Tinte polisémico | Corporaciones e inversión extranjera directa
Factores que determinan y definen la estrategia que una firma adoptará
21/10/22.- En el contexto de la denominada globalización económica, política y cultural, se incorporan y participan actores con una influencia tan determinante como la de los Estados y los organismos multilaterales; a saber ellos son las denominadas empresas globales, transnacionales y multinacionales.
Un indicador de tipo cuantitativo, que ayuda a ilustrar la significación de estas compañías en el sistema económico internacional, lo representa el monto de los ingresos originados por sus operaciones anuales, magnitudes que pueden superar el producto interno bruto (PIB) de cualquier país que no sea considerado una potencia industrial.
Se precisan, en este sentido, ciertas consideraciones generales y criterios, que nos permitirán establecer con precisión los elementos conceptuales que las definen y distinguen como tales entidades empresariales.
Así el propósito fundamental de cualquiera de estas empresas consiste en la obtención de beneficios, y la estrategia comprende el conjunto de acciones que los directivos deben ejecutar para alcanzar ese objetivo. En consecuencia, las decisiones que implican destinar recursos y activos fuera de las fronteras domésticas, por parte de estas corporaciones, se identifican, con lo que se conoce en economía internacional, como la inversión extranjera directa (IED).
La IED se define como una operación de naturaleza económica, financiera y jurídica, que consiste en una relación a largo plazo, en la cual una persona, física o jurídica residente o domiciliado en un país, busca obtener una participación duradera (largo plazo) y en grado significativo de influencia o control en una empresa o entidad residente en otro Estado nacional.
Se diferencia de las inversiones de cartera o portafolio, cuyos alcances son de cortísimo plazo y podemos contrastar con los conocidos capitales golondrinas, que en décadas precedentes, a través de fondos de riesgo e inversión participaron especulativamente en las crisis cambiarias de Latinoamérica y el Sureste Asiático.
Entre las razones por las cuales estas organizaciones, que operan en dos o más países, deciden invertir fuera de sus fronteras nacionales se enumeran las siguientes:
- Búsqueda o explotación de recursos naturales y materias primas.
- Mano de obra más barata.
- Regímenes laborales laxos.
- Ventajas impositivas.
- Ubicación geográfica con fines logísticos.
- Ampliación y captura de nuevos mercados.
- Búsqueda de eficiencia para racionalizar la producción y diversificar los riesgos, incrementar la competitividad regional y global, entre otras.
Al abordar desde el ángulo de los negocios internacionales para lograr un incremento de la rentabilidad, a partir de la expansión global por las empresas de alcance limitado en el ámbito nacional, se opera entonces internacionalmente acometiendo tres aspectos. Primero: obtener mayor rendimiento a partir de sus habilidades distintivas o competencias claves. Segundo: construir economías de localización, al ubicar actividades particulares de creación de valor en lugares donde puedan ejecutarse con mayor eficiencia. Tercera: aprovechar las curvas de experiencia que reducen los costos de producción.
Los factores que determinan y definen la estrategia que una firma adoptará, y que a su vez definirá su esquema organizativo son dos: el nivel de presiones para la reducción de los costos, lo cual obliga a las firmas a minimizar sus costes para la creación de valor. Y por otro lado, la obtención de sensibilidad local, que implica tomar en cuenta los gustos y preferencias del consumidor, diferencias en infraestructura y prácticas tradicionales entre países, canales de distribución y las demandas del gobierno anfitrión de la IED.
En síntesis, corresponden a las cuatro tipologías organizacionales cuatro estrategias básicas para competir en el mundo, a saber: las firmas que adoptan una estrategia internacional transfieren habilidades y productos que derivan de sus competencias distintivas a los mercados extranjeros, y al mismo tiempo realizan una adaptación local limitada. La estrategia multinacional (multidoméstica) adapta su oferta de producto, su estrategia de mercadeo y negocios a las condiciones nacionales, es decir, a la sensibilidad local. La estrategia global se concentra en la reducción de los costos derivada de la curva de experiencia y explota las economías de localización. Y la más compleja de todas, como las firmas transnacionales, dada la competitividad mundial, deben enfocarse simultáneamente en reducir costos, transferencia de habilidades y productos, así como la sensibilidad local y el aprendizaje global.
Como epílogo, las asimetrías del orden económico global propician el ambiente y condiciones para que en el globo terráqueo los flujos de inversiones extranjeras directas sean condicionados y orientados por las empresas, cuyas necesidades y finalidades atienden a la maximización de los beneficios, tomando ventajas de las vulnerabilidades específicas de cada región del mundo, violando la soberanía de los Estados y el orden jurídico público internacional, a través de los artilugios del derecho privado internacional y tratados comerciales bilaterales, amparándose en eufemismos como la responsabilidad social empresarial y la sustentabilidad del planeta, y aún con todas las ventajas en las técnicas de producción, se aseguran a través del lobby internacional ante instancias gubernamentales la protección de sus inversiones, la repatriación de los dividendos, ejerciendo sin escrúpulos la protección legal de patentes y evitando la transferencia efectiva de la tecnología en que soportan la producción de bienes y servicios para el consumo humano. Son las corporaciones internacionales en todos los sectores, las calculadoras divas de la geoeconomía global.
Héctor E. Aponte Díaz