¿Quién domina las Redes Sociales?
¿Qué tan libres son las redes sociales? ¿Es cierto que los algoritmos son manipulables?
14/08/24.- Algoritmo es un término que se ha vuelto común en el ecosistema digital de Venezuela. De hecho, una búsqueda rápida en internet arroja fórmulas, todas infalibles, con títulos atrayentes para un usuario ávido de likes: 9 estrategias para burlar y dominar el algoritmo; 8 claves para mejorar la visibilidad; 13 tips oficiales para vencer al algoritmo de Instagram; 19 consejos para vencer el algoritmo de Instagram; 4 Tips para mejorar el algoritmo; Cómo dominar el algoritmo de Instagram: La guía definitiva…
Desde que el ajedrecista ruso Garry Kaspárov logró, a finales de los años 90, derrotar en una partida titánica al superordenador Deep Blue de la empresa IBM; la ilusión de vencer a un robot (o ser vencidos por ellos) resulta cautivante, pero también aterradora. Algo que sucede con los algoritmos de las redes, en la actualidad.
Las cosas por su nombre
Los algoritmos, explica un artículo publicado en la Gaceta de la Universidad Nacional Autónoma de México, UNAM, son “parámetros con los que Facebook, Youtube, Twitter, Instagram y Tik Tok califican el contenido que compartimos y deciden cuántas personas verán lo que publicamos”.
Y dice más. Estos algoritmos “seleccionan qué nos gusta ver y qué no, así como con qué y quiénes interactuamos más tiempo. Se alimentan de nuestros usos. Y automáticamente hacen un repertorio o selección de contenidos, que nos presentan para que naveguemos más tiempo por una u otra red social”.
La discrecionalidad del algoritmo
Entonces, si este parámetro decide por el usuario, cabe pensar en que los algoritmos son empleados de manera discrecional por las empresas que los administran.
Una afirmación con la que coincide la argentina Verónica Sforzin, Doctora en Comunicación y académica de la Universidad de La Plata.
“Es más que discrecional”, precisa la también autora del libro: Ética, poder y tecnologías. Redes Sociales (RR.SS.) e inteligencia artificial desde el Sur Global.
“Lo primero que hay que decir es que no conocemos los algoritmos. Y no los conocemos porque están protegidos por la ley de propiedad intelectual y de propiedad privada, ya que pertenecen a las corporaciones, por lo tanto no son auditables por los Estados, no los podemos auditar”, añade.
Usar una red social no implica toda la libertad que un usuario imagina, ya que, y esto es importante destacar, las redes son un espacio privado, privatizado, corporativo.
Desde el momento mismo en que se descarga la APP de una red, detalla la profesora Sforzin, “firmamos un contrato que no lo leemos, porque es prácticamente imposible de leer, pero en el que aceptas los términos y condiciones de la corporación. Así que, sin duda, los algoritmos son discrecionales, porque no los audita la sociedad, y no los construimos desde los parámetros de los Derechos Humanos o Derechos Sociales. Los algoritmos están construidos para reproducir las necesidades de la corporación”.
Aterrizando en el mapa
En la actualidad, pareciera existir consenso alrededor de la idea de que la mayor expresión de democracia se fundamenta en la libertad que una persona ejerce en “sus” redes sociales, que esa persona puede “elegir”, informarse y tomar decisiones como movilizarse en defensa de sus derechos.
Una idea replicada en Venezuela por quienes defendieron la convocatoria a través de redes, para atacar infraestructuras públicas como protestas sociales espontáneas.
Y es que, tras la pasada elección presidencial de Venezuela (28 de julio), el espectro digital volvió a tomar relevancia, incluso por encima de los actores. Desde un ataque cibernético al sistema informático del Consejo Nacional Electoral (CNE), hasta la manipulación de los algoritmos de las RR.SS. antes, durante y después de la jornada.
Dos formas de manipular
Al respecto, el presidente de la Asamblea Nacional de Venezuela, diputado Jorge Rodríguez puso sobre la mesa, durante una sesión del Consejo de Defensa de la Nación, dos estrategias de manipulación, forjada desde los algoritmos de las RR.SS. y que las definió como la “espiral del silencio” y el “cajón de resonancia”.
Esta espiral, dijo, “es el principal elemento que utilizan las redes sociales para controlarnos”.
La “espiral del silencio”, explicó el también médico psiquiatra, “amplifica las opiniones que (las redes) quieren reforzar, hasta el nivel de que quienes piensen diferente no tienen más remedio que quedarse callados”, y eso, añadió, fue lo que hicieron “en todo el período de la semana antes de las elecciones y los días lunes, martes y miércoles”, después de.
Un segundo elemento, expuesto por Jorge Rodríguez se refiere a lo que llamó el “cajón de resonancia”. Una estrategia de control del algoritmo para determinar qué ver, “en base a lo que tú expresas como tus gustos y ese es otro elemento fundamental de la afectación cerebral de las redes sociales”,
La académica argentina Verónica Sforzin, agrega otros elementos al planteamiento del político venezolano.
