Asnoldo Devonish da el inmenso salto a la inmortalidad

Se inicia como primer medallista olímpico venezolano

La vida completa de Asnoldo Devonish estuvo dedicada a las actividades deportivas.

 

26/07/24.- Si participar en unos Juegos Olímpicos es un privilegio, ¿qué significa haber conquistado la primera medalla olímpica en la historia del país? Esa es la carta de presentación de Asnoldo Devonish, garra y sagacidad, tanto dentro como fuera de los escenarios deportivos, lo que mostró al retirarse como atleta activo para continuar exitosamente como gerente y dirigente. Indudablemente, el suyo, fue un salto a la inmortalidad.

Buen humor permanente en contraste con expresiones y mirada bronca que luego de intimidar se abría a la percepción y la aprehensión, dos de sus cualidades que lo elevaron por encima de muchos de esa generación de oro del atletismo criollo.

Según el axioma de la biología, las funciones de todos los seres se resumen a nacer, crecer, reproducirse y morir; Devonish nació en cuna de deportistas, creció entre familiares deportistas, procreó una familia de deportistas y, al final, aquejado, se alejó de los escenarios y de inmediato se fue. ¿Otro de sus privilegios?, vivir y morir como le dio la gana, en su ambiente, pues.

Por ser hijo de Víctor Devonish, trabajador petrolero, natural de Barbados, Asnoldo tiene acceso al mundo deportivo promovido por la Shell, básicamente en el área de atletismo, ya que además, sin dudas otro privilegio, era sobrino de José Encarnación “Pachencho” Romero, uno de los mejores entrenadores de la historia, lo que dejó refrendado el liderar aquella excelsa generación.

Asnoldo, en su afán o en su destino marcado, de desenvolverse siempre en el medio deportivo, se casó con la nadadora Lina Becerra, de donde nacen Lina y Leonor, ambas destacadas en disciplinas deportivas acuáticas, cuyas riendas condujo por largo tiempo la señora de Devonish.

¿Coincidencia o también el destino?: Nació en Maracaibo el 15 de junio de 1932. Junio, mes en el que se celebra el Día del Deporte Nacional por la creación del Instituto Nacional de Deportes, el 22, y al día siguiente es el Día del Olimpismo. Murió el 1° de enero de 1997.

Casualmente cinco días antes de la tradicional Misa del Deporte. Otra vez la vida y la muerte de Devonish atada al quehacer deportivo.

Ingresó a la Escuela de Comercio Guzmán Blanco donde obtuvo título de Contador y Taquimecanógrafo.

Por sus aportes al atletismo internacional, desde todos los roles que desempeñó, el presidente del Comité Olímpico Internacional (COI), Juan Antonio Samaranch, le entregó la Orden Olímpica Grado de Caballero. Sin dudas, una de sus máximas distinciones, las que por cierto no ostentaba, debido a la humildad que le caracterizó.

Callado y analítico, al principio, pero luego mutaba en explícito y extrovertido, una vez que percibía confianza en su interlocutor.

Gustaba contar sus anécdotas y experiencias, siempre con mucho respeto y buen uso del lenguaje; y por supuesto, en promoción de la actividad física, en cualquiera de sus disciplinas. Insistía constantemente en la importancia del ajedrez como formador y modo de vida, porque a su juicio genera disciplina, salud y versatilidad de la actividad física y aumenta la competitividad y la capacidad de enfrentar retos y buscar soluciones rápidas y efectivas ante situaciones y rivales difíciles, y comenzaba a explicar cómo un juego aparentemente pasivo conjugaba todas esas bondades.

“Sencillo, para que los cerebros funcionen, debe aumentarse la respiración celular, y eso se consigue con el trote y la doble jornada de natación, además de alimentación sana que están aplicando los ajedrecistas de la Unión Soviética (ya desintegrada)”, repetía incesantemente en sus días de presidente del Instituto Nacional de Deportes, sitial desde donde optó, aunque sin éxito, a la presidencia del Comité Olímpico Venezolano (COV).

Fue presidente fundador del Colegio de Entrenadores Deportivos de Venezuela y fungió como asesor técnico de los juegos de todo el ciclo olímpico en los que participó Venezuela.

Multiatleta, que además de los genes deportivos de familia, porque fue primo del velocista Rafael Romero, tenía un biotipo privilegiado para la que luego fue su especialidad, el salto triple. No obstante, destacó como campeón nacional en lanzamiento de martillo (37 metros); 100 metros planos; 110 metros con vallas y salto largo (7 metros, 34 centímetros).

Su salto a la inmortalidad fue el 3 de agosto de 1952, con su salto triple de 15,52 metros, para colgarse la medalla de bronce en Helsinki, Finlandia, superado por el soviético Yuri Schscherbankov con 15,98, y por su sempiterno rival, el brasileño Adheimar Ferreira Da Silva, quien con sus 16,22 se adjudicó la dorada; lamentablemente tiempo después el amazónico falleció trágicamente. Con esa actuación Devonish refrendó lo que había hecho un año antes en los Juegos Bolivarianos, donde alcanzó la medalla dorada.

En los Panamericanos de México 1955, se quedó con la plata al saltar 16,13 metros, marca que estuvo vigente hasta 1979 y en los Juegos Suramericanos de Cali en 1962, se erigió como monarca con el registro 15,84; y se retiró dos meses más tarde, con 31 años de edad en el Panamericano de Sao Paulo.

Su vida giró en torno al deporte

A su regreso de Finlandia, fue recibido como héroe nacional por el entonces mandatario Marcos Pérez Jiménez, en una Venezuela deportiva donde crecía la expectativa ante la posibilidad real de la alternativa de uno de los mejores toreros de la historia, César Girón, lo que sucedió un mes más tarde en Barcelona, España; además estaba recién estrenado el estadio Universitario y el Velódromo Teo Capriles.

LUIS MARTÍN / CIUDAD CCS


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