresión imperialista actuales. El gobierno bolivariano ha respondido con firmeza e inteligencia, reafirmando su vocación de unidad nuestra americana y la diplomacia de paz, pero afirmando simultáneamente nuestros derechos y nuestra disposición absoluta de defenderlos…

La agresión imperialista no cesa ni nos hacemos ilusiones al respecto: hace ya nueve años se declaró a nuestro país como "amenaza inusual y extraordinaria" para la seguridad nacional de Estados Unidos; las medidas coercitivas unilaterales se mantienen, por lo que se intenta imponer que las empresas de cualquier país que quiera invertir en Venezuela soliciten primero la autorización de la Oficina de Inversiones Extranjeras (OFAC, por sus siglas en inglés) de Estados Unidos (allá aquellos que se sometan). También se han financiado frentes y acciones terroristas desde nuestro territorio y acciones del mismo calado desde territorio extranjero; intentos de magnicidio y golpes de Estado; invención de un "gobierno interino", sin menospreciar la intensa y permanente campaña propagandística que, por todos los medios disponibles, intenta satanizar a Venezuela y a los venezolanos y venezolanas…

En año electoral, suelen intensificarse las agresiones contra este pueblo que se mantiene firme y consciente en la intención de hacernos dueños de nuestro propio camino. Se abren entonces todas las estrategias y todos los planes, desde la "a" hasta la "z". Sin intentar ponerlos en orden, esto ha supuesto la intervención abierta de una Embajada de Estados Unidos (no autorizada por el gobierno venezolano, pero que opera igual desde Colombia) en la imposición de un candidato a los sectores más manifiestamente proimperiales, la continuidad del apoyo financiero a su campaña, la generación de un plan alterno para instigar el desconocimiento de los resultados electorales para armar un nuevo escenario de violencia; una especie de "raspado de olla" con el despojo de Citgo, y una amenaza clara en nuestra frontera oriental. El colonialismo se resquebraja, pero no está dispuesto a abandonar la escena sin hacer todo el daño posible en la esperanza de permanecer.

A los pueblos que apostamos por nuestra liberación y a una convivencia posible en defensa de valores de libertad e igualdad real nos toca mantenernos en pie y asumir nuestro reto histórico.

 

Humberto González Silva

centrodescolonizacionvzla.wordpress.com


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