En esta caja de resonancia, “que nosotros en Argentina le llamamos la cárcel de los algoritmos”, apuntó, se produce “un encapsulamiento de todos tus preconceptos y tus ideas originarias”. Ese encapsulamiento “hace que veas el mundo a partir de aquello a lo que le das Like, que es lo más parecido a tu preconcepto, por lo tanto, te va encapsulando, te va encerrando, y se genera una distorsión total, con lo que es la realidad física”, una especie de disociación.
Del algoritmo a la IA
No basta con saber que el algoritmo es la forma que tiene la corporación que se lucra con una RR.SS. para controlar la preferencia de sus usuarios. También es parte de un sistema al que le interesa mantener el status quo.
A la pregunta ¿de qué le sirve a una corporación que una persona esté permanentemente conectada a una red, y que incluso sea adicta a ella?, Verónica Sforzin responde que para empresas como Instagram, Facebook, X, Youtube o Tik Tok, es una necesidad.
“Las redes lo necesitan”, argumenta “para extraer nuestros datos”. Y añade que “es nuestra información la que genera el crecimiento de la tecnología y de la Inteligencia Artificial (IA), en particular. La Inteligencia Artificial necesita Big Data, y la Big Data se consigue a través de las redes sociales. Entonces, la comunicación queda subordinada a una necesidad del capital, que es su necesidad del desarrollo tecnológico”.
Fin de una era
Las redes sociales, y en esto parece no haber mayor duda, llegaron a romper las viejas mediaciones de la modernidad: digamos Estado, o medios de comunicación tradicionales.
Para la académica esto comporta un problema, si se mira desde el hecho de que las redes sociales “pertenecen a corporaciones transnacionales, angloamericanas”.
Con las RR.SS., ocurre que, en opinión de Sforzin, “hay una lógica mercantil que está subordinando a la lógica de la comunicación”. Por eso no hay que ser inocentes con las redes.
Hay aspectos que van muchísimo más allá de los dispositivos que una persona opera en la mano, por ejemplo que “estas autopistas de información, estas redes sociales, son parte del aparato industrial militar estadounidense, por lo que, dice Sforzin, “son vías totalmente dirigidas, en donde los algoritmos todo el tiempo modifican la capacidad de alcance de la información, qué tipo de información te llega, y cuál no te llega”.
¿Algo para hacer?
No son nuevas las noticias de gobiernos europeos que avanzan en regulaciones a las RR.SS.
Recientemente, el sitio Euronews publicó una nota titulada: El rol de X en los disturbios de extrema derecha en Reino Unido, en el punto de mira de la Comisión Europea.
Lo mismo que Venezuela, otros gobiernos miran con lupa la discrecionalidad con la operan los dueños de las redes (caso Elon Musk), al momento de inmiscuirse en asuntos internos de los países.
La profesora argentina cree que los Estados Nación de América Latina, deben observar ejemplos existentes, y que podrían avanzar en tres grandes aspectos, si de legislaciones sobre redes se trata.
“Por un lado, la gobernanza global de internet, China ya lo está haciendo. En segundo término se puede pensar la desconexión, en la soberanía de la comunicación y tecnológica, que permita a los gobiernos, por qué no, una desconexión de la red anglosajona para pensar una conexión a partir de los Estados, esto ya lo está planteando Rusia, por ejemplo. Y en tercer lugar, la regulación de las redes actuales con leyes antimonopolio, que permitan el desarrollo de otro tipo de redes sociales”.
Particularmente, propone una legislación “muy fuerte en términos de protección de datos personales”, algo que ya viene implementando hace mucho la Unión Europea.
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Para no olvidar:
Redes Sociales (RR.SS.): Es un término usado para describir una variedad de plataformas, aplicaciones y tecnologías que permiten a las personas interactuar con otros a través de la web. Son empresas privadas que se lucran con la participación del usuario y con el contenido generado por el usuario, pero que también controlan la visibilidad.
Algoritmo: Es un parámetro con el que Facebook, Youtube, Twitter, Instagram y Tik Tok califican el contenido que compartimos y deciden cuántas personas verán lo que publicamos. Los algoritmos seleccionan qué nos gusta ver y qué no, así como con qué y quiénes interactuamos más tiempo. Se alimentan de nuestros usos. Y automáticamente hacen un repertorio o selección de contenidos, que nos presentan para que naveguemos más tiempo por una u otra red social.
Inteligencia Artificial (IA): Es un campo de la informática que se enfoca en crear sistemas que puedan realizar tareas que normalmente requieren inteligencia humana, como el aprendizaje, el razonamiento y la percepción. Estos sistemas pueden percibir su entorno, razonar sobre el conocimiento, procesar la información derivada de los datos y tomar decisiones para lograr un objetivo dado.
Big Data (datos masivos): Es el término que describe un gran volumen de datos, el cual crece de manera exponencial con el paso del tiempo. En pocas palabras, es un conjunto de datos tan grande y complejo que ninguna de las herramientas tradicionales de datos es capaz de almacenarlos o procesarlos de manera eficiente. No obstante, este volumen de datos se puede utilizar para abordar problemas empresariales que no hubieras podido enfrentar antes.
ERNESTO J. NAVARRO / CIUDAD CCS