Micromentarios | María Lionza

30/07/2024.- Hay tres leyendas acerca del origen de María Lionza, la divinidad del estado Yaracuy, a la que se rinde culto en las montañas de Sorte y en el resto del país.

La primera la ofrece la antropóloga Angelina Pollack Eltz, en su libro María Lionza, mito y culto venezolano. Las otras dos han sido recogidas por los cronistas Alejandro Garmendia y Eliseo Jiménez.

Cuenta Angelina Pollack Eltz que, muchos años antes de la conquista, uno de los jefes de los indios caquetíos, de la región de Nirgua, estado Yaracuy, tuvo una hija muy bella, cuyos ojos eran claros, a la que llamó María Lionza.
Pese a que las tradiciones indígenas señalaban que una niña con los ojos claros traería desgracias a la tribu, el jefe caquetío no se atrevió a matarla. Como sabía que la niña corría peligro si era vista por otros indígenas, la escondió en un bohío lejano, hasta que se hizo mujer.
Un día, la joven salió y se acercó a una laguna donde, por primera vez, logró ver su rostro. Pero no solo lo vio ella, sino también la anaconda que era dueña de la laguna. Esta, al instante, se enamoró de ella y la raptó. Por ello, la serpiente fue condenada a hincharse progresivamente hasta ocupar toda la laguna.

Luego, en cumplimiento de la profecía que anunciaba desgracias a los caquetíos tras el nacimiento de una niña de ojos claros, el agua desalojada de la laguna por el cuerpo hinchado de la serpiente inundó la zona y ahogó a toda la tribu. Entonces, la joven quedó como dueña de la laguna y protectora de la naturaleza circundante.

Según  el cronista contemporáneo Alejandro Garmendia, María Lionza era hija única de un matrimonio español y un día, víctima de un encanto, desapareció mientras se bañaba en una laguna yaracuyana. 

Sin embargo, María no murió pues un felino de la especie llamada onza la tomó bajo su protección y la transformó en un ser dotado de poderes mágicos al que originalmente se llamó María de la Onza. En honor a esta deidad, apunta el también cronista Eliseo Jiménez, hace muchos años existió en Nirgua un templo dedicado a Nuestra Señora María de la Onza del Prado de la Talavera del Nivar.

La tercera leyenda acerca del origen de María Lionza también la cuenta Alejandro Garmendia: de acuerdo a un documento hallado en el Registro Principal del estado Lara –fechado en 1750–, una mujer española muy rica, llamada María Alonso, le donó al Convento de San Francisco de Barquisimeto los terrenos de una hacienda de cacao ubicada en la región de Nirgua.

Esta María Alonso era tan adinerada que almacenaba onzas de oro y las guardaba en lugares subterráneos, excavados en un cerro conocido como “de María Alonso”.


Esta costumbre de almacenar onzas de oro hizo que la gente cambiara el nombre del cerro y, en lugar de ser “de María Alonso”, pasó a ser “de María Lionza”.
Lamentablemente, ninguna de las tres leyendas explica de manera satisfactoria el verdadero origen del culto popular a María Lionza, sin duda, el más importante de Venezuela.

Armando José Sequera 




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