Caricom: el extraño club de nuestros vecinos

En torno a la Guayana Esequiba ha jugado abiertamente a favor de uno de sus miembros, Guyana.

 

La herencia colonial es un peso tremendo en contra del encuentro de los países de la Caricom con Venezuela y otros de Nuestra América

 

03/07/24.- ¿Por qué la Comunidad del Caribe (Caricom) ha sido un factor adverso a Venezuela en situaciones como el conflicto con la República Cooperativa de Guyana por el territorio de la Guayana Esequiba?

La respuesta a esta pregunta es compleja. El embrollo comienza con la diversidad misma de los integrantes de Caricom, entre los cuales hay naciones independientes y colonias europeas; islas que viven del turismo y paraísos fiscales capitalistas; una torre de Babel marítima donde unos hablan inglés, otros francés, holandés, castellano, papiamento, creole y varias lenguas originarias indígenas; un crisol de sistemas políticos entre el parlamentarismo británico y el presidencialismo latinoamericano. Así es el extraño club de nuestros vecinos.

Venezuela es un país caribeño, ¿quién puede dudarlo? Ninguna otra nación continental o insular tiene tantas costas sobre este mar: 4.208 kilómetros. Además, nos gusta sabernos parte del Caribe, un sentimiento compartido por todas las naciones de habla castellana de la cuenca. Nos agrada verlo como el Mare Nostrum de los romanos. Pero, en términos de la cotidianidad, hay un Caribe que nos resulta ajeno por diversas razones. Allí se ubica una de las razones de los desencuentros que hoy han aflorado entre la República Bolivariana de Venezuela y Caricom, un mecanismo de integración que está cumpliendo 51 años.

Ni siquiera los enormes esfuerzos hechos por los gobiernos del comandante Hugo Chávez y el presidente Nicolás Maduro han servido para garantizar un trato equilibrado para Venezuela. Si bien Caricom —hay que reconocerlo— ha operado algunas veces como mecanismo de contención de las perversas iniciativas imperiales en la Organización de Estados Americanos, a la hora de las definiciones en torno a la Guayana Esequiba ha jugado abiertamente a favor de uno de sus miembros, Guyana.

El internacionalista Alejandro Fleming le da un toque irónico al asunto cuando se pregunta de cuál solidaridad internacional estamos hablando. “El usurpador guyanés forma parte de Caricom… y Caricom lo apoya. Venezuela forma parte de Mercosur, entre otros mecanismos; pero nadie dice nada a su favor… ¡Con ‘países hermanos’ como los que tenemos, es preferible ser hijo único!”.

Otro experto en asuntos internacionales, Sergio Rodríguez Gelfenstein, en un artículo titulado Este Caribe nuestro, expuso hace algunos meses las raíces históricas de nuestros topetazos con ese enorme vecindario marino. “Estos cuatro siglos de presencia europea, así como el modelo económico impuesto fueron configurando una realidad donde predominó la fragmentación étnica, cultural, lingüística y religiosa, lo que más recientemente ha conducido a la existencia de una multiplicidad de actores e identidades”, precisó.

La herencia colonial es un peso tremendo en contra del encuentro de los países de la Caricom con Venezuela y otros de Nuestra América que concurren como observadores a dicho bloque. “Los diferentes conflictos europeos de los últimos cuatro siglos repercutieron negativamente en sus colonias del Caribe, pues se enquistó el desconocimiento y la falta de comprensión mutua. Igualmente, pueden detectarse diferencias en el ámbito político, social, étnico y lingüístico que llevaron a dividir la región según áreas idiomáticas: las de habla inglesa, hispana, holandesa y francesa, trayendo consecuencias en sus relaciones internacionales, en particular con los países de América Latina que se encuentran más cercanos: Venezuela, Colombia y México”.

Pese a ser un mosaico con escasa cohesión, los países caribeños se han aferrado a su mecanismo de integración y a menudo asumen posiciones de consenso. Franklin González, exdirector de la Escuela de Estudios Internacionales de la Universidad Central de Venezuela, en un artículo de 2013 titulado Unidad de lo diverso, explicaba las dificultades que había tenido la integración del grupo caribeño a la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac). “Los países del Caribe cuentan en su mayoría con gobernantes de derecha o centro derecha y tienen una posición bastante discreta con la concreción de nuevos espacios de integración. La Caricom tiene alta prioridad, y a pesar de sus crisis, constituye una experiencia de trabajo conjunto y coordinado importante. Igualmente, estos países son receptores de recursos y cooperación provenientes del Sistema Interamericano (Banco Interamericano de Desarrollo y Organización de Estados Americanos) y por tanto mantienen posturas conservadoras”.

En relación a la controversia Venezuela-Guyana, su actitud ha sido “injerencista, basada en opiniones imprecisas y falsas”, tal como lo denunció el gobierno venezolano en un comunicado reciente. Fue en respuesta al pronunciamiento de Caricom en contra de la Ley Orgánica de Defensa de la Guayana Esequiba, a la que el mecanismo calificó como la causa de una escalada de tensiones en la región.

El Ejecutivo venezolano ripostó que el pronunciamiento del bloque caribeño es “producto de una absurda política de solidaridad automática incapaz de corregir la actitud hostil, ilegal y depredadora de Guyana, en contra de los históricos derechos venezolanos, así como los más elementales principios del Derecho Internacional”.

“Resulta preocupante que la Caricom haya obviado, durante casi una década, las constantes violaciones al Derecho Internacional por parte de Guyana, que de manera ilegal e ilegítima ha dispuesto de un territorio que no le pertenece y ha entregado concesiones petroleras a la ExxonMobil en un área marítima sin delimitar”, agregó el comunicado.

En suma, el bloque de Caricom es uno de los grandes retos de la diplomacia bolivariana de paz. El Caribe no tiene por qué ser el Mare Nostrum, porque Venezuela no tiene pretensiones imperialistas, pero sí puede y debe ser una región de buenos vecinos. ¿Será posible?

Nacida el 4 de julio

La Comunidad del Caribe, Caribbean Community, Communauté Caribéenne, Caribische Gemeenschap (Caricom en castellano, inglés, francés y holandés) nació el 4 de julio de 1973, con la firma del Acuerdo de Chaguaramas, una localidad de Trinidad y Tobago ubicada en uno de los extremos occidentales de este país, a tiro de piedra de nuestra Güiria.

Originalmente se llamó Comunidad y Mercado Común del Caribe. El documento fundacional lo firmaron Barbados, Jamaica, Guyana y Trinidad y Tobago. Luego se han incorporado Antigua y Barbuda, Bahamas,  Belice, Dominica, Granada, Haití, Jamaica, Monserrat, Santa Lucía, San Cristóbal y Nieves, San Vicente y las Granadinas y Surinam. Como miembros asociados figuran: Anguila, Bermudas, Islas Caimán, Islas Turcos y Caicos e Islas Vírgenes Británicas. En calidad de observadores están Venezuela, Colombia, México, Aruba, República Dominicana, Puerto Rico, San Martin y Curazao.

Caricom sustituyó a la Asociación de Libre Comercio del Caribe, conocida por su acrónimo en inglés (Carifta), que operó entre 1965 y 1973.

La sede de Caricom está en Georgetown, la capital de la República Cooperativa de Guyana, lo cual, por cierto, no es un detalle menor al revisar la postura del bloque sobre el tema de la Guayana Esequiba.

El Acuerdo de Chaguaramas  sigue vigente, pero fue revisado por los jefes de Estado y de Gobierno en 2001, en Nassau, Bahamas.

CLODOVALDO HERNÁNDEZ / CIUDAD CCS


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