Psicosoma | Alquimia y armonía

Al niño Oliver David, con cariño.

 

13/08/2024.- Parecería que la vida es un carnaval continuo, porque todas las distracciones están al paso en un eterno "corre-corre" de festivales, olimpiadas, guerras, muertes, tormentas, deslaves, canales y redes en "sintonía perfecta". Casi es imposible deslastrarse del "menú a la carta" de festines, deshoras y "horas locas" o, en plena soledad y silencio, de la gusanera de pensamientos burdos que hacen de las suyas, sin dejarnos estar con nosotras mismas, en atención plena. Es entonces cuando queremos rendirnos.

Es tan simple y a la vez tan difícil convivir consigo misma las veinticuatro horas del día. No sirve huir a la naturaleza o ser vegana, mística, artista, monje penitente o enclaustrarse para ser presa de pasiones o culpas. Tampoco consiste en esa meta obsesiva de poner la mente en blanco para relajarse. Se trata de prestar una atención continua a ese ser que nos habita y aceptar sus recaídas, sin juzgarlo, y tener compasión por las mil y una estupideces que hacemos o permitimos.

Existen muchas técnicas de relajación como las ideologías espiritualistas, místicas, la era de Acuario… en fin, la venta del cuento del amor y felicidad… que, por cierto, venden más que el fútbol. Por otro lado, Jack el Destripador es un niño de pecho frente a Netanyahu, con su "limpieza étnica" que asesina al pueblo palestino "terrorista". Nos preguntamos entonces qué son las migraciones. ¿Será que es más fácil construir murallas y que sean alimento de los mares? La pobreza y la hambruna crecen mientras siguen tumbando gobiernos que no son bendecidos con la aprobación del poder imperial. La crisis climática aumenta y los del primer mundo, tan inteligentes, no asocian los calorones ni la contaminación del río Sena con el cambio climático, pero sí les parece muy lindo permitir piscinas colectivas para darse chapuzones con las mascotas. Aquí, a la vuelta de la esquina, el agua migró y viene con "estrés hídrico".

Parecería que la espiritualidad nos abraza en los albores de la Era de Acuario, aunque casi nadie cuida su salud mental. "Terapear" está de moda y hay una obsesión por convertirse en santones, chamanes, magas o videntes. En este "sálvese quien pueda", aparecen gurús y corderitos al redil. Se teme al trabajo terapéutico psicológico, psiquiátrico, con especialistas que ayuden a confrontar condicionamientos, creencias y grandes verdades, patologías crónicas, o a mirarse a sí mismo en procesos de acompañamiento.

No es sanar solamente, es conocer el funcionamiento biopsicosocial, emocional, espiritual y energético con mundos visibles e invisibles o cuánticos que nos atraviesan, como la materia oscura y los neutrinos. Es necesario dar a entender que en cada respiración soltamos pensares rumiantes. Es un proceso lograr el contacto directo con las emociones sin tener que luchar con el pensamiento. Los psicólogos llevamos a los pacientes a viajes en tiempos subjetivos para traer al presente nudos perdidos y traumas inconscientes, en vez de mantener el pensamiento en otra parte a través del negacionismo, donde los desencadenantes de transmisores de alerta y de sufrimiento son los disparos del cortisol, causantes del insomnio y depresores del sistema inmunológico.

No es solo saber respirar y meditar; es también alquimizar y alfabetizar las emociones: darles nombres y verbalizar los sentimientos sin miedo. Con siete minutos diarios y cambios en el estilo de vida, disciplinadamente vamos a posibilitar el autoconocimiento y la concienciación. Al principio, partiremos del principio básico que son las sensaciones, porque debemos reaprender uno a uno cómo funcionan los cinco sentidos. Luego, al mes, iremos conociendo los umbrales del olfato, el gusto, el dolor y el placer…

La riqueza que nos rodea está invisibilizada por distractores y urge sentir y percibir la belleza diaria, a pesar de la decadencia del milenio que nos repasa. ¡Cuánta falta nos hacen los poetas y los niños y niñas en la espontaneidad de su plena alegría! Recitar en voz alta o musitar es orar en una comunión humana que festeja la vida y el buen vivir. Amo en demasía al ser humano, a los niños y niñas que me hacen cantar desde el corazón en lenguas extrañas y danzar con las caricias del viento.

En el Festival Grito de la Madre Tierra, del pasado 10 de agosto, en Costa Rica, estuve junto a una niña y un niño con quienes compartí gratamente. Además, tuve la dicha de que Oliver David, quien se ha vuelto la luz de mis ojos, me llevara a mi casa. Extiendo también mi eterna gratitud a Alonso y a Melissa.

 

Rosa Anca


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