Estoy almado | Citgo y resultados electorales

22/06/2024.- Esta semana ocurrieron dos hechos que reafirman la naturaleza del extremismo antichavista: el saqueo de Citgo y el desconocimiento de los resultados electorales.

Sobre lo primero, era algo que se esperaba. Desde que EE. UU. reconoció (y aún reconoce) la aberración del "interinato" de Guaidó, este usurpó la administración de Citgo, acompañado por otros expoliadores del país como Leopoldo López, Carlos Vecchio, Julio Borges, David Smolansky y José Ignacio Hernández (procurador ficticio).

Ellos son los responsables directos del remate de Citgo. Se atribuyeron cargos ficticios ad hoc para organizar la rebatiña. Con el desmembramiento de la refinería, se calcula que cada uno se embolsille cinco mil millones de dólares. Es una cantidad que, seguramente, será una migaja comparada con todo lo que se llevaron cuando saquearon a Monómeros en Colombia y el fondo multimillonario (financiado por la Usaid y gobiernos europeos) para una supuesta "ayuda humanitaria".

Ese desastre de Citgo prueba, en los hechos, cómo la oposición gestionaría el Estado. Es el fiel reflejo de lo que ellos harían estando en el poder legítimo. Ese entreguismo demostrado con la refinería revela el verdadero significado de sus promesas de "cambio" y "libertad". Lo ocurrido con Citgo debe servir como señal inequívoca de que todo lo que somos y nos pertenece por historia, cultura y dignidad sería desguazado y vendido por entregas a intereses financieros. Así sucedió con la Asamblea Nacional: quedó en el hueso, por dentro y por fuera, cuando estuvieron en el período 2015-2020, tras ganar las elecciones parlamentarias.

Esa victoria legislativa de la oposición en el 2015, por cierto, fue inmediatamente reconocida sin titubeos por Maduro. En su momento, Chávez reconoció como ganadora la opción del "no" del antichavismo en la consulta de la reforma constitucional (2007). Ambos eventos son dos muestras de que el chavismo siempre ha reconocido los resultados electorales emitidos por el CNE, aunque le sean adversos.

Para esta elección presidencial, el chavismo, con su candidato Nicolás Maduro, reafirmó una vez más que reconocerá los resultados. En cambio, el extremismo opositor, representado en la candidatura proestadounidense de Edmundo González, no firmó el acuerdo para reconocer los resultados.

Aunque este paso del extremismo no sorprende, igualmente no deja de ser una jugada peligrosa; pues no solo confirma la intención de cantar fraude si los resultados no le favorecen, sino que abre la puerta para un posterior escenario de desestabilización, similar a lo ocurrido en los comicios presidenciales de 2018, cuando la oposición y varios países desconocieron la victoria del presidente Maduro. Ello sirvió de fundamento para luego justificar el interinato de Guaidó, el apagón nacional, el intento de invasión por Cúcuta (batalla de los puentes), intentos de magnicidios, etc.

Decir públicamente que no reconocerán los resultados, con excusas como "no me invitaron", "es redundante" o es "una imposición" del Poder Electoral, es ratificar que nunca tuvieron la intención de participar respetando la democracia. Conocido el pasado de violencia que los precede, su negativa a desconocer los resultados electorales y al CNE es un claro atentado contra la paz de la República, la cual ha servido (les guste a unos sí y a otros no) para sostener en el tiempo una leve recuperación en todos los órdenes de la vida nacional.

Con este panorama, cierra junio. Ahora se viene julio con el inicio formal de la campaña y con un oposicionismo extremista que ondea sus banderas: el entreguismo del país (Citgo) y la desestabilización (desconocimiento de resultados). Eso versus la defensa de Venezuela y la paz que necesitamos para seguir levantándonos. Ya sabemos qué hacer el 28J.

 

Manuel Palma


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