Estoy almado | ¿Deberían los niños tener celulares "inteligentes"? (I)

17/08/2024.- Una niña de nueve años publicó en un grupo de WhatsApp un video que advertía sobre un virus en China. Era enero de 2020. El niño de diez años que administraba el grupo le respondió: "¿Eres estúpida o qué?". Después de ridiculizar el video, el niño amenazó a la niña con sacarla del grupo si no publicaba "cosas pro".

En la jerga de algunos niños, "pro" puede significar algo así como interesante, atractivo y, a veces, "moderno". Sin embargo, para el pequeño dictadorzuelo del grupo, "pro" era más específico: lo publicado debía ser contenido sexual explícito o videos de los peores comportamientos de los adultos.

En su defensa, la niña le dijo que no tenía suficientes "testículos". Bueno, más bien le dijo la palabra que nosotros los adultos usaríamos. Lo más cumbre fue cuando la niña hirió el orgullo del administrador llamándolo "bruto". Eso provocó ipso facto su salida del grupo y la condenó en clases al rechazo entero del salón. Todavía no estábamos en pandemia. Precisamente, el video que divulgó la niña asomaba el peligro de algo que llamaban covid.

Tras el incidente, era el turno de las madres. Con la maestra de juez, la progenitora de la niña denunciaba "discriminación" por parte del niño administrador del grupo de WhatsApp.

Del otro lado, la madre del niño protagonizó una escena muy peculiar, un reflejo de los signos de estos tiempos, que ni los autores de ciencia ficción hubiesen previsto: ella alegaba que la niña discriminada "irrespetó" e "incumplió" las normas del grupo.

Como era de esperarse, ese altercado captó la atención de los padres y madres atentos a aquella novela pueril resumida en las preguntas: ¿está bien que los niños tengan celular "inteligente"? ¿Por qué? ¿Para qué? ¿Tenerlo es beneficioso o perjudicial?

 

Edad para utilizar un smartphone

Para mí, la pregunta crucial era y sigue siendo: ¿a qué edad los niños deberían tener celulares inteligentes?

En el 2018, casi la mitad de los niños europeos entre nueve y once años ya tenían celular inteligente. Mientras el promedio de uso en América Latina es a partir de los doce años, en Estados Unidos es a los ocho. Son cifras del último estudio de Net Children Go Mobile.

En contra de esos resultados, yo creo que niños y niñas deberían usar celulares inteligentes a partir de los quince años o más. Legalmente, debería ser como el consumo de cigarrillos y bebidas alcohólicas: a partir de los dieciocho años. Luce exagerado, pero no es un juguete inofensivo lo que les estamos entregando.

Un estudio efectuado en distintas clínicas de rehabilitación en Londres indica que darles a los niños celulares significa exponerlos a una adicción similar al alcohol o las drogas.

La especialista a cargo de la investigación, Mandy Saligaril, declaró al medio The Independent que cuando los niños tienen un celular es como si les diéramos una botella de vino o "un gramo de cocaína". En un contexto más adaptado a estos lares, es como darles una botella de cocuy de penca o un porro de cannabis para ellos solitos.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) también concluyó que el uso de las pantallas, entre ellas la del celular, es perjudicial para los menores. Para llegar a ese veredicto, la OMS tuvo que analizar 277 artículos médicos y diez estudios en cinco países con casi 7.500 participantes.

Al margen de esa investigación, la mejor prueba de que los niños no deberían tener celulares inteligentes somos nosotros, los adultos.

Al igual que las máquinas tragamonedas, los celulares estimulan en los cerebros adultos la liberación de dopamina, un químico que genera adicción y hábitos.

Eso explica por qué hoy nuestra relación con los celulares impacta enormemente nuestro sueño, autoestima, memoria, retención, humor, creatividad, productividad, capacidad para tomar decisiones y habilidad para solventar problemas. Eso hace que sea difícil vivir sin ellos por un largo período de tiempo. En dos platos: es el vicio de este siglo.

Aunque los celulares son —y seguirán siendo— herramientas indispensables y muy útiles en la actualidad, como adultos asumimos el costo de aprender a vivir con ese opio tecnológico.

Ahora bien, si como adultos no podemos controlar la adicción, las consecuencias y el tiempo que un celular nos quita, ¿por qué los niños sí? ¿Por qué creemos que ellos controlarán mejor la adicción al celular que nosotros? ¿Qué nos hace pensar que ellos sí lo lograrán?

De ninguna manera, estas líneas pretenden cambiar el paradigma popular de darles o no un celular a los niños.

Lo que sí creo es que no deberíamos seguir engañándonos, suponiendo que los celulares son altamente beneficiosos para ellos, cuando en realidad no lo son. Son dispositivos fabricados y concebidos para los adultos. Es nuestra condena, para bien o para mal; pero no tiene que ser la de ellos.

Para muchos padres y madres ya es demasiado tarde. Tras haber entregado dispositivos celulares a sus niños y niñas, han abierto una puerta difícil de cerrar. En algunos casos, es algo irreversible.

Si todavía seguimos dándoles celulares a los niños, es porque lo justificamos gustosamente en la práctica con ideas tan absurdas que la pasada pandemia, por cierto, se encargó de naturalizar en el encierro y con la fracasada educación a distancia.

En la entrega del próximo sábado, ahondaré algunas de las ideas absurdas que hacen que sigamos dándoles celulares a los niños.

Para comentarios, puedes escribir a soyalmado@gmail.com.

 

Manuel Palma


